PARTE VEINTICUATRO

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Leo salio corriendo de la casa de Hong Bin una vez que le dio esa buena idea. De vez en cuando se le ocurrían buenos planes.

***

-Deja de estar haciendo un embrollo por un simple chico, te recomiendo que vayas a tu hogar, te bañes, trates de dormir un poco o relajarte al menos y en la noche voy a tu casa a planear correctamente su reencuentro. Estás haciendo todo muy tedioso, si lo quieres ver te ayudaré a que se vean sin que tengas que andar metiendo a más gente. Sólo véanse, hablen y punto. Ay! Jung Taek Woon, el que estés enamorado me hace enojar.

***

Su chófer condujo despacio por la abarrotada avenida, el tránsito estaba muy pesado y Taek necesitaba regresar cuanto antes a su cuarto. Por segunda ocasión el corazón le latía emocionado, la primera fue esa vez en el cuarto de hospital donde Won Sik lo besó. Sonrió de forma tonta mirando hacia la ventana, sacó su celular y miró la hora, ya estaba oscureciendo. Presintió que la ayuda de Hong Bin sería lo mejor, hacer y pensar las cosas solo sería un problema, no sabía de que manera podría llevar su reencuentro con su querido... volvió a reírse el solo mientras su chófer daba vuelta en la calle donde estaba su casa.

Cuando entró se encontró en la sala principal a sus padres, ambos platicaban con cara de angustiados y no se dieron cuenta cuando Leo paso a su lado sin ni siquiera saludarlos.

Subió hasta su cuarto y se encerró deseando ésta vez poder calmar todas esas emociones que estaban atormentándolo. Estaba extasiado y al mismo tiempo triste. Lo había encontrado, eso le daba felicidad pero no de la manera que esperaba, las condiciones en las que vivía y la gente con la que lo vio eran fuera de su mundo, eso lo hacía entristecer. Won Sik pertenecía al sector pobre dentro de la sociedad coreana, entonces comprendió que no podrían compartir ciertos gustos pero para Taek eso eran simples tonterías, podría ser más importante el echo de que estaba enamorado de su persona, no de su clase social.

Se quitó el saco gris y lo aventó a la silla de su escritorio. Camino hasta su enorme ropero y sacó dos camisas, sus favoritas, una de color azul rey y la otra rosa pálido. Ambas habían sido regalos de su único primo que ahora vivía en Estados Unidos. Las puso sobre la cama y decidió cuál sería mejor para ver a Ravi... "Que apodo más extraño" pensó.

Su celular sonó.

Regresó trotando hasta el escritorio y de la bolsa interna de su saco sacó el aparato. Indicaba una llamada de Hong Bin.

-¿Qué paso? -Contestó.

Se escuchaba el ruido del potente motor del auto deportivo de su caprichoso amigo.

-Ya estoy a unas calles de llegar a tu casa pero olvide comprar un poco de alcohol, se que podrías agarrar algo de la colección de botellas de tu padre, ya sabes, la noche será larga y de cierta manera podrías invitarme una copilla para que mis ideas floten.

-Será mejor que tus ideas sean las mejores que haya oído. El alcohol estará esperándote, conduce con cuidado.

Le colgó y camino deprisa hasta la puerta. Bajo las escaleras y se dirigió hasta el bar en el ala oeste de la enorme casa. En ese lugar su padre ofertaba grandes fiestas que el siempre odio por lo tedioso que era hablar con hombres llenos de porquería en la cabeza, para ellos sólo era un tema en particular: quien tenía más dinero y poder.

Agarró dos botellas de whisky, una cubeta de hielos, vasos, bolsitas de cacahuates y un refresco por si alguno de los dos no quisiera tomarlo solo.

***

-Ok, ya discutimos todas las formas posibles para que pudieras encontrártelo por "casualidad".

Hong Bin estaba ebrio después de que llegó y lo primero que hizo fue servirse la primer tanda de bebidas a las que obligó a Leo tomar con él y por lo mismo ya estaba en el mismo estado.

-¿Me estas poniendo atención, Leo, Leoncito? jajajajajajaja.

Ambos se rieron con muchas ganas mientras se servían mutuamente.

-Te entiendo perfectamente y por favor deja de decirme así, es un apodo estúpido.

-Esta bien señor Jung. -Aún en el suelo, agachó la cabeza hasta el suelo haciendo reverencia.

Taek soltó una carcajada.

-El señor Jung es mi padre Bin, llámame por mi nombre, tu eres mi amigo de toda la vida, de echo el único. Que triste. Jajajajajajaja

-Brindemos por eso Leo.

Subió su vaso más arriba de sus cabezas y espero a que chocara su bebida con la suya. El sonido del vidrio fue seco, sonaba como una tregua de amistad entre ambos. Hong Bin al fin estaba entrando en el corazón de su querido amigo.

-Basta de niñerías, al final ¿En que quedamos? - Leo se tomó de golpe todo el contenido de su vaso y permitió que Bin le sirviera más.

El otro tomo un puñado de los cacahuates y se los arrojó a la boca tirando parte en la alfombra. Se rió y cogió uno a uno los del suelo y se los comió con calma.

-Ok, ya discutimos todas las formas posibles para que pudieras encontrártelo por "casualidad".

Leo se rió llevándose la mano a la boca.

-Eso ya me lo dijiste.

-Cierto, ok. Lo mejor será como lo que te dije al principio, yo iré hasta su casa esperando encontrármelo sólo a él y decirle que tu estas buscándolo y que quieres reunirte. Le daré la dirección de mi departamento para que tengan privacidad y ahí ya estarás tu esperándolo. Bien... ¿si o no?

Se miraron sonriéndose.

-Así esta mejor, sin tantos enredos. ¿Tanto te tardaste Bin para que al final hagamos lo que pudiste haberme dicho en tu casa esta tarde?

Hong Bin dejó de sonreír.

-Quería volver a venir a tu casa y pasar tiempo contigo, desde lo de tu insomnio te has vuelto aún más huraño de lo normal, tu también eres mi único amigo y deseaba que estuviéramos a solas al menos de ésta forma.

TORTURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora