Forks. Escuela secundaria. 18 de enero, por la mañana. Primer día de clases en Forks para Bella.
Estacioné la chevy y, por instinto, me tomé unos minutos para analizar el terreno. Escaneé el paisaje que alcanzaba a ver por la ventanilla. Aún no había casi estudiantes en el patio de la escuela, era demasiado temprano. Salí de mi refugio y fui a anunciar mi presencia en la secretaría de la escuela, donde además de mi horario, un plano de la escuela y deseos de que me gustase Forks obtuve montones de miradas curiosas. Suspiré. Era inevitable que llamara la atención, supongo, y eso que iba de incógnito.
Cuando regresé al patio y me refugié en la cabina de la Chevy, el estacionamiento estaba más concurrido. Los automóviles que se veían no eran mucho más nuevos o estaban más intactos que el mío, lo cual estaba bien. Ser parte del montón ciertamente facilitaría mi trabajo. Localicé tras buscarlo un poco el reluciente Volvo plateado. Ajá, de modo que ellos ya estaban aquí. Lo reconocí de inmediato gracias a los prolijos reportes de Sheila. Ella, que tampoco entendía de automóviles, había tenido la idea de buscar fotografías de los modelos de autos que tenían mis sujetos investigados, a fin de facilitarme el trabajo, algo que yo le agradecía y mucho.
Por fin, se acercó el horario en que comenzaban las clases y tuve que dejar mi refugio. Tras revisar que tenía todos mis libros y que la pistola estaba en su lugar, escondida en la parte interior de mi bota derecha, abrí la puerta y salí de la Chevy. Entré al edificio escolar cavilando todavía sobre las ventajas de enviar a un menor de edad como espía, alguien que pudiese mezclarse con los estudiantes. Hubiese sido más fácil infiltrar a un profesor, pero menos efectivo. En verdad, Jackson era bastante afortunado de contar conmigo, modestia aparte.
Suspiré y me concentré en las clases. Agente encubierto o no, aún seguía siendo una estudiante de escuela secundaria y necesitaba buenas calificaciones.
.
Las clases de la mañana pasaron sin pena ni gloria. Literatura era muy fácil, mayormente yo ya conocía los libros. Historia no fue nada especial, ni pan comido ni el fin del mundo. Álgebra fue todo lo bien que le puede ir a alguien que se lleva muy mal con esa materia en particular.
Para mi gran decepción, no había visto ni un pelo todavía de los Cullen-Hale. La escuela no era exageradamente grande, por lo que era raro que todavía no me los hubiese cruzado, pero después de todo yo sólo llevaba un par de horas en el lugar... podía ser casualidad.
Llegada la hora del almuerzo, algunos chicos y chicas se esforzaron por entablar conversación y ser amables, e intenté ser cortés también. Mejor causar una buena primera impresión. Mike, Jessica, Ángela, Ben, Whitney, Lauren y Eric eran algunos de mis nuevos compañeros. Gracias a lo que había aprendido sobre fisonomía y trucos para recordar y relacionar nombres y caras, no tuve dificultad en memorizarlos, aunque fingí confundirme un par de veces para guardar las apariencias.
Ahí estaba yo, sentada en el comedor, intentando entablar conversación con unos desconocidos llenos de curiosidad, cuando los vi por primera vez. Bueno, ya había visto sus fotografías, pero no tenían punto de comparación con verlos en vivo y en directo. Eran muchísimo más agraciados en persona.
Se sentaban en un rincón de la cafetería, en la otra punta de donde yo me encontraba. Eran cinco, los más jóvenes. Desde luego, los tales Carlisle y Esme no estarían en clases. Ellos no conversaban ni comían pese a que todos tenían delante una bandeja de comida. No me miraban de forma estúpida como casi todos los demás, por lo que no había peligro: podía estudiarlos sin temor a encontrarme con un par de ojos excesivamente interesados.
Sus rostros, tan diferentes y tan similares al mismo tiempo, eran de una belleza inhumana y devastadora. Las fotografías de los legajos no les hacían justicia, y eso que ya entonces yo casi me había quedado sin aliento al verlos. Eran rostros como nunca esperas ver, excepto tal vez en las páginas retocadas de una revista de moda. O pintadas por un artista antiguo, como el semblante de un ángel. Resultaba difícil decidir quién era más bello, tal vez la chica rubia perfecta, Rosalie Hale, o el joven de pelo castaño dorado, Edward Cullen. Él me había llamado la atención desde el comienzo de la investigación.
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Swan, Bella Swan
FanfictionTras despertar del sueño de 16 horas posterior al regreso de Italia, Bella tiene muchas explicaciones que darle a Edward, empezando sobre por qué hay una pistola bajo el suelo de su habitación y por qué Charlie le inyectó una droga para despertarla...