Aquí [Harry Styles]

Treinta y siete

"Nuestra primera vez"

Harry

"Por fin solos" me dije a mi mismo, mientras la observaba aferrada a mi brazo.

Llevaba mí chaqueta sobre sus finos hombros y sus pequeños dedos me acariciaban los suficientemente suave como para no distraerme.

Ahí estaba ella a mi lado mientras yo conducía hacía la habitación del hotel. Había alquilado una para pasar esta noche.

Despues de la cena nos habíamos mantenido muy callados los dos, pero no había necesidad de palabras, todo lo decíamos con nuestras miradas.
En determinados momentos nos besábamos durante la cena, pero esos pequeños y rápidos besos eran suficientes para mostrar que los dos llevabamos una gran pasión por dentro.

Cuando ingresamos a la habitación, recorrí el lugar con la mirada.
Había gastado un buen poco de dinero en esto, pero valía la pena.

El lugar era extremadamente elegante con una decoración minimalista en tonos oscuros.
Una sonrisa se dibujó en mí rostro al imaginar a Alika decir "las habitaciones deben llevar blanco, les da espacio".
Los dos nos habíamos puesto tensos desde la recepción del hotel hasta acá.  Pero nuestras miradas mostraban el inmeso amor que llevabamos dentro y la pronta necesidad de estar uno en brazos del otro dejandonos llevar por nuestros deseos.

Al asegurar la puerta con el pestillo, sntí como poco a poco la mano de Alika se iba apoderando más fuerte de la mia. Tenia las mejillas sonrojadas y tal parece que no quería conectar su mirada con la mia.

La cama de dos plazas se encontraba perfectamente armada. Al costado de esta, justo sobre la mesa de luz descansaba una botella de champagne que habia dejé pagada.

Suavemente retiré mí chaqueta de los hombros de Alika mientras mí boca se encargaba de dejar un rastro de besos sobre estos.
Tomándola de la cintura, poco a poco fue haciendo que se acercara a la cama para que pudiera sentarse en ella.

Mientras me obedecia, aproveché para abrir la botella y verter un poco de su contenido en ambas copas.

-Ten —le tendí la copa.— Se que no te gusta el vino.

Cuando recibió la copa entre sus manos pude notar cierto temblor en ellas. Joder. En todo momento era bellísima.

Su cabello castaño perfectamente alisado me volvía loco. El grosor de sus labios, su mirada tierna y juguetona a la vez.
Parecía estar hecha a la medida perfecta.

Veo como sus gruesos labios se humedecen luego de beber un poco. Salgo de mi posición actual y tomo asiento a su lado.

Me alegro de haber bebido vino durante la cena. Solo Dios sabe lo nervioso que estaba. Diría que igual o tal vez más que ella.

Su perfume tan femenino impregnaba el aire de la habitación, el aroma era exquisito solo por tratarse de ella.

-Gracias por confiar en mi, en todo —le dije mientras dejaba nuestras copas de vuelta en su lugar.

-Soy yo la que debe darte las gracias por todo. Me cambiaste la vida —ahora es ella quien procede a recostar su cabeza contra mi hombro.

Me giré lentamente para verla a los ojos y no pude resistir la tentación de tenerla tan cerca.
Acerqué mí anatomía a la suya y la besé con fuerza. Su mano se aferró a mí cabeza mientras mis brazos la rodeaban para atraerla más a mí.

La senté a horcajadas sobre mí. Su falda se subió de más debido a nuestros movimientos y ella soltó un pequeño grito al tiempo que rompía nuestro beso para intentar volverla a su lugar.