PARTE ONCE

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El amor puede crecer entre dos personas de diferente manera, tal vez por una simple sonrisa o como un proceso en el cual te sientes, de cierta forma, identificado y aceptado.
Enamorarse representa una atracción, un deseo y una necesidad por querer estar con la otra persona.

Caminó apresurado hasta la salida del hospital, lo esperaba su chófer

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Caminó apresurado hasta la salida del hospital, lo esperaba su chófer. Metió de prisa su maleta y cerró la puerta esperando que el auto arrancara de inmediato. Debía ir a la universidad y presentar un trabajo ante su profesor de lengua, era uno sencillo, pero valía demasiado.

Llegó en 30 minutos y bajó corriendo. Los salones de clases se dividían por eso mismo, por clases. Era una escuela de administración y todos los alumnos estaban acomodados de manera que los hijos de los dueños de las empresas no tomaran las mismas clases con los mismos maestros que los sobrinos o hijos de los segundos al mando en una empresa. Clasificando y dividiendo desde el principio, las sociedades siempre se han distinguido por eso. Para Taek eso era una forma nada honorable de clasicismo en pleno siglo XXI.

Entró en el salón y el profesor ya estaba esperando.

—Señor Jung, llega puntual como siempre. Adelante, comience.

Sus faltas constantes eran vistas como algo normal, además ayudaba que su padre fuera gran contribuidor en donaciones a la universidad. La forma de tratarse de los alumnos también se basaba en cuanto dinero poseía tu familia, Leo era de los "populares" debido a la incalculable fortuna que creaba la enorme empresa que controlaba su progenitor, tenía sedes en toda Asia y Europa. Sus compañeros lo trataban con mucho respeto y nadie se metía con él, era como si fuera un fantasma al que nadie le hablaba por el miedo que inspiraba su mirada. Algo a lo que también le temían era a su singular tono de voz, tranquilo y suave, lo sentían autoritario. Para Leo eran ridiculeces pero al menos eso lo ayudó a estudiar sin ser molestado y a llevar una buena relación con sus maestros. No era un alumno sobresaliente pero si lo suficiente para ser admirado.

Era fácil ser él.

Pero para Leo no lo era, odiaba que le temieran por su posición social o que le trataran con demasiado respeto. Estaba acostumbrado pero eso no quería decir que le agradaba.

Terminó su exposición ante el profesor con algunas fallas pero de todos modos sacó la calificación perfecta.

Abandonó el salón y caminó hacía la cafetería del campus ya que necesitaba un poco de café para despertar, la noche anterior no durmió nada como de costumbre, aunque ésta vez fue por él, por Won Sik.

Estuvo despierto gran parte de la madrugada viéndolo dormir, en ese momento no se dio cuenta que sus sentimientos hacia él, eran meramente físicos, le gustaba su risa escandalosa, su espalda ancha, la voz rasposa y su forma de hablarle. Sonrió al sólo recordarlo.

Se sentó en las gradas del campo de fútbol, algunos estudiantes entrenaban. Tomaba de su café mientras pensaba en Won Sik, era prematuro decirlo pero le gustaba.

—El hijo pródigo regresa.

Se sintió abrumado al escuchar su voz.

Hong Bin se acercó para sentarse a un lado de Leo.

—El que anda descalabrando chicos de la calle.

Su última frase le dio mucha risa pero Leo se mantuvo sin mirarlo, a veces olvidaba lo arrogante que era.

—Eres muy ruidoso.

Siguió bebiendo, su amigo se relajó y se mantuvo callado unos minutos.

—¿Cómo te sientes? Ha pasado un buen tiempo sin que te diera una de tus crisis. ¿Otra vez te mandaron esas pastillas?

Hong Bin lo conocía desde que eran unos niños de 9 años, no había tanta comodidad al estar juntos a pesar de haber crecido casi como hermanos, se conocían bien el uno al otro.

—No, sólo fue cansancio por el insomnio, la doctora me pidió que siguiera con los sedantes.

—Mmmh, y ¿Tu salvador? ¿Como te fue en su reunión?

Algunas veces era fácil hablar con él, dejaba que platicaras tus problemas y te escuchaba sin juzgar y sólo si se lo pedías, te podía dar un buen consejo. Eso era de las pocas cosas que le agradaban de Bin, su confianza, su amistad.

—Me gusta.

El aire de la mañana ya era cálido, meció los cabellos de Leo alrededor de su rostro desacomodando su peinado.

—Si, se ve que es un buen hombre.

Leo se dio cuenta que no lo había entendido.

—No, me gusta él.

Hong Bin mantuvo el silencio durante unos largos segundos, después agregó.

—Te creo, el amor a primera vista sí existe.

Taek lo volteó a ver, Bin tenía las piernas recogidas y se abrazaba a ellas, miraba al campo.

—¿Tú te has enamorado a primera vista?

Su amigo sonrió y dejó de ver a los jugadores para encararlo.

—Todos los días veo chicas lindas y me enamoro de ellas.

Le sonrió enseñando todos los dientes y marcando sus hoyuelos.
Leo le puso mala cara y dejó de verlo.

—¿Pero qué hizo para que te gustara hyung? Sólo has hablado con él una vez. ¿Que tiene de extraordinario para tenerte encantado?

Se recordó viéndolo del otro lado de la mesa mientras se contaban los momentos bochornosos en su vida, su sonrisa de esa vez le movió el alma y hoy en la mañana el verlo tan tranquilo a la luz de la mañana mientras su sonrisa iluminaba la estancia al ver el globo que le compró, hizo que sus pulmones respiraran descontrolados, por así decirlo.

—Descongeló los latidos de mi corazón.

Esa respuesta tan sincera hizo a Bin sentirse cómplice de algo importante, sabía que era al único que le contaría y por tal motivo sintió que era su responsabilidad darle un consejo, por que Jung Taek Woon jamás se había enamorado.

—Entonces deja que lata por él. No detengas ese sentimiento que crece.

 No detengas ese sentimiento que crece

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TORTURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora