Capítulo 57: Libros

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-Oh, oh..., tenemos un problema...

-¿Qué pasa, Monique?

-Z-zea... Mira, el camino se divide en dos aquí. Creo que ambos llevaran hacia la cumbre, pero..., ese camino no sale en el mapa que nos han dado...

-Déjame ver... -contemplé el mapa para comprobar si tenía razón-. Mm..., pues es verdad. No está...

-Qué extraño... ¿Por qué no lo han revisado los profesores antes de dárnoslo?

-Um..., dime, ¿has llevado tú el mapa todo el tiempo?

-Eh... no. Cuando comimos lo guardé en mi mochila.

-¿Llevabas el mapa de otro lugar? Es que si te fijas, es muy distinto a donde estamos ahora.

«No tiene mucho sentido pensar si ha habido alguna confusión con un mapa que alguien llevaba, no suele pasar, pero aun así...»

-La verdad..., no lo sé-se llevó las manos a la cara y gritó-. ¿Y si nos hemos perdido por mi culpa?

-Monique, shh... Ah, no te preocupes, de todas formas nos han dicho que sigamos el único camino de grava.

-P-pero...

-¿De qué estáis hablando? -interrumpió Rick, escuchando los gritos de Monique.

Le contamos lo que sucedía, a los demás también. Ninguno le encontramos ninguna explicación. Teo tomó el liderazgo ante el asunto y propuso, al igual que yo, que nos limitáramos a seguir el sendero por donde habíamos estado caminando toda la excursión.

Tras un par de horas de calor y risas, llegamos a la cima. Al parecer, no había nadie aún, y nos lo tomamos como una victoria.

-¡Guaaau! ¡Aquí hay unas vistas increíbles! ¿No te asomas, Zea? -

-Eeeeeh... no gracias, Monique.

-Oh, no me digas que... ¿Tienes miedo a las alturas?

-... eeesto..., no exactamente... -jugueteé con mis dedos nerviosa.

-Bueno, bueno, si tienes algún tipo de traumita ya me lo confesarás... ¡Muajaja! -intentó poner una cara maléfica pero no tuvo éxito.

-Ja, ja, ja...

-¿Os habéis fijado? Allí hay un servicio público-avisó Rick.

«¿En serio? ¿Aquí en lo más alto de la montaña?»

-Oh, perfecto, tenía unas ganas tremendas de ir al baño... -dijo Celia ruborizada.

Fuimos juntos al lavabo, cada uno por su lado, obviamente.
De las chicas, Monique y yo fuimos las primeras en salir. De los chicos, Julian.

-Vaya, para ir al váter sí que te das prisa-chinchó a Monique.

-Ya vale con lo de esta mañana, ¿no?

-Verás..., Monique. Una chica tan deportista y llena de vitalidad, sabe en qué momento debe ser hábil, ¿sí?

-¿Y esto a que viene?

«Verdad...»

-Pues que, de no ser por mí, un brillante Y apuesto genio en tecnología, habrías llegado tarde durante toda la primaria y la secundaria.

-Eeeh... ¿Qué? Vuelvo a decir, ¿qué tiene eso que ver con lo que has dicho antes?

-¿Quién te despertaba yéndote a buscar a tu casa?

-Pueees..., ¿tú?

-Exacto. Así que me debes muchas.

-¿Ah, sí? Permítime que reste esas "muchas cosas" que te "debo".

Ángel de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora