Capítulo 69: Reconocimiento

7 5 1
                                    

-¡Achís!-estornudó Marth, despertándome sin querer-. Mierda, lo siento Zea. Solo quería entrar para coger este libro, pero no he podido contener las ganas de estornudar.

-Eh...-intenté reaccionar lo más rápido posible-. N-no pasa nada, es un poco tarde ya de todas formas-mientras él se sonaba los mocos, intenté ponerme bien el pelo y limpiarme las babas. Por primera vez me daba vergüenza que pudiera verme así.

-Ja, ja... Qué raro es esto de los estornudos...-giró la cabeza y yo puse las manos sobre las piernas como si no hubiera estado emperifollándome-. ¿Es... tás segura?-notó algo raro, pero no insistió-. ¿No te importa, de verdad?

-No, porque...-me mordí la lengua-. No, tranqui.

«No, porque has sido tú quien me ha despertado... Ja, ja, casi la cago».

-Oh, pues sí que es tarde. Pronto comeremos, ni me había dado cuenta todo este tiempo...

-Mm... Espera un momento, tú también te acabas de despertar, ¿cierto?

-E-eh..., bueno..., es la primera vez que duermo tanto. ¿Cómo te has dado cuenta?

-Porque tienes los pantalones más remangados de lo normal.

-¡!-se sonrojó, y eso que no se le veía nada, pero como hacía calor, al acostarse solía remangarse y del mismo movimiento, se le podría subir más o menos-. ¡No me acordaba, joder!

-¡Ja, ja, ja!

-Oye, pues n-no te rías tanto, que tú tienes la camiseta medio girada...

-... tienes razón, ¿cómo he hecho para acabar así? Pff...

-Ja, ja...

-Es que antes, cuando no estabas por casa, solía ir en ropa interior por casa. El calor es tan mortal, ja...

-Lo sé.

-Mejor no te pregunto si algún día me encontraste de esa forma, me daría cosita...

-¿Y si vamos a comer ya? ¿No tienes hambre?

-Sí, gracias por cambiar el tema...

-...

Bajamos a la cocina y tío Karl ya estaba cocinando con la tele puesta en el canal de las noticias. Nunca poníamos las noticias, si eso, alguna que otra vez que no hubiese nada que ver. Porque no nos apetecía estar comiendo mientras escuchábamos a políticos, o las desgracias de la gente: que si asesinatos, que si atentados... Era una forma de tapar un poco la oscuridad del mundo a la hora de comer.

-Buenas tío Karl.

-Anda, qué bien. Mira quienes me van a ayudar a terminar el almuerzo...

-...-puse cara de quererme escaquear pero acepté-. Si luego quemo la casa, no me hago responsable.

Entre los tres acabamos rápido, nos dispusimos a sentarnos. Y una noticia captó nuestra atención al escuchar el nombre de nuestra ciudad. Como bobos, los tres nos quedamos mirando fijamente el televisor.

-...ayer una niña de seis años fue abusada sexualmente por un policía local. Coraline, que se había perdido fue a buscar ayuda de la policía para volver con su madre, quien levantó la denuncia. El agente Bruce McCawley, de treintainueve años, sufría problemas psicológicos y también fue el responsable del asesinato de todos sus compañeros-algunas imágenes de la comisaría en la que estuvimos el día anterior salieron-. Unos jóvenes encontraron a la niña y la socorrieron, llevándola de nuevo con su madre.

-Yo..., no sé muy bien si verán esto pero les doy las gracias desde lo más profundo de mi corazón, por traer a mi hija a casa y por haber cumplido con un deber que le correspondía a la policía-salió la madre y Marth y yo nos sentimos apenados pero contentos.

Ángel de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora