PARTE TREINTA Y UNO

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La puerta solo dio un timbrazo, no podía ser nadie más que él.

Leo dejó la cuchara con la que estaba revolviendo la salsa para la pasta y bajo la flama de los champiñones que estaba friendo, el estómago se le revolvió y sintió una pesadez sobre sus hombros.

Había llegado.

Se quitó el delantal y camino presuroso hasta la entrada.

Detuvo sus pasos frente a la puerta y trató en vano, calmar su atolondrado corazón.

Abrió despacio mientras cientos de preguntas le vinieron a nublar el poco juicio que le quedaba, se sintió mareado. Se pidió a sí mismo que no se desmayara, al menos no ahora.

La figura delgada de Won Sik apareció ante sus ojos como un sueño, estaba bañado en la luz del pasillo que no le hacía honor a su bonita piel.

Sus ojos mostraban confusión o miedo, no lo pudo descifrar pero no lo imagino más nervioso que el.

-Hola Won Sik, bienvenido. Te extrañe.

Las palabras salieron solas, se avergonzó por la última frase pero era verdad, lo había extrañado como jamás extraño a nadie.

-Espero no llegar tarde. -Ravi sonrió con timidez, sus ojos bailaban alrededor de la figura de guapo Leo.

-Llegas justo a tiempo, no espere demasiado. Pasa, esta comenzando a hacer frío.

Abrió más la puerta y dejó que entrara con el andar distraído ya que chocó con una pequeña maceta que casi tira.

-Lo siento.

Se miraron a los ojos para sonreírse pero de inmediato desviaron la mirada hacia lo primero que tenían a un lado, avergonzados.

-Ven, sígueme hasta la sala. Yo estoy preparando algo para comer. ¿Ya cenaste?

El bonito pasillo que llevaba hasta la sala era genial, tenía cuadros pintados en las paredes y algunas figuras de arte en el piso. Parecía una galería.

La sala tenía 3 enormes sillones de piel negra, las paredes pintadas una blanca y la contraria roja. La mesa de centro era grande y tenía libros acomodados en la parte baja. Había más macetas con platas, algunas lámparas de piso, trofeos en uno de los estantes y libros en el enorme librero. Las alfombras eran de tipo piel de tigre, el comedor se veía a lo lejos con sillas que parecían de metal, los pisos eran blancos y un pilar separaba la estancia con el comedor, había mas cuadros colgados. Nada parecía combinar pero se veía perfecto.

-Solo desayuné pero de eso ya hace un rato.

Lo siguió por el largo pasillo hasta la sala donde se quedo parado esperando las indicaciones para sentarse. Leo lo miró como se mira a un niño pequeño.

-Puedes tomar asiento, ¿Quieres algo de tomar?

Ravi hizo caso y se acomodó despacio dejando todo su peso hacer crujir la piel de sillón.

-La verdad estoy muy nervioso así que por favor dame de lo más fuerte que tengas.

Leo solo sonrió y se encaminó hacia la cocina, pero la voz de Won Sik lo detuvo.

-Taek, lo siento, sé que fui muy idiota al irme y no decirte nada, desaparecer así como lo hice no fue justo pero...

-No hables de eso ahora, tenemos toda la noche. Ahora regreso.

Y se volteó y desapareció de su vista.

Ravi se sintió estúpido "Maldición, ¿Puedes dejar de arruinar las cosas? parece que eres experto", se recriminó. "Deberás aprender a cerrar ese hocico que tienes".

Taek Woon regresó con dos copas y una botella de vino blanco, se agacho frente a la mesita de centro y dejó todo ahí. Sirvió el liquido y se volteó para darle una de las copas al otro que seguía regañándose pero que se quedó encantado por la hermosa visión que tenia de frente a él, la figura de Taek, los labios rosados, las manos largas y la suave voz le movieron algo dentro que lo impulsó a abalanzarse sobre Leo y besarlo con toda la pasión que guardó dentro de sí mientras estuvieron separados.

Se había hincado en el piso para quedar a la misma altura y aprisionó su cara entre sus manos para que no pudiera escapar, fue dejando caer su peso sobre él aplastando sus cuerpos contra la alfombra. Al principio el beso fue torpe, pero dejaron explorarse uno al otro logrando que sus bocas se coordinaran. Para Ravi sentirlo debajo suyo lo llevó a un total éxtasis ya que sus cuerpos embonaban bien.

Leo tenía la cabeza volando, eran nuevas esas sensaciones, nunca se había acostado con una mujer, menos con un hombre, ese era su primer beso apasionado,  la primera vez que alguien tocaba su lengua y que tenía una erección gracias al roce de otro cuerpo. Sabía que debía tener las mejillas coloradas y los labios rojos pero no quiso que se detuviera, de echo ni siquiera pensó en pedírselo, lo que sentía era mejor que lo que se imaginó alguna vez, pero su mente le estaba jugando mal, le estaba entrando un poco de miedo puesto que las manos de Won Sik estaban tocando ya no solo su cara si no también su cuello, su pecho y las había dejado sobre su cintura.

Ravi se atrevió a levantar su camisa para tocar esa piel tan blanca que parecía de porcelana, acarició despacio parte de sus caderas y comprobó lo suave que era. Aceleró la velocidad del beso y en un impulso rápido, agarro a Leo y lo jaló de tal forma que quedara sentado encima de él con sus piernas rodeándolo, así tenia acceso a cualquier parte de su cuerpo. Siguieron besándose hasta que un imperceptible y suave gemido salido de la garganta de Taek hicieran que Ravi perdiera por completo el control haciéndolo bajar ambas manos sobre el trasero de Taek, quien sintió verdadero pavor. 

TORTURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora