Trece

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Capítulo 13: Cálmate Hannah Montana.

Angelo luego de unos minutos regresó al pasillo para entrar a su clase. No me dijo nada.

Yo ni siquiera le miré, concentré mi mirada en el piso hasta que escuché la puerta de su clase cerrarse.

Estúpido fanboy.

“Ruidosa”.

“Exagerada”.

Exagerada tu hermana.

¿Quién se cree? Yo creí que él me comprendería. Era casi como un personaje ficticio, pero ahora… ahora la cagó bien grande.

Pasaron los minutos (los muchos minutos), y la profesora guía no aparecía, por lo cual digo: Gracias Yisus. Pero hablando en serio, ¿dónde estaba esa mujer?

Recorrí con la mirada el pasillo, y observé los diversos carteles que estaban pegados en las paredes, hechos por los de primaria. Algunos simples, otros bastantes bonitos y otros que gritaban por todas partes “mamá hizo”.

Pensé en todos los carteles que presenté en mi vida escolar, y diablos, maté demasiados árboles. Lo más simpático es que en algunos de los que preparé eran de trabajos sobre cuidar el medio ambiente, la tala de árboles y todas esas cosas.

Un pasillo; cientos de carteles de reclamo y alerta por la deforestación, y campañas para una mayor valoración de árboles, todos en cartulina. Irónico.

 Y sí, yo siempre preparé sola mis carteles. A la mayoría los hacían sus padres, o sus padres mandaban a hacer. Quisiera poder decir que yo tuve esa suerte… sin embargo no. ¿Mi mamá? Mi mamá no sabe ni calcar.

Bueno, bueno, tal vez esté exagerando un chiquitín. Pero se entiende el punto, ¿no?

Escuché el golpecito que daban al piso los tacones bajos de la profesora guía, levanté la cabeza y la vi arreglándose el cabello mientras se acercaba a su puesto.

¿Arreglándose el cabello? ¿Por qué estaría arreglándose el cabello? ¿Cómo se habría desarreglado su cabello? ¿De qué manera pudo desordenarse?

Se estiró la camisa hacia abajo y yo elevé las cejas.

¿Qué estuviste haciendo eh?

Bueno Rossana Velázquez creo que ya has leído demasiadas novelas en wattpad sobre romances con o de profesores. Suficiente.

—¿Por qué no estás en tu clase? —me preguntó una vez se sentó, y ejem, terminó de arreglarse la falda, ejem, esta vez.

Lectores imaginarios: nótese que mi “ejem” suponía ser esa tos falsa que solemos hacer cuando queremos decir algo “secreto” o “indirectamente”, o a veces es hacerlo más llamativo.

Sip. Hasta en mis pensamientos uso el “ejem”.

Un aplauso.

Mejor que sean tres.

No tan querida Vida Real:

Eres tan zorra. Ni en mi imaginación mis lectores se ríen de mis pensamientos, me dan mínimamente tres aplausos, y sí, yo sé que esa cantidad fue la que pedí, pero se supone que deberían de pensar que merezco más y aplaudir con fervor. Tú tienes toda la culpa. Eres una zorra muy zorra, a veces te pasas.

Con odio contenido,

Rossana

PD: Hace tiempo no te escribía. Tal vez porque eres muy zorra.

Ohh, casi podría decir que extrañaba hablarle a la Vulpini* de Vida Real. Pero estaría mintiendo. ¿Qué pueden esperar? ES UNA ZORRA.

—Verás profe —empecé—, yo estaba tranquilamente, bueno tal vez no tan tranquilamen… —Y se escuchó el timbre, es decir hora de recreo.

FanboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora