PARTE RELLENO

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Ravi salió del cuarto de hotel con los bolsillos llenos de dinero y el corazón vacío.

Habían pasado dos meses desde que Taek y el se habían separado y no pasaba ni un solo día que no dejara de extrañarlo y pensar en el.

Su esperanza se esfumo desde el día en que no volvió a recibir ningún tipo de señal de su querido. Se volvió loco de saber que no lo buscaría y que de seguro ya estaría sanando de la herida tan profunda que le provoco.

Las palabras de Hong Bin fueron tan reveladoras que le hizo caso y no volvió a buscarlo. Se encerró a si mismo en su mediocridad y siguió viviendo como lo hacía antes de conocerlo. Su casa se volvió centro de reunión de adictos y ladrones, aumento las tarifas sobre su cuerpo y aumentó a sus clientes, diariamente se acostaba con 10 o 15 hombres si la tristeza lo dejaba levantarse de la cama, se estaba arriesgando al meterse a barrios que no eran de N para poder venderse, su vida se volvió como un sueño borroso, las horas pasaban lentas y a cada minuto su sonrisa, la sonrisa de Taek Woon venía a atormentarlo.

N y Ken habían desaparecido nuevamente así que estuvo solo esos días donde la muerte nunca le pareció tan tentadora...




El calor de la habitación lo despertó de golpe. Su cuerpo sudaba a chorros. Se paró del colchón para buscar su ropa. Se puso el pantalón negro desgarrado en las rodillas, la playera azul celeste y su típica chamarra de cuero negro.

Se revolvió los cabello de la cabeza y de la chamarra sacó una cajetilla de cigarros. Prendió uno y lo fumó despacio viendo el humo perderse en ese lugar que era su hogar, su refugio. Su cuarto estaba adornado con las paredes grafiteadas por él y lo único que podías leer era su apodo escrito en diferentes tipos de letras: Ravi. Miro cada graffiti hasta llegar a uno especial, el que pintó el día que Taek lo ayudó a limpiar su casa y habían tenido relaciones por primera vez en su habitación. La imagen era solo un símbolo que significaba amor en runas y su nombre junto con el de Taek enmarcados alrededor...

Se le hizo un nudo en la garganta y evitó con todas sus fuerzas llorar.

Aspiró fuerte del cigarro y sintió el mareo que provocaba el tabaco, uno de los pocos placeres que le quedaban.

Sacó su teléfono celular y miró el único número de su agenda que le importaba.
Dejo el dedo sobre la tecla de llamar largo rato pero no se atrevió a pulsarlo.

"Ojalá y aún pienses en mi". Dijo en el vacío de su cuarto. "Yo no puedo dejar de extrañarte".

Termino su cigarro y aventó la colilla a la pila de basura que había en la esquina del cuarto. Necesitaba alcohol para obligarse a callar las voces que le incitaban a darse por vencido. A recordar cada error y a pensar que por su culpa, había alejado a la única persona que le hacía creer que era un ser humano.

El corazón se le agitó, la mirada somnolienta de Leo regresó a su mente y poco a poco la sombra oscura del dolor lo fue abrazando hasta derribarlo. Sus ojos no pudieron más y las lágrimas amargas salieron de golpe... dejando al pobre chico recostado en la cama, mordiéndose los labios para no gritar.


TORTURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora