Cuarenta

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"Al descubierto"

-Hola dulzura —digo a Noah antes de besar cortamente su mejilla.

-Hola dulchura —me repara él antes de sentarse en la cama y abrazarme. Lo coloco sobre mis piernas para que no tenga la iniciativa de empezar a saltar por todo el colchón.

-¿Dormiste bien? —le pregunto acariciando su suave cabello castaño.

-¿Si mami, papá? —consulta sujetando mi dedo índice con toda su palma de la mano.

-Se fue a trabajar —Noah soltó un puchero con sus labios, sabía perfectamente a qué venía eso. Harry siempre se despedía de él antes de ir a trabajar, pero hoy salió demasiado temprano.— Si quieres lo podemos llamar.

-¿Llamar a papi? —pregunta y yo solo asiento buscando mi celular en el bolsillo trasero de mis Jean.— Si si sí.

Marco el número de Harry pero al no obtener respuesta decido dejarlo pasar, de seguro estará ocupado.
Agarro las llaves del departamento y la pequeña bandolera de Noah. Este me espera ya fuera del departamento. Ansioso por salir rápido de aquí.

Presiono el pequeño botón para pedir que suba el ascensor. Mientras esperamos su venida escucho una puerta detrás mío abrirse y luego cerrarse, acompañado de grandes pasos. Me da vergüenza darme vuelta a mirar tan rápido así que espero que pasen unos segundos.

Sin embargo no me es permitido este movimiento ya que la persona susodicha llega a mi lado, en espera del ascensor. Ahora si me fijo en él. Es un muchacho alto, tiene el cabello castaño y unos ojos claros. No logro identificar bien el color de ellos, porque mi atención se dirige hacia la pequeña niña que hay en sus brazos.

Tiene aproximadamente la edad de Noah, y al contrario que el joven, su tez es blanca. Debo hacer un esfuerzo para detectar sus casi transparentes cejas.

-¿Nos conocemos? —pregunta el muchacho. A decir verdad nunca lo había visto por aquí.

-No creo, ¿Eres nuevo? —respondo su pregunta mientras nos adentramos en el ascensor.

-Nuevo nuevo no, vivía en el noveno piso pero me transfirieron hasta aquí. Igual te me haces conocida de algún lado.

Me quedo pensando un rato largo de dónde podemos conocernos, pero nada viene a mi mente. Cuando salimos del ascensor me apresuro en tomar la mano de mi pequeño para abandonar el edificio.

-Adiós —saludo con mi mano al joven pero este en vez de despedirse camina hacia nosotros, con la niña siguiéndole el paso.

-Espera —me dice y obedezco hasta que llega a mi lado.— Ya sé de donde te conozco, tú fuiste al jardín maternal. Te guíe hasta encontrar a la recepcionista.

Un flashback de ese momento viene a mi cabeza y recuerdo lo que dije sobre él cuando lo vi. Me pareció que era un jugador de la NBA por su altura.

-Oh! Si, ya me acuerdo de ti —un intento de sonrisa me abandona y comienzo a sentirme incómoda.— ¿Te diriges al jardín ahora?

-Sí, veo que tú también. Podemos ir juntos si no te molesta —se adelanta hablando, mirando a Noah con una gran sonrisa.

-Claro —empezamos a caminar a paso medio para que las niños puedan ir a nuestra par.

El jardín maternal quedaba a dos cuadras del edificio. Me acuerdo el momento en el que lo descubrí. Me sacó una gran sonrisa debido a que eso significaba que no molestaría a Harry. Podríamos ir y volver caminando.

-Por cierto, soy Benjamín. Puedes llamarme Ben y ella —señala a la pequeña niña que camina junto a él— es Isabela, mi sobrina.

Abro mis ojos sorprendida porque hubiera jurado que era su hija. Trato de que mí reacción no sea tan evidente. No todos los jóvenes son papás a temprana edad. La mayoría tiene una vida normal.

La vida que se me negó a mí.

-Mucho gusto —digo sonriendo, luego señalo a mi hijo.— Él es Noah, mi hijo y yo soy Alika —trato de ignorar su cara de sorpresa.

{...}

Mí celular comienza a vibrar en el bolsillo trasero de mis pantalones, y sin prestar atención al identificador de llamadas contesto.

-¿Hola?

-Alika, ¿Pasó algo? Recién cojo el teléfono. Firmé el contrato con la empresa y llovió trabajo toda la mañana.

-Nada importante. Fue Noah, se despertó esta mañana y como no estabas le dije que te llamaría —escucho su risa del otro lado, junto al portazo de un auto, sé que es el de él.— ¿Estas por conducir?

-Sí, estoy yendo a buscar a Noah. Terminé justo a tiempo.

-Ya estoy a una cuadra de la guardería, no te preocupes. Ven a casa, debes estar cansado.

Escucho un suspiro al otro lado de la línea.

-Está bien, entonces iré a hacer las compras. Te amo.

Esas extrañas cosquillas que sentí la primera vez que me lo dijo, vuelven a mi estómago y hasta duelen un poco.

-Te amo.

Todo el camino al apartamento, Benjamín se la pasó contándome las travesuras de su sobrina.
A juzgar por su apariencia de ángel, esa pequeña bonita era toda una traviesa.

-Y un día cuando fui a buscar a Isa, la maestra estaba concentrada en su celular y los niños luchando en el patio —reprimo una risotada ante su cara y dejo que continúe.— Fui a quejarme y la suspendieron del cargo, no fue mi culpa sinceramente.

Estoy por acotar algo cuando escuchamos a nuestras espaldas una tos fingida. Demasiado fingida diría yo. Mis ojos recorren la habitación, hasta centrarse en el extremo del pasillo.

Allí se encuentra Harry cargando una docena de bolsas.
Su mirada se torna oscura como aquella noche en la que lo hicimos en el sofá. Mostrándome otra parte de él, que no dejaba al descubierto muy a menudo.
Noah se suelta de mi agarre y corre hacia él gritando efusivamente "Papi".

La mirada de Harry no puede abandonar a Benjamín. Debería estar poniéndome histérica por la escena de celos que se aproxima pero en vez de eso me siento bien, protegida.

Me despido de Ben y de Isa rápidamente y casi que los obligo a ingresar a su departamento.

-¿Te ayudo? —pregunto en dirección a Harry pero no obtengo respuesta.

Solo sigue caminando por el pasillo y se detiene en el umbral de la puerta para sacar sus llaves.
Cuando ingresamos al departamento Noah solo se va a su habitación acompañado de una caja de cereales.  Sé que no los va a comer solito, quiere sentirse dueño de ellos.

Me apresuro a guardar todas las compras antes de que Harry vuelva a la cocina. Estoy absorta de todo hasta que un ruido me saca de mi nube.

El sonido proviene de la mesada. Harry ha estrellado su puño sobre ella. Gracias a dios el mármol no parece generar efectos negativos en él.

-Harry... —trato de tocarlo pero se aleja y de pronto esta situación deja de causarme gracia.— Por favor escúchame.

-¿Que te escuche? Los he visto hablando desde el hall y no me he subido en su mismo ascensor solo para no partirle la cara a ese tipo.

-Ni siquiera sabes de lo que estábamos hablando. No puedes pensar de mí en esa forma, teníamos a los niños con nosotros... —muevo mi mirada de la de él, mis ojos empiezan a picar debido a unas lágrimas.

-No soy yo el que se comporta como adolescente, coqueteando con todo el edificio —grita en mi rostro, haciéndome retroceder varios pasos hasta toparme con la heladera.

–Déjame ver tu mano.

–No te acerques.

–Harry —ruego ahogándo mis sollozos. Su mirada se fija en el suelo mientras sus manos forman puños al costado de su cuerpo.— No hagas esto.

Él solo me ignora y pasados unos segundos abandona el departamento.
Este era el problema que siempre nos llevaba a una discusión.
Nunca quiere escuchar.
No me permite ni siquiera explicar lo que pasa. Odiaba cada vez que él formaba conjeturas en su mente.

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Gracias por leer ♡

Aquí [Harry Styles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora