13. El fruto del pecado.

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Ella era una muchacha muy protegida por su padres. Querían que estudiara mucho y fuera a la universidad. Sin embargo ella solo quería explorar el mundo. Ver cosas nuevas. Vivir otras experiencias.

Todo cambió el día que conoció a su nuevo compañero de clase. Era nuevo. Se sentaba justo a su lado. Tenía los ojos marrones y el pelo rubio y revoltoso. La chica se sentía incomoda. Ella nunca hablaba con chicos, ya que sus padres se lo prohibían. Pero a la vez se sentía tentada. Tenía la manzana de Eva justo al lado y estaba deseando darle un bocado. Desobedecer las reglas. Demostrar quien era.

Empezaron a hablar. Resulta que los padres de él nunca estaban en casa. A veces se olvidaban hasta de que tenían un hijo. Pero ella... Sus padres no la perdían de vista. ¡Lo que habría dado ella por tener la vida de su nuevo compañero!

Tardes de tonteo. Muchas notitas en clase. Mentiras. Todo ello empezó como algo simple. Pero acabo siendo una adición. Las notas de ella empezaron a bajar. Sus padres estaban furiosos al enterarse de que en vez de ir a la biblioteca como ella afirmaba, pasaba sus tardes con aquel todavía desconocido para sus padres. La cambiaron de instituto. Uno muy lejano del antiguo. Ella se deprimió muchísimo. Estuvo días encerrada. Llorando. Mueriéndose por dentro. Sentía como si alguien le hubiera arrancado el corazón y lo había hecho pedazos.

Trataba de atender en clases. Pero sus pensamientos estaban en otro lado. Recordaba aquella época en la que, por una vez, se había saltado las reglas.

El día de San Valentín, mientras todos recibían sus cartas, ella estaba leyendo. De repente la profesora dijo su nombre y extendió la mano en la que tenía un sobre. Ella la miró extrañada y fue a recogerlo. Al abrirlo le dió un vuelco el corazón.

''Iré a por tí. Espérame ¿quieres?''

Estaba emocionada, pues no hacía falta firma para saber de quien era.

Mil y una noches de lectura. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora