Capítulo 5: ¡¿Y qué persona normal confiesa haber utilizado algo que llama “la técnica de Peter Pan”?!
—¡Que soy un fanboy!
Me maté de la risa, empecé a carcajearme estrepitosamente.
¡Que es un fanboy! ¡Sí! ¡Y en Hush Hush no se mencionan ni una vez las palabras “tensar-músculos-flexionar”! Mmm sí.
Y yo seguía riéndome, y él solo me miraba todavía más extrañado que cuando le hablé recién. Decidí que era hora de intentar contener mi risa. Inspiré mucho aire, y lo solté, relajándome así.
—¿Se puede saber qué es tan gracioso? —inquirió claramente molesto.
—Vos —solté alzando las cejas mientras sonreía recordándome de la fantasía.
—¿Eh? No sé a qué te refieres.
—Agh, pero vaya que eres lento —le acusé molesta y resoplé—: pues dijiste que eras un fanboy.
—Sí, ¿y?
—Que fue un gran chiste —admití obvia.
—¿Chiste? No fue un chiste, yo soy un fanboy.
—¿Vos? ¿Fanboy? Los fanboys no existen. Créeme, ya intenté hacer que aparezcan, utilicé la técnica de Peter Pan, diciendo “yo creo en los fanboys, creo, creo” pero nunca llegó ninguno. Todo eso es un engaño —afirmé totalmente segura.
—¡Claro que existen! ¡Yo soy uno! ¡¿Y qué persona normal confiesa haber utilizado algo que llama “la técnica de Peter Pan”?!
—Yo no soy normal, soy una fangirl. Y no. No existen.
—¡Que soy un fanboy!
Me reí otra vez, casi con la misma intensidad que hace rato. Él seguía ahí mirándome serio, ahora notablemente estresado.
¿Por qué no se reía conmigo? Ya no era capaz de engañarme, es mejor que se rinda y disfrute de una vez.
Espera.
¿Y si es en serio?
Espera.
No se vería tan frustrado si no fuera cierto.
Es que no puede ser. Hugo Caturelli… ¿un fanboy?
—¡Basta! ¿Sabes? No sé qué hago aquí perdiendo el tiempo con una simple mundana que parece creerse tan fabulosa como Magnus. —Me estiró el libro bruscamente, y se dio la vuelta.
Primer acto:
Rossana se queda estática, incapaz de moverse. Analizando las palabras que salieron de la boca de Hugo.
Fanboy. Mundana. Fabulosa como Magnus.
Fanboy. Mundana. Magnus.
Fanboy. Mundana. Magnus. Mundana. Magnus. Mundana. Magnus.
Fanboy.
Fanboy.
Fanboy.
Fanboy.
Fanboy.
Fanboy.
Segundo acto:
Rossana se da cuenta de dos cosas:
1. Hugo Caturelli es en verdad un fanboy. No le mintió, no estaba bromeando.
2. Un fanboy se está llevando su libro y ella está aquí pensando de sí misma en tercera persona.
Tercer acto:
Corre tras él conmocionada, se tira sobre Hugo y el chico cae al suelo con ella sobre él.
¿Cómo se llama la obra?
No sé, nunca fui buena para esta clase de chistes, ni para poner títulos. Así que, yo Rossana Velazquez dejo en manos de los lectores imaginarios del libro imaginario de mi vida: esa decisión.
—¡¿Estás loca?! —me gritó con todas sus fuerzas.
—¡Sos un fanboy! —le grité mientras que lo agarraba de los hombros.
—¡Suéltame que pareces una crank!
Mi corazón empezó a latir descontroladamente, cada vez más emocionado.
Encontré un fanboy.
Encontré un fanboy.
UN JODIDO FANBOY.
—¡Sos un fanboy! —grité eufórica, él se movía intentando quitarme de encima, pero yo estaba que explotaba, en ese momento me olvidé de todo, solo miraba su rostro anonadada, absolutamente todo a mi alrededor desapareció. Solo estaba él.
Pero no piensen que era una escena romántica, bueno, en mi mente sí.
Yo estaba ya pensando en cómo sería mi vestido de novia cuando nos casemos, en cómo llamaríamos a nuestros hijos: ¡cómo los llamaríamos! ¡Todos con nombres de personajes ficticios! ¡QUÉ HERMOSO!
Pero la realidad era que:
Yo estaba allí mirándolo embobada, y él me miraba como si acabara de escaparme del psiquiátrico.
Consiguió echarme a un lado y se levantó velozmente. Miró el libro que yacía tirado a centímetros de mí, y puso una cara de terror. Yo sonreí triunfante.
Agarré el libro y lo apreté contra mi pecho, le susurré un “ya te tiene mami” y Hugo achinó los ojos con rabia. Soltó un grito de frustración y en eso llegó Lore con los ojos salidos de órbita.
—¡¿Qué es lo que pasa aquí?! —Nos miró inquisidora, ni que abuela de Jace.
—Esa chica está loca. —Me señaló rápidamente él.
—¡Rossana! Y vos… —Esperó que completara mi nuevo esposo la oración.
—Angelo.
Esperen… ¡¿QUÉ?!
—¡¿Angelo?! —exclamé extrañada.
—¿Ve que está loca? —Me señaló con obviedad a Lorena.
—Rossana… —No le permití continuar.
—¡Vos sos Hugo! —le grité.
—Ah—exclamó y el entendimiento se reflejó en su rostro—, tú piensas que yo soy él. Ahora entiendo todo.
—¿Qué…? —Volví a interrumpirla.
—¡¿Cómo que entendés todo?!
—Vos pensas que yo soy Hugo —afirmó en una paz que me resultaba totalmente insoportable—, y yo soy Angelo.
—¡¿Angelo?!
—Sí, Angelo.
—¡Pero si sos Hugo!
—¡Ya basta de gritos! ¡No sé si se dieron cuenta, pero se encuentran en una librería! ¡Ya es suficiente! —Apenas soltó todo eso, Lorena se tapó la boca avergonzada. Gritó que no teníamos que gritar, vaya ironía. Tomó aire e intentó calmarse—. Síganme.
Se giró sobre sí y empezó a caminar, él y yo nos miramos y la obedecimos en silencio.
¿Él? ¿Angelo?
¿No Hugo?
¿Angelo?
¿Qué es lo que pasa?
No entender nada es frustrante. Totalmente frustrante.
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Fanboy
HumorEl sueño de toda fangirl. ¿Qué chica con graves problemas mentales, reacciones psicóticas por situaciones que suceden en libros, y enamoramiento obsesivo por gente que no existe en la vida real; no ha soñado con encontrar un fanboy? Un chico que pa...