A veces, lo único que necesitamos es un abrazo. Sentir como nuestra piel se funde con la de otra persona. Como todo pasa. Como nos relajamos. Es lo que yo necesitaba.
Porque estaba harta de tener que soportarlo todo yo sola. Las peleas de mis padres. Las notas de mis exámenes. Los cuchicheos de las personas a mis espaldas. Solo necesitaba un punto de apoyo. Algo que me sujetara cuando estuviera a punto de caerme.
Él fue mi salvación. Vino y me alejó de todo aquello que provocaba mi tristeza. Que impedía que mis sonrisas salieran. Lo eclipso todo. Hasta lo que parecía imposible. Me abrazó y me dijo que todo saldría bien. Confié en él y me dejé llevar. Entre sus brazos sentía todo lo que no imaginé sentir jamás.
Por fin me sentía segura. A salvo en la fortaleza de sus brazos.
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Mil y una noches de lectura. ©
AcakSi lo que quieres es una corta historia antes de irte a dormir, para leer en el autobús o simplemente porque te aburres, éste es tú libro ideal. ¿Te atreves a abrirlo?