40. Te echaré de menos.

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Mi madre era mi mejor amiga. Por eso el día que vi que mi padre salía solo del avión de regreso de Los Ángeles supe que había pasado algo. Ellos se habían ido de vacaciones y a mi me dejaron con mi tía.

Mi padre cogió su equipaje y vino hacía mi. Me dio un abrazo y empezó a caminar hacía el coche. Le pregunté muchas veces por mamá, pero se limitaba a quedarse callado y hacer cualquier otra cosa. Empezaba a preocuparme.

Al llegar a casa me dijo que me sentara y eso fue lo que hice. Empezó a decirme que me relajara. Que se me iba a pasar tarde o temprano. ¿Qué iba a decirme? Me estaba preocupando muchísimo.

De repente me lo dijo. Me lo soltó. Cuatro palabras que me dejaron sin aliento. ''Tu madre, ha muerto.''

Reaccioné de muchas formas. Primero me quedé atónita. Repetí esas palabras en mi cabeza. Luego me negué a creerlo. Salí corriendo hasta mi habitación. Me tiré a la cama. Empecé a llorar. A gritar. A maldecir. A tirar al suelo todo lo que había alrededor. Al final me tranquilicé. Me senté en el suelo y dejé que las lágrimas cayeran como lluvia.

Al día siguiente no fui al instituto. Era demasiado. Seguía llorando. Mirando fotos. Rezando para que mi madre volviera. Ahora la necesitaba más que nunca. Solo tenía catorce años. Mi cumpleaños iba a ser dentro de poco. Estábamos organizando la mejor fiesta del mundo. Y ella no estaría allí.

Se iba a perder tantas cosas. Mi graduación. Mi primer trabajo. Mi casa. Mi boda. Esos nietos que tantas ganas tenía de ver. Demasiadas cosas.

A la semana siguiente fui al instituto. Mi padre habló con la directora y ella lo comprendió todo. Los compañeros me preguntaban porqué había faltado. Los ignoraba. Ya se que parecía borde. Pero no quería hablar con nadie. Solo quería estar sola. Odiaba esta situación.

Volvía a casa y empezaba a llorar viendo fotos mías y de mi madre. Me castigaba a mí misma por lo que le había pasado. Podría haberme empeñado en ir con ellos. Así ella estaría viva.

Es muy duro de aceptar que la persona que estuvo formando tu corazón por nueve meses, la que te ayudó en tu primera caída, la que te enseñó a ser amable y tratar bien a la gente, ahora no esté. Ya no volverá y creo que jamás me haré a la idea.

Mil y una noches de lectura. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora