PARTE DIECISIETE

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Las voces lo empujaban al pasado llenando de un ruido extraño su cabeza.

"No puedes hacer las cosas mal".

Si pudiera dormir al menos estaría libre unas horas de sus pensamientos

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Si pudiera dormir al menos estaría libre unas horas de sus pensamientos. No dejaba de hacer planes para buscarlo, quería que amaneciera y poder salir a la calle y gritar su nombre esperando que lo escuchara.

Sonará ilógico pero lo extrañaba, las noches en vela eran mejores si lo veía dormir mientras escuchaba sus ronquidos. Esta vez se sintió muy solo en su habitación rodeado de libros.

Mantuvo la vista fija en la computadora, sus noches se basaban en estudiar, leer o navegar en la red viendo cualquier cosa que lo entretuviera hasta el amanecer.

Vió por milésima vez el reloj, parecía estancado. Ninguna manecilla se movía, nunca se sintió tan desesperado porque amaneciera como ahora.

Decidió ver una película. Recostó su largo cuerpo en la cama tendida que únicamente la usaba para eso, para acostarse y pocas veces para dormir. El filme pasó a través de sus ojos sin que su cerebro procesara nada, sus pensamientos viajaban a la conversación que tuvo con el extraño. El número que le dio lo vio en la pantalla del celular, de su celular. No pudo haberle dado uno equivocado, Won Sik sabía que le marcaría para avisarle a que hora llegaría, no le daría un número erróneo porque quedaron en que le llamaría, pero estaba tan emocionado por volver a verlo que no lo llamó y llego directo a su cuarto, entonces ¿Quién contestó? un amigo o familiar no era por que no reconocieron el nombre. ¿Le habrán robado el teléfono? No regresarían la llamada para pedir que deje de marcar.

Se desesperó, era un callejón sin salida, nada tenía sentido.

Miró el reloj una vez más, 5:14 am. Faltaban 3 horas para que llegara su chófer. Se levantó de la cama y regresó a la computadora, abrió Google Maps y escribió la dirección de su universidad, se fijó en los alrededores y vio que una avenida dividía el barrio "pobre" del "rico".

Miró del lado de la gente infortunada y era una comunidad pequeña, todo lo que había eran casas viejas y edificios abandonados sin terminar de construir. Si él vivía por ahí, seria fácil dar con su paradero o al menos hablar con alguien que lo conozca.

Se acarició la sien, la cabeza comenzaría a dolerle en cualquier momento. Decidió acostarse un rato antes de meterse a bañar. Tenía que relajarse, su doctor le advirtió que no expusiera su cuerpo a grandes dosis de estrés que lo llevaran a otra pérdida de consciencia.

Se durmió.

Despertó cuando el sol estaba en lo mas alto del cielo, dirigió la vista a su reloj de pared e indicaba que eran las 2 pm. Se paró de golpe sintiendo muchas ganas de seguir recostado.

Bajó la escalera y caminó a la cocina, ahí estaba su chófer platicando con una de las cocineras.

—¿Por que no me despertaron?

Se miraba agitado y desorientado. La mujer habló.

—Subí para decirle que su chófer ya estaba aquí y lo vi dormido, se me hizo imposible siquiera pensar en despertarlo.

Los vió con mala cara.

—Vámonos, ya perdí demasiado tiempo.

Salieron rápido siguiendo la ruta hacia la universidad. El chófer se estacionó en el límite de la división entre ambos barrios.

—¿Está seguro de querer ir solo? Puede ser peligroso.

Leo se quitó el saco y desabotonó un poco su camisa. Traía pantalón de mezclilla por lo que no lo haría ver tan formal.

—No pasa nada, espera por mi. Trataré de no tardar demasiado.

El barrio era deprimente, la basura se acumulaba en cualquier sitio visible, las casas estaban descuidadas y se veían abandonadas. Caminó mirando a todos lados, en el mapa se veía pequeño, pero no lo era.

Se encontró a algunos ancianos y niños, él esperaba ver a alguna persona joven y no tuvo suerte. Siguió mirando las casas y a la gente, nadie le daba una buena señal para preguntar.

Estaba adentrándose más hasta que encontró una pequeña tienda de conveniencia, al parecer era la única.

Entró y lo primero que lo recibió fue el mostrador con un chico bastante joven recargado con su celular aferrado a sus manos. Ese sería un buen momento para preguntar.

Se acercó rápido a lo que el joven levantó la vista del aparato y de inmediato se lo metió a la bolsa de su pantalón.

—Buenas tardes —saludó Leo.

El chico le sonrió de forma bonita, para él era difícil ver hombres tan guapos como éste que se presentaba en su tienda, sin olvidar a su amado Ravi.

—¿En qué te puedo ayudar?

Le dio un calambre en el estómago antes de hablar.

—Tal vez y te suene raro, pero necesito preguntarte por alguien. Me llamo Jung Taek Woon y estoy buscando a un amigo, se llama Kim Won Sik.

Hyuk se quedó quieto pensando en el nombre, nunca lo había oído y eso que gracias a la tienda conocía a medio barrio.

—Pues no, la verdad no he escuchado ese nombre por aquí. Descríbeme a tu amigo y tal vez sepa algo.

Leo pensó unos segundos en la cara de Won Sik y se entristeció. Recordarlo era doloroso.

—Mide 1.83, tiene 22 años es de cabello color negro rapado a los lados y largo de arriba, piel blanca, nariz... normal, boca pequeña, cejas gruesas, voz gruesa y risa escandalosa... tiene perforados ambos oídos, su mirada es profunda...

Trató de sonreírle al chico en cuanto terminó su pésima descripción, pero sólo le salió una mueca extraña.

Hyuk supo de inmediato de quien hablaba, no había nadie más con esa apariencia.

—Lo siento, tampoco conozco a nadie con esa descripción. ¿Estás seguro que vive por aquí? Tu no te ves como alguien que sea de este lado de la ciudad. Tal vez te equivocaste de lugar.

Taek Woon inspiraba el dinero y la clase que poseía, ver a una persona así por ahí era impensable. Hyuk se preguntó que hacía un hombre como ese preguntando por el adicto de Ravi.

"¿Un cliente?, vaya Ravi, ya vas aumentado la tarifa". Imaginó.

—Tal vez y estoy equivocado —contestó Taek con desilusión.

Se sintió idiota al pensar que seria fácil dar su descripción para que de inmediato le dijeran hasta donde vivía.

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TORTURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora