¿Cómo pude haber caído tan bajo?¿Cómo no me dí cuenta antes?
Mi mejor amigo, que resulta que también era el chico que me gustaba, habíamos quedado como casi siempre. Cada vez que quedábamos algo en mi interior daba saltitos de alegría. Él siempre me hacía reír. Me consolaba. Me dedicaba canciones.
Estaba tan segura de que él sentía lo mismo que yo que un día me lancé. Aquel día cuando quedamos, cuando me dejó en la puerta de mi casa le besé. Así de repente, por sorpresa. Pero se me rompió el alma al ver que mi beso, que tanto tiempo llevaba esperando, no era correspondido. Se separó de mí y se fue. Ni siquiera me miró.
¿Qué demonios había hecho? Al día siguiente no me atreví a hablar con él. Daba gracias de que estuviéramos en clases distintas. Prefería esperar un poco a que las cosas se calmaran y después ir a hablar con él.
Pero no fue así.
Pasaron casi dos semanas y seguía sin hablarle. Todavía me moría de vergüenza.
Y así fue pasando el tiempo, hasta que me dí cuenta de que él no sentía lo mismo por mí y jamás podría llegar a sentirlo. Y así fue como poco a poco nos convertimos en los desconocidos que una vez fuimos.
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Mil y una noches de lectura. ©
RandomSi lo que quieres es una corta historia antes de irte a dormir, para leer en el autobús o simplemente porque te aburres, éste es tú libro ideal. ¿Te atreves a abrirlo?