PARTE CUARENTA Y SEIS

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El frío del metal en su sien le hizo sudar.

Ravi recordó la primera vez que N le dijo que lo amaba. De eso ya habían pasado 8 años y aún lo tenia muy fresco en la mente.

Pero ahora no había nada mas en su cabeza que esos recuerdos ya que la persona que ahora le apuntaba ya no era la misma.

-Detente. -Susurró. -Detente...

Escucho crujir el gatillo ante la poca presión que estaba haciendo N.

-¿Qué estás haciendo? -Volvió a susurrar.

La respiración de N se escuchaba agitada, como si un toro estuviera ahí, dispuesto a atacar.

-Lo sabes... -Respondió con calma. -...sabes que hago aquí.

Ravi trató de moverse pero era arriesgarse mucho. Movió sus manos para poder tomar su brazo y tal vez hacer a un lado el arma que le apuntaba.

-Quieto querido. No hagas ninguna estupidez.

-Mira quien lo dice. -Ravi dio una ligera risa burlona.

Sintió el cañón darle un pequeño golpe en la frente que lo empujo un poco hacia atrás, pero seguía siendo apuntado.

Por varios segundos solo se pudieron escuchar sus respiraciones.

Ravi sabía que no lo mataría, aunque N no era alguien que se tentara el corazón por nadie, pero tal vez esta fuera una excepción.

-¿Me matarás N?

Lo escucho suspirar.

-Es lo que más deseo pequeño.

-¿Por qué?

-Me rompiste el corazón...

Un escalofrío bajó por la columna de Ravi quien se sintió aun mas indefenso.

-No tienes derecho a decir eso cuando tu marchitarse y arrancaste el mio primero.

Sintió que alejó el arma de su cabeza, entonces aprovecho el descuido y tomó su muñeca arrojándolo a un lado, sobre la cama y se subió sobre él para inmovilizarlo. La mano con la pistola la puso lo mas lejos que el brazo de N lo permitía.

-Estás loco, ¿Qué pensabas hacer? ¿En verdad me hubieras disparado?

La escasa luz que se colaba por la ventana dejaba ver en sombras el rostro afligido de N quien se mordía el labio inferior tratando de controlar el temblor.

-¿N, estás bien? ¿Qué demonios pasa contigo?

Sintió que la mano del arma se abrió dejándola caer sobre el piso, haciendo un ruido hueco y pesado. Ravi se sintió más tranquilo que ya no la tuviera al alcance.

Lo escucho como controlaba su respiración, su cuerpo temblaba debajo suyo.

-Contéstame, ¿Qué demonios ocurre contigo?

Entonces N comenzó a llorar de forma desconsolada.

Ravi se quedo totalmente quieto, seguía montado sobre sus caderas mientras sentía como lloraba. Sintió pena y por eso se agacho y lo abrazó.

Se quedaron callados y abrazados mientras las lágrimas de N dejaban de salir a chorros.

-¿Te sientes mejor? - Preguntó Ravi una vez que escuchó que solo gimoteaba y había dejado de temblar.

Pero nuevamente solo obtuvo silencio.

De la nada las manos de N se encerraron sobre el cuello de Ravi atrayendolo hacía sus labios que besó con apuro y de forma extraña.

Ravi intentó hacerse para atrás pero era mucha la fuerza que evitaba que escapara. El aliento de N era dulce, sabia a alcohol. Se dejó llevar más allá de lo que su poca conciencia lo dejó, era besar el pasado, recordar ese amor podrido pero lleno de pasión. Abrió la boca y dejó pasar la lengua de N quien sin ningún miramiento se permitió explorar la cavidad de Ravi.

Rodaron por la cama y ahora el mayor estaba sobre el pequeño, desabotonando el pantalón de mezclilla y alzando la camiseta para lamerle los pezones. Ravi acariciaba las nalgas y las caderas de su viejo amor, rememoró los vestigios de la soledad y el dolor que sufrió en tiempos pasados por su culpa.

Se desnudaron con prisa pero se tocaron con roces suaves provocándoles escalofríos en la piel.

Poco a poco se fueron olvidando de lo que los hacía odiarse y comenzaron el acto de amor que ninguno deseo tanto como el propio N que sin quererlo dejó que su pequeño lo tomara como muchas veces lo hizo. Las manos hábiles lo tocaron como solo Ravi sabía y le dieron en los puntos exactos que lo hacían gozar.

Se disfrutaron con calma, recordando lo mucho que se amaron.

Toda la noche la dedicaron a regocijarse con el contacto de su piel y de cada parte prohibida de sus cuerpos, olvidándose del mundo exterior que los rechazaba y los hacia sentir menos, en esos momentos solo se tenían uno del otro queriéndose tanto como solo dos almas torturadas pueden hacerlo.

El cielo tronó dando inicio a una fuerte lluvia. Los rayos se fundían con los gritos de placer de N mientras seguían disfrutandose uno del otro.

Ravi terminó dentro del delgado cuerpo de su ex amante justo cuando un rayo atravesó cerca de su ventana y alumbró el rostro lleno de sudor de N que estaba montado sobre él. La luz le mostró el error, la confusión, la terrible verdad.

La oscuridad regreso llenándolo de alivio, ocultando su vergüenza pero de cierta manera, no se arrepentía. Quiso tanto volver a acostarse con N que todo lo que sintió fue tan real y auténtico, que en ningún momento pensó en Taek Woon.

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Leo salió de la oficina de su padre con los ojos llorosos y las fotografías de su deshonra apretadas contra su pecho.

Subió con prisa hacia su auto y le pidió al chófer llevarlo hasta la casa de su novio.

El cielo encapotado mostraba tal cual se sentía su alma y las gotas de lluvia que comenzaron a caer, se unieron a sus lágrimas que no pararon hasta que llegó a la casa de Won Sik.

El auto se estacionó en la entrada y se dio cuenta que las luces de la casa se encontraban apagadas, sus pensamientos supusieron que seguiría dormido, no quería molestarlo pero necesitaba hablar con el, quería saberse a salvo bajo sus brazos y amado con sus besos.

La tormenta caía pesada cuando bajo del auto y camino corriendo hasta la puerta. Saco su copia de la llave y abrió la puerta de golpe, la lluvia lo empapaba y el frío del ambiente lo impulsaron a entrar sin pedir permiso.

La penumbra del lugar no le permitió ver nada, camino a tientas hasta el cuarto de Won Sik sin hacer más ruido, quería verlo dormir, eso siempre lo tranquilizaba.

Tomó el picaporte de la habitación pero estaba semiabierta. Empujo con dos dedos la puerta y esta se abrió por completo.

La oscuridad era casi nula, no veía nada, hasta que un rayo iluminó la estancia, mostrándole lo que se escondía en las sombras.

TORTURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora