Capítulo 39: ¿Crees en la magia?

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-Ahora lo comprendo todo. Linda, tú eres... Un ángel de la guarda.-sentencié.

-Eso era lo raro que estaba notando, pero... -

-¿Pero... ? -

-No es solo eso, es el ángel de la guarda de tu tío.-

-Uh... -miré a Linda. -¿Por qué... No le habías dicho nada a tío Karl? -

-Porque... Yo... -

-Madre mía, qué bien huele la comida.-de pronto, tío Karl ya estaba allí.

-¡! -todos nos asustamos por su repentina aparición.

-¿Qué... ? ¿He dicho algo raro? -

-... -

-Eeh... Vaaale... -miró a la mesa. -Cariño, ¿no te han traído tu comida aún? -

-... Tío Karl.-le llamé en un grito apagado, mientras Linda dirigió su mirada temerosa hacia mí por pavor a lo que le pudiera decir.

-¿... ? ¿Sí... ? -inclinó levemente la cabeza hacia la derecha como haciéndose de rogar.

-... -pero no me salían las palabras. -... He... -un sonido consiguió salir de mis labios.

-¿Qué pasa, Zea? -

-... -sacudí mis manos de lado a lado dando a entender que no era nada. -No importa... -Linda, quien estaba muy pendiente de mí, se alivió al comprobar que no era capaz de decirlo, solo por una simple razón.

-¿Estás segura? -

-... -

-¡Zea! -

-S-sí... -

«No.»

-¿Qué me estás ocultando jovencita? -

-... Nada... -

-Ay... -suspiró. -Linda, ¿tú la has visto hacer algo? -

-¡! ¿Qué? No, yo nada... -respondió algo desprevenida.

-Bueno, pues de acuerdo.-se sentó tranquilamente como si la conversación no le hubiera ensimismado y olfateó su copa para después beber un trago.

«Es mejor así... Sí, creo que es mejor que se dé cuenta el solito. ¿Pero y si se lo toma mal? Conociéndole es muy posible que se encierre en su habitación durante horas. Y más que no quiero causarle el problemón a Linda de que le monte el pollo aquí en medio de una velada romántica... Voy a consultarlo con Marth.»

-Oh... Vaya... Creo que... Antes debería haberte hecho caso e ir al lavabo, Linda... Je, je... Creo que me estoy... ¡! Haciendo pis... Je, je... -al menos lo intentaba explicar de la manera más fina posible.

-¿Otra vez? Bueno, no tardes que tu comida ya está servida y se te va a enfriar.-me aconsejó tío Karl.

-Sí, sí, ahora vuelvo.-me puse en pie y tiré de la manga de la camiseta de Marth para que viniera conmigo.

-Ueh... -se levantó algo forzado.

-Ven, entra.-

-E-espera, Zea.-se detuvo a un paso o dos de la puerta.

-¿Qué? -

-No puedo.-

-¿Por qué? -

-Es el baño de chicas.-

-... -mi cara no era capaz de expresar lo poco que me importaba eso en aquel momento. -Da igual, nadie te va a ver... -jalé de su brazo, consiguiendo así que entrara.

Ángel de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora