PARTE SESENTA Y CUATRO

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La respiración se le volvió irregular mientras se imaginaba y trataba de pensar que lo que acababa de escuchar sí era cierto.

"Sólo es un idiota".



Leo avanzó a paso veloz hasta entrar al hospital, llegó a la sala de espera y miro a su alrededor, solo estaba el chico de labios gruesos, dormido. Nadie más.

Sacó el celular y se fijó si no tendría algún mensaje de Hong que le avisara que se iría o algo, pero no había nada.

Caminó decidido hacía la habitación de Won Sik.

Debía oírlo de su propia voz, nada terminaría si no escuchaba la verdad.

Estaba furioso.

Entro a la habitación sin tocar y cerro de golpe.

El ruido y la precipitación tomaron desprevenido al paciente que aún tenia la vaga esperanza de que por fin N tomara en serio sus palabras y se alejara de él, era muy estúpido para pensar algo mejor.


La entrada de Leo lograron que Ravi se asustara, ambos se miraron con sorpresa, Leo por la vergüenza que ahora lo embargaba por su estúpida manera de comportarse al entrar y Ravi por la sensación de felicidad de verlo por fin. Estaba ansioso por pararse y abrazarlo pero su conciencia lo detuvieron, no era el momento.

-Lo siento. -Dijo el nervioso Leo.

-No, lo siento yo. -Contestó de inmediato el otro y lo dijo con toda la verdad que podría hacerlo, se estaba disculpando por su idiotez. -Por favor ven, siéntate a mi lado.

Leo se quedó un momento recargado en la puerta, decidiendo qué sería lo mejor, quería acercarse pero nuevamente el recuerdo fue más fuerte, ahora más que nada no podía doblegarse. Lo pensó un segundo y lo obedeció, se acercó despacio, sus ojos miraban a todas direcciones menos hacia él. Se sentó en una silla blanca cerca de su cama.

Miró de reojo que Ravi se movía con cuidado de la cama para sentarse, también miró la aguja que perforaba su brazo así como las marcas negras en ambos antebrazos por las inyecciones de dro... 

Dejó de mirarlo.

Se aclaró la garganta antes de hablar. 

-Te ves bien, ¿Estás mejor?

Ravi adivinó la incomodidad de su querido por la forma en que se agarraba las manos y las frotaba. Le observó lo blanquecino de su rostro y los círculos alrededor de sus ojos. La demacración de su cuerpo se había vuelto mas cadavérica.

Le vino a la mente lo que Hong Bin le dijo cuando fue a buscarlo a su casa, sobre el hecho de que por su culpa estaba descuidando mucho su precaria salud. Se lamentó saberse idiota por no darse cuenta de lo que pasaba, pero por ese tiempo estaba tan feliz de estar cada día con él que nunca llegó a imaginar el daño que le hacía.

Igualmente carraspeó antes de hablar.

-Sí, estoy mejor Taek. ¿Tu... tu como estás?

Leo alzó los hombros de manera desinteresada. Aún no podía verlo a los ojos a pesar de que su cerebro estaba obligandolo. En ese preciso momento su mente le lanzó una reproducción de la manera que lo encontró con el otro hombre y le dolió algo más que el estómago, pero no había tiempo para enredarse en todo lo que sentía en esos momentos en los que se mezclaba el deseo por abrazarlo y besarlo a la par de gritarle y darle un buen puñetazo por la manera tan cruel que fue para poder engañarlo. Necesitaba respuestas.

Todo éste tiempo había sido un chico bueno, ya era momento de ponerse en el papel del desalmado de ojos fríos y voz atemorizante del que tanto podía escuchar decir a sus compañeros de universidad sobre él.

-Cállate, no hables hasta que te lo pida.

Ravi abrió los ojos por la sorpresa, su Taek no lo miraba y le hablaba con toda la frialdad del mundo, estaba claro que aún no lo perdonaba pero eso fue el menor de sus problemas ya que creía, no, estaba totalmente seguro de que el idiota de N le había dicho algo.

Se imaginó lo peor, así que solo le dijo "si" mientras que Taek Woon se armaba de valor para mirarlo.

Al decidirse, Leo no supo de que manera su cuerpo respondería, creyó que lloraría o sonreiría pero no hubo nada, no sintió nada al verlo, mas que desconsuelo, esa delicada pero persistente pena que le hacía jadear.

-Quiero la verdad, quiero saber todo. No te limites a ocultarme nada, ni te atrevas. Puede que ya haya escuchado una versión de la que tu puedas cambiar con mentiras. No seas tonto. ¿De acuerdo?

Ravi descubrió que la mirada de Taek Woon estaba bordeada por un matiz de dolor. Se imaginó lo peor, N era tan cobarde en ese aspecto y tan hábil, sabía como dañar a alguien solo con sus palabras.

Tenía que ser sincero.

-Nunca te he mentido pero como te dije desde esa primera vez, no te quiero perder, por eso solo oculte información. Porque creí que al fin podría ser libre de todo lo malo que había a mi alrededor, pero me equivoqué. Nunca me será posible alejarme de las garras de él.

Se detuvo y agarró un poco de aire.

-¿De Hakyeon?

Para Ravi, escuchar su verdadero nombre le era regresarlo a la primera vez que se presentaron, cuando no sabía que estaba conociendo al diablo.

-Sí, él.

-¿Qué tiene que ver él con tu vida? Sé que no tengo ningún derecho a obligarte a decirme todo tu pasado, pero ahora eso ya no me importa. Me engañaste... me hiciste creer que me querías y entraste a mi vida tan de pronto que te dejé pasar sin pensar en las consecuencias. Y ahora mírame, cada día muriendo de amor y de tristeza. Dime si eso es justo... dime si enamorarme de ti fue lo correcto, dime si no debo arrepentirme, si correspondes mis sentimientos. No seas un cobarde y háblame con la verdad.

El sonido del oxímetro en su dedo aumentó en velocidad, su corazón se agitó de una manera brutal y ahora pareciera que quería salir volando de su pecho, como si nunca se hubiera detenido a pensar eso. 

Taek Woon, sin en cambio, parecía más que dolido, su rostro mostraba una incomodidad, no mental si no física, como si le estuviera doliendo alguna parte de su cuerpo y Ravi se afligió más verlo así,  ya que estaba seguro que lo que Taek sentía en esos momentos era totalmente desesperante. 

TORTURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora