A trabajar

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Forks, Washington. Miércoles 29 de mayo de 2006. Interior del móvil patrulla de la policía de Forks, donde la agente encubierta Swan, Bella Swan, está siendo llevaba bajo arresto a la comisaría acusada del asesinato de Michael Newton.

-¿Cuál es el castigo para quien presenta una falsa declaración en un caso de homicidio? –pregunté, interesada.

-Varía de una multa a varios años de cárcel, dependiendo de la gravedad de la mentira, y si fue deliberada o no –respondió Mark, mirándome con sospecha.

-Vayan preparando una cómoda celda para Jessica, entonces –me permití una sonrisa-. Soy inocente y puedo probarlo. ¿Vamos?

Mark pareció muy sorprendido, pero bajó del móvil patrulla, abrió mi puerta y me hizo descender. Caddy bajó detrás de nosotros, con una expresión de sospecha en la cara. Mark me tomó del codo con expresión casi de disculpa.

-Eh, yo debería haberte esposado, pero... -dudó.

-No te preocupes, no voy a escapar –le aseguré-. Tengo que desenmascarar a Jessica.

Entramos a la comisaría con Caddy pisándonos los talones, y Mark nos condujo de inmediato hacia el despacho de Charlie. En el pasillo me crucé con el señor y la señora Stanley, que me observaron con una mezcla de fascinación y repugnancia, la señora Stanley con menos disimulo que su marido. Era evidente que le creían a su hija; me pregunté con cierto desapego cuánta gente de Forks compartiría su punto de vista una vez que se corriera la voz.

Entré a la oficina, donde estaba Jessica, sentada en una silla y con rastros de haber llorado. Charlie estaba sentado tras su escritorio muy serio, aunque lo noté más irritado que preocupado.

-Ah, Mark. Muy bien –asintió hacia mí-. Condúzcalas a...

-¡Asesina! –chilló Jessica, furiosa. Se había girado a ver a quién la hablaba Charlie, y la cara se le había descompuesto de ira al verme-. ¡Asesina! ¡Te vi! ¡Vas a pudrirte en la cárcel...!

-¡Suficiente! –la acalló Caddy. Jessica guardó silencio de inmediato. Al igual que a cualquier persona con dos dedos de frente, el tamaño y el aspecto feroz de Caddy debían haberla intimidado.

-Puedo probar que la acusación es falsa –dije-. Sólo consulten el expediente.

-¿Qué del expediente? –preguntó Charlie, con el ceño fruncido.

-Las fotos del frente de la tienda, en especial las tomadas desde la calle –aclaré.

El ceño de Charlie se desfrunció de inmediato, y la sonrisa que apareció en su cara lo hizo parecer de pronto veinte años más joven. Él también había comprendido. Mark buscó las fotos con cara de incomprensión, y él y Charlie las estudiaron por un minuto. Charlie, satisfecho; Mark, confundido. Yo me quedé cerca de la puerta, con Caddy a mi lado.

-Señorita Stanley, me gustaría hacerle unas preguntas –empezó Charlie, amable, dirigiéndose hacia Jessica.

-Sí, señor –respondió ella, intimidada.

-Bien. Según su declaración, usted llegó al frente de la tienda a las 13:10 hs. –señaló Charlie, consultando el expediente-. ¿Es eso correcto?

-Sí, señor.

-A esa hora, ¿estaba abierta o cerrada la tienda?

-Cerrada... en ese momento –explicó Jessica-. Es que, la tienda estaba cerrada en ese momento, pero Mike llegó unos minutos más tarde, y aunque dejó la mayoría de las luces estaban apagadas, el cartel de la puerta decía que estaba abierto.

Swan, Bella SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora