Capítulo 61: Humano

18 5 0
                                        

A la hora que nos avisó Celia, nos encontrábamos en la casual cafetería de la estación. Para bien, ya todos me estaban esperando.

-Vaya, hola chicos. Qué raro que estéis todos ya.

-¡Hola! -gritó Monique.

-Hola-dijeron el resto al unísono.

-Pues sí, pero la razón por la que hemos querido venir antes era porque Celia nos dijo que traías a alguien para presentarnos... -explicó Teodor mirando a mi alrededor.

Hicieron lo mismo, buscando dicho sujeto.

-Oh, ja, ja... sí, ahora mismo os lo presentaré, ¿pero podemos pasar adentro? Me muero de ganas por tomarme un café... -correspondieron mi petición.

Justo antes de entrar, Rick me detuvo.

-Zea, ¿quien vas a presentar es Marth?

-¡! Sí, sí Rick.

-Ya veo... ¿Cómo lo vas a hacer? O sea no es que...

-Tranquilo, nosotros nos encargamos. Aunque, si no te importa, pediría un poco tu ayuda después de hacer el pequeño truquito. Para que se sientan convencidos de que pueden verle... -le miré a los ojos haciendo que creyera en mi palabra y aceptase.

-Eh, vosotros dos, que ya hemos pillado la mesa-nos llamó Julian no a un volumen tan alto para no molestar a los inquilinos.

Pedimos a nuestro antojo, variedad de bebidas a la carta.

-No jodáis, yo aún soy menor-se quejó Monique al ver que todos pedían alcohol-. En octubre cumplo los dieciocho...

-Oh, Monique, cielo. Mi hermana y yo nacimos en noviembre. Si haces el papel, parecerás mayor de edad... -Marisa persuadió a Monique, para que viera que tampoco era para tanto-Ah, y Zea, ¿no nos ibas a presentar a un chico?

-Eeh, bueno sí, pero no os hagáis una idea equivocada, por favor...

-Tranquila, tampoco pensaría que alguien fuera a ser tu novio... -sus palabras no me hirieron para nada-. ¡Ja, ja, ja! Era broma... -quiso quedar bien delante de todos.

Froté mis manos a causa de los nervios descaradamente frente a ellos.

-Chicos yo... necesito que me escuchéis...

-Hombre, eso íbamos a hacer, ¿no? -Julian se hizo el gracioso.

-... -mantuve una mirada fija y seria en medio de la mesa, para que me tomaran en serio.

Todos se quedaron prendidos por mi cautivadora forma de observarles deprisa con una simple rotación de ojos.

-El motivo por el cual os voy a confiar este secreto, es porque sois mis mejores amigos y cuento con vosotros... -sorbí de la taza de café que acababa de llegar a la mesa.

«Menos con Marisa, claro.»

-En primer lugar, debo deciros que no tengáis miedo, y que aunque os parezca extraño... Creedme, es real.

-Zea, ¿pero de qué estás hablando? -preguntó Monique con la voz temblorosa.

-Mm... mejor primero os lo enseño. Celia, ¿a que traes un libro encima, verdad?

-Ja, ja, sí. Qué bien me conoces-se echó el flequillo a un lado, sacándolo de su bolso.

-¿Podrías abrirlo y escoger un párrafo de cualquier parte que te guste? -ordené de forma indirecta.

-Claro... -rebuscó entre las muchas páginas de aquel libro.

-Y ahora, cuando lo tengas, señálalo con el dedo y no lo leas en voz alta.

Ángel de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora