Fanboy

Treinta y nueve

Muchas gracias por la asombrosa portada a @mariceci_13 😁😁 las fotos de atrás son totalmente fan jaajajaj Disfruten la lectura!

Capítulo 39: Si hubiera un líquido transparente que uno se derramase y si se está nervioso, se tiñera el líquido de azul (así como el que sigue a la persona que hizo pipí en la pileta), estaría hecha una pitufa, o una avatar.

Ella primero frunció el entrecejo, intentando entender de qué hablaba, la cara que seguro yo llevaba le iluminó la sección de archivos de memoria, y perdió la expresión.

—¿Cómo dices Rossana? —su tono suave me acarició, sin embargo la mirada que portaba era más preocupante.

—Que le di a Hugo la oportunidad. Yo... este... —No podía hacer más que titubear cuando intentaba explicar lo que sentía— Hugo me gusta, muchísimo.

Ella sonrió pequeñamente, pero la luz no llegó a sus ojos.

Y me sentía yo molesta de repente, ¿por qué no decía nada?

—Mamá en realidad esperaba que estés un poco más feliz por mí después de esos discursitos que me dabas —mi tono era una mezcla de molestia e indignación.

—No, no, no me malentiendas —se apresuró a decir ella—. Primero anda a bajarme el volumen de esa cosa, y ahí hablamos —me mandó señalando hacia mi dormitorio (de dónde provenía la música).

Fui hasta mi dormitorio y pausé la música en mi celular y el estéreo se calló. Volví al medio del pasillo con pasos apurados, mi mamá me miró con una sonrisa grande y entró a su dormitorio enseguida, yo la seguí. Me recosté contra su ropero y crucé mis brazos esperando que empezara a hablar.

—¿Y bien? —tuve que decir yo ya que ella no decía nada mientras arreglaba sus cosas.

—Me alegra mucho que hayas tomado esta decisión Rossana, que te arriesgues al fin, debes experimentar estas cosas en tu adolescencia, no puedes simplemente evitarte una etapa. Que te guste alguien es algo que te tiene que pasar, es decir, me iba a preocupar si no te pasaba nunca. —Se giró para mirarme al decir lo último y volvió a sus cosas tras un único segundo.

—Pero... —la hice continuar.

—Todo está muy bien, pero es solo que... Hugo...

Mi lado defensivo se activó, mi ceño se frunció y me separé del ropero.

—¿Que Hugo qué? ¿Que Hugo es bueno con tu hija, la hace reír, sonrojarse, sentirse especial y nunca le ha faltado el respeto? ¿Que es caballeroso y educado? —Las palabras se desbordaban por mi boca, sin que siquiera hayan sido analizadas un instante—. Y lo más importante, ¿que tiene las agallas para decir lo que siente, plantarse y luchar por eso? Porque te digo que eso no es cosa de todo el mundo.

Ella me miró otra vez con una sonrisa, y con duda en sus ojos.

—Ya sé, ya sé. Es todo lo que querría, no digo que sea un mal chico ni nada. Porque en serio estoy feliz Rossana, pero... hay algo en él que hace decir que no. Algo que me advierte que no.

Abrí mis ojos como platos, él no había hecho nada más que ser el mejor chico del mundo las últimas semanas, venía a casa e intentaba hablar con mamá y hacerla reír, ganársela, y lo había logrado varias veces, y ahora mamá me salía con esto.

—¿Qué precisamente? —la reté sabiendo que no tendría excusa.

—Es simplemente mi instinto maternal.

Yo casi me pegué en la cara con una tabla.

—¿No tienes nada que objetar que sea tangible o por lo menos debatible?