34. La hípica, un sueño inalcanzable.

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Aquí estaba otra vez. Esperando las noticias del médico. ¿Que qué hacía aquí? Es muy simple. Hace cuatro meses tuve un pequeño shock por así decirlo. Estuve muerta durante seis segundos. Desde entonces no paro de visitar hospitales. Pero lo que yo de verdad quiero hacer es volver a mi pueblo, sacar a mi caballo del establo y montar campo a través. Sentir el caballo debajo de mí. El viento refrescándome. La luz del sol brillando. Esquivar obstáculos. Ganar competiciones. Esa era mi afición. La hípica. Para algunos un simple deporte, para mí, una vida.

El médico recibió a mis padre, pero me dijo que yo esperara fuera. ¿Por qué?¿Acaso no era yo la que tenía que escuchar que me ocurría? Pero, ¿y si era demasiado malo para que yo lo oyera? Solo espero que sea lo que sea lo que me ocurra, pueda seguir montando a caballo.

Llegamos a casa. Mis padres estuvieron en silencio toda la noche. Decidí dejar el tema. Pero antes de irme a dormir ellos me llamaron para hablar del ''tema''.

Me esperaba cosas malas. Pero lo que oí me dejo rota. Tenía una enfermedad, de cuyo nombre no me acuerdo, que trataba de que cada vez que mi corazón se acelerara demasiado, ya fuera por felicidad, tristeza, furia, etc, podría darme otro shock y en el peor de los casos, morir.

Ya no podía montar a caballo. Debía dejar la hípica. Estaba claro. El primer ataque fue el día que gane la medalla de oro en la competición de mi pueblo. Siempre quedaba segunda, pero jamás ganaba. Me entusiasmé tanto que quise ir a toda velocidad a lomos de mi caballo preferido. Fue allí cuando mi corazón se aceleró más de lo necesario y pasó. Morí por seis segundos exactos.

Mi sueño era participar en los grandes concursos. Ser conocida por todos. Pero ahora... Ahora todo se acabó.

Mil y una noches de lectura. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora