Capítulo 18: Reunidos por un fin

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—¿Pero... qué? —pregunté algo atónita. Todos se quedaron callados.

—Véis, os dije que vendría —reprochó Marisa. «¿Pero qué tienen aquí montado?»—. Amigos, esta es Zea. La mejor alumna de la clase de... donde dan historia y todo eso.

—¡Hola! Ja, ja. Yo soy Monique —saludó una chica amigable.

—¿Conque historia, eh? —vaciló un chico.

—¿Qué tal? Mi nombre es Technion —dijo uno con gafas.

—¡Ja, ja! Si todos sabemos que te llamas Julian —rio Monique.

—¡Shh! Pero ella no lo sabe —mandó a callar Julian.

—Pringao' —bromeó ella.

—Chicos, por favor, que tenemos a una nueva —habló la que estaba sentada en una silla colocándose bien los lentes—. Soy Celia, encantada —se presentó educadamente.

—Solo falta, Teo —avisó Marisa.

—Yo... Eh, perdonad, pero... ¿De qué va todo esto? —hablé con timidez. Marth estaba escuchando en completo silencio.

—Como te expliqué antes, somos un grupo formado por los alumnos más competentes del instituto. Con eso, me refiero a los más inteligentes, ejem, aunque algunos no del todo —miró a Julian—. Así que diré capacitados. Sí, eso es. Los más capacitados para algunas asignaturas.

—¿Reunidos... con qué fin?

—¡Con el fin de hacer del mundo un lugar mejor! —gritó Monique.

—Ay... —suspiró el chico que no mencionó su nombre.

—Lo que... Monique ha intentado decir, es que podemos mejorar el instituto —siguió Celia. «Buff... Ya ves tú a mí lo que me importa el instituto...»—. Y no solo eso. Realizamos investigaciones propias de cada campo que utilizarán el año que viene para dar clase. Nos pagan por ello, y queda bien marcado por su puesto en el historial —continuó. «No es por ser interesada, pero es que eso ya empieza a molar...».

—¡Nos darán una beca! ¡Guau! —exclamó Monique.

—Monique, calma ya por Dios.

—No existe —fue el primer comentario que hizo Marth.

—Perdón, ji, ji... —se disculpó ella.

—Es decir, en realidad este grupo es como una especie de extraescolar donde os reunís para hacer trabajos...

—Si lo miras así, sí —asintió Marisa.

—¿De qué clase sois cada uno?

—Pues mira —se giró para dirigirse a ellos—. Chicos por favor, cada uno que diga lo suyo —empecé a sacar mis propias conclusiones, por ejemplo, Celia era bastante educada. Todos se colocaron en fila—. Experta en mates, como ya mencioné —dijo con prepotencia Marisa. «De verdad, no me termina de caer bien esta chica».

—¡Experta en toda clase de deportes! ¡Además de ser capitana del equipo de baloncesto! —gritó Monique con una radiante sonrisa. «Sí que es energética esta tía».

—Yo no estoy especializada en ninguna materia pero tengo todas mis notas medias de nueve... —«Definitivamente Celia es una alumna modelo, me suena haber oído hablar de ella». El otro chico se quedó callado. «¿Qué le pasa a este?»—. Tú, habla —le ordenó Celia dándole un codazo.

—Pff... Soy experto en física y química..., bla, bla... —dijo con una desgana muy MUY marcada. «Aaah, este es el antipático del grupo, ¿no? Ja, ja».

—Estás hablando con el experto en tecnología e informática —se acercó un poco y susurró—. Me puedes llamar Technion.

—En realidad ella no está hablando, memo —le chinchó Monique. Julian no dijo nada. «Seguro que entiende mucho de tecnología, de ahí su nombre artístico, ¿no? Parece majo».

—Y Teo que sigue sin venir... —entonces todos me miraron directamente, qué vergüenza.

—Eh... B-bueno chicos, ¿qué esperáis que haga yo aquí exactamente? —pregunté—. No sé si encajaría...

—Pues ahí está la puerta por donde has entrado —dijo de un modo tajante el chico antipático. «¿Quieres tú que te meta por el agujero por donde saliste, imbécil?», le dediqué una mirada fría pero a la vez enfadada.

—Aquí encaja todo el mundo —una voz que me sonaba mucho se escuchó tras la puerta.

—Hablando del rey de Roma... —dijo Celia.

—¡Teo, teo! ¡Te, e, o! —animó su entrada Monique.

—Hola chicos, siento llegar tarde, estaba entregando unos papeles —Teo iba en silla de ruedas.

—No importa, estábamos... —Celia hizo un gesto con la mano dirigiéndose hacia mí.

—Hola. Soy Teodor, Teo para los amigos. Experimentado en literatura y avezado lector —«Vaya, él también es educado. Un momento, es...».

—¿Eres... Teodor Thomson? ¿El que lee el periódico del viernes?

—Sí, el mismo —«Ya decía yo que me sonaba de algo».

—Ah... —«¿Y ahora qué?».

—Te hemos traído aquí para que formes parte del grupo si quieres —explicó Teodor.

—No estoy segura la verdad...

—Si es por lo de encajar, no te preocupes. Mira —me señaló una estantería que estaba colocada al fondo—, échale una ojeada y tómate tu tiempo en decidir.

—Va-vale.

Todos se sentaron y siguieron a lo suyo, mientras que yo me puse a mirar todo lo que había en la estantería. Eran todos primeros premios de distintos concursos y pruebas. Entre ellos, seis exámenes finales del curso anterior junto con la foto de su autor al lado con unas calificaciones de diez. Algunos objetos personales, que supuse que los pusieron para decorar y la derecha de la estantería, había colgado un calendario con fechas importantes marcadas en rojo. «Guau, impresionante».

—Marth, ¿qué piensas? Estás muy callado —susurré muy flojito.

—Mm... No sé, me parece una buena forma de conseguir una beca. Pero por otra parte..., no me agrada del todo. No sé cómo explicarlo.

—Oh, ya veo —el tío ese imbécil me estaba medio mirando. Me ponía nerviosa. «¿Cuál es su problema? ¿Por qué me miras? ¡Deja de mirarme!», le devolví la mirada y apartó su vista de mí—. Lo que ha conseguido esta gente es respetable y digno de admiración. Creo que... —susurré de nuevo.

—¿Qué harás?

—¿De verdad se puede conseguir una beca y algo de dinero? —pregunté en voz alta.

—Sí, además lo hacemos entre todos y es más divertido y llevadero —respondió Teodor.

—Pues..., c-creo que...

Ángel de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora