Capítulo 13: Esto va a doler

80 19 7
                                    

-¡Zea! ¿Qué ha pasado?

-¡Tío Karl!

-¡Estás sangrando! -miró mi brazo preocupado.

-¡Él me atacó, tío Karl!

-¿¡Quién!?

-Jeff the killer...

Entonces él me llevó al hospital en coche. La conversación que tuvimos no fue muy agradable...

-¡Joder! ¿¡Tu amigo te ha dejado sola con ese loco!?

-¡No! ¡Él me ayudó a escapar!

-¿¡Y dónde está!?

-¡Se ha... perdido entre la multitud, le he perdido de vista al salir!

-¿¡Cómo te ha hecho eso!?

-¡Estábamos en la fiesta y había una competición en la que teníamos que asustarnos y que quedara solo uno al final! ¡No sabía que jugaríamos a eso! ¡Joder, todos pensábamos que sería una puta fiesta! Entonces... ¡Nos quedamos solos con ese psicópata! -traté de explicar histérica.

-¡Coño, rápido! -se saltó un semáforo.

Mientras Marth rompió la manga derecha de su camiseta para ponérmela y detener un poco el sangrado.

-¡Y yo sin mirar el móvil! ¿¡Por qué no llamaste a la policía, Zea!?

-¡No lo sé! ¿¡Vale!? ¡Estaba cerca y podía escucharme si llamaba! ¡TENÍA MIEDO, TÍO KARL! ¡TENÍA MIEDO...!

-¡ME CAGO EN LA...! ¡¡¡VOY A MATAR A ESE HIJO DE PUTA!!! -todos nos quedamos callados.
En un abrir y cerrar de ojos, el coche estaba aparcado frente al hospital-. Baja -ordenó tío Karl. Obedecí sin discusión alguna, ya que de todos modos estábamos ahí por mí-. ¡Tenemos una urgencia! -anunció tío Karl nada más entrar.

-Caballero, por favor, los servicios se encuentran allí -nos atendió una de las enfermeras que estaba cerca.

«¿Tú eres retrasada o qué?», si lo hubiera dicho en voz alta, habría sonado como una borde, pero yo sabía que era por los nervios.

-Ur-gen-cia -enseñó mi brazo con cuidado.

-Oh, disculpen la confusión. Acompáñenme, por favor -aunque no hubiera nadie en el hospital, me dio esa sensación de malestar, sin saber por qué. Supongo que, fue por pensar en todas las personas que lo habían pasado mal allí, quizá por accidentes como el mío o simplemente perdían sus vidas-. Doctor Matthew, urgente. Está sangrando -nos llevó a la sala de urgencias.

Me miró raro porque aún seguía pintada.

-Vale, Carlota -ella salió de la sala-. Déjame ver eso -me acerqué despacio y fui destapando con desconfianza mi herida-. Mm... No tiene buena pinta.

«No me jodas...».

-¿Es muy grave? -preguntaron ambos.

-Mm... Digamos que tendremos que suturar y con ocho puntos estará más que bien.

-Uff... Menos mal -suspiraron.

-Bueno me quedo más tranquila.

-Solo que tenemos un pequeño problema -le miramos todos-. La anestesia no es necesaria, pero si quiere pagar le saldrá cara.

-Pero, ¿no cubre esto la seguridad social? -preguntó tío Karl.

-Hace unos días se decidió que los servicios de urgencias serían más caros, ya que últimamente han habido más pacientes y se ha perdido parte de los medicamentos. Solo hasta que pasemos esta fase de... -contó un rollo rápidamente del cual no me acuerdo mientras cogía una aguja e hilo, unas vendas, agua oxigenada y más cosas que desconocía.

Ángel de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora