PARTE CUARENTA

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El chófer de Leo lo dejó en la esquina de donde vivía. Aun era temprano por lo que no había nadie en la calle que lo pudiera ver.

Se metió en su casa y fue directo a la cama. El colchón era nuevo, regalo de su novio. Las paredes seguían siendo las mismas solo que ya no estaban manchadas.

Se aventó a la cama disfrutando de la suavidad de las cobijas y la comodidad de la almohada.

Su casa no había cambiado mucho pero sin toda la basura, ahora se veía más como un hogar. Leo le había comprado no sólo el colchón si no que un pequeño refrigerador, otro sillón y un comedor solo para ellos dos. Se sintió apenado el primer día que lo dejó pasar tal y como sufrió cuando vio a Hong Bin mirar alrededor y que descubriera de que manera vivía. Pero a Leo no le importó, entro en la casa y solo se fijo en que lado del sillón sentarse, nada más.

Le ayudo a limpiar todo un fin de semana y le compro los muebles sin siquiera pedirle permiso. Se lo agradeció con una buena noche de sexo salvaje donde termino con las piernas temblorosas y rasguños por toda la espalda y pecho. Lo recordó como si hubiera sido ayer, sintió mariposas en el estómago junto con un calor interno que lo excitó.

Saco su celular para despejar la mente pero en el fondo de pantalla tenía una foto de su Taek sonriendo apenado a la cámara mientras estaba recostado en el jardín de su casa. Su sonrisa opacaba el brillo del sol y a las flores a su alrededor. Se veía muy guapo y era solo una de las cientos de fotos que ya le había tomado. Le encantaba verlas, en cada había un recuerdo. También tenía música, Leo le hizo una lista con sus autores y cantantes favoritos para que los escuchara, eran puras baladas o canciones pop que Ken ya le había mostrado pero estas eran diferentes ya que le gustaban a su novio.

Puso el reproductor de música y cerró los ojos, hasta la noche tendría algo que hacer, saldría con un cliente, uno de los frecuentes. Mientras podría descansar por lo que se durmió.

La noche lo abrazó.

Sus ojos se abrieron despacio por un sonido. La vista no pudo distinguir bien a la figura que estaba de frente a él recargada en el marco de la puerta de su cuarto. La oscuridad se lo impedía. Creyó soñar por lo que volvió a cerrar los ojos, aun tenía sueño.

El mismo ruido volvió a alertarlo y abrió de golpe sus párpados, la figura seguía ahí, mirándolo sin moverse. Sintió una extraña necesidad de levantarse y correr pero se quedó quieto esperando a ver que hacía la persona que invadía su casa.

-Tengo ya un rato esperandote, despierta.

Esa voz inconfundible le habló.

Se sentó en la cama y cuando estuvo a punto de levantarse volvió a hablar.

-Quédate quieto.

La noche no dejo que viera su rostro, pero por el sonido de su voz pudo notar que estaba molesto. Muy molesto.

-¿Cómo entraste? -Preguntó y trató de escucharse calmado.

No recibió respuesta.

Intento levantarse nuevamente, se sentía indefenso en la posición en la que estaba, pero la figura, al ver qué se proponía, se movió rápidamente hasta quedar frente a Ravi quien sintió un pedazo de metal en su frente impidiéndole moverse, entonces lo adivinó y la respiración se le entrecortó.

N le estaba apuntando con un arma.

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El día que Ravi y N se conocieron, fue una atracción inmediata.

Ravi seguía con Taecyeon quien lo obligaba a ir por su droga a la casa de N quien era y aún sigue siendo, el único distribuidor de ese distrito.

El joven y maltratado Ravi tenía tal dependencia a la única droga que lo hacía inmune a los daños que le hacía Taecyeon, que ese día que vio por primera vez a N se le quedó grabado en la mente la figura de un ángel de piel tostada y ojos penetrantes. Se gustaron de inmediato pero el ya líder N sabia que no podía meterse con los chicos de La Bestia. Era obtener grandes líos, aunque que el delgado y pálido joven valía la pena.

Cada dos días que Ravi iba por el consumo solicitado, N le daba de comer o le daba la dosis que quisiera sin costo. Para el menor fue lógico que lo único que buscaba el líder era lo mismo que buscaban los demás de el, su cuerpo, pero el mayor con su bonita sonrisa y buenos modales, lo fue enamorando poco a poco hasta desear querer verlo todos los días.

Era una necesidad para Ravi que el majestuoso líder le mirara y lo tomara de la mano o tocara su cara. Le gustaba tanto que cada vez que se acostaba con Taecyeon se imaginaba que lo hacía con N. Su obsesión por él lo llevo incluso escaparse a mitad de la noche para ir a verlo, se ocultaron un tiempo de la vista de los demás y cuando menos se dieron cuenta, ambos se enamoraron uno del otro.

Para N fue difícil saberse encaprichado por un niño, pero había algo en el pequeño Ravi que le encantaba, no sabia si era su forma de verlo con tal admiración o que mostraba un amor verdadero hacia él, de ese que te quita el aliento y provoca que te duela el pecho cada vez que te separas de la persona amada. Fue raro pero intenso.

Su relación a escondidas fue casi como un noviazgo de niños, se veían y platicaban sobre ellos a la vez que también se besaban pero no pasaron de ahí ya que aun en la mente del líder, sabía lo peligroso que era meterse con La Bestia, así que él era lo único que los separaba, además de que odiaba ver las marcas que le dejaba a Ravi cada que le daba una paliza.

Solo había una forma de hacer que el pequeño solo fuera suyo, y eso implicaba tener que ensuciarse las manos.

TORTURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora