Juicio y castigo

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Forks, estado de Washington. Noche del sábado 8 al domingo 9 de junio de 2006. Casa de los Cullen, desde donde la acción se desplaza a la casa de los Swan.

El teléfono sonó y sonó. Considerando que era bien pasada la medianoche, no debería sorprenderme que mi interlocutor tardara tanto en contestar la llamada, pero esto no era mera impaciencia mía. Había mucho en juego, y yo necesitaba que alguien atendiera ese teléfono cuanto antes.

Por fin, alguien descolgó el auricular.

—¿Hola? –murmuró una voz ronca por el sueño—. Casa de los Black. Habla Charlie Swan.

—Excelente –respiré aliviada. Había temido que Jake atendiera el aparato—. Hola, habla Bella Swan aquí. Por favor, necesito que me pases a Billy. Es importantísimo.

—¿Billy? –repitió Charlie sin entender.

—Sí. ¿Quieres la versión larga o breve? –ofrecí.

—La breve está bien –contestó mi papá un poco más despierto. Como de costumbre, prefería no saber a menos que fuese indispensable.

—Hay una situación... delicada, en casa de los Cullen, y necesitamos a Billy como mediador –respondí, tomándome muchas libertades a la hora de describir qué pasaba.

—Ya te paso con él –bostezó Charlie.

Un poco más tarde yo tenía a Billy Black al otro lado de la línea.

—¿Podemos hablar tranquilos? ¿No hay oídos indiscretos cerca? –pregunté un poco nerviosamente.

—Sólo está tu padre. Jake no regresó a casa todavía, está con... unos amigos –respondió Billy, dando a entender que Jacob debía estar con los demás hombres lobo.

—Bien. Billy, necesito pedirte un enorme favor. Los Cullen tienen una disputa con un grupo de humanos que conocen su secreto; necesitamos un mediador neutral y justo que dé un veredicto. No te lo pediría si hubiese otra manera, pero los únicos humanos que conocen el secreto y son lo suficientemente mayores y sabios como para arbitrar el caso son los Ancianos de la tribu. Por favor, ¿pueden venir a mi casa ahora mismo? Es importantísimo que todo se resuelva esta misma noche –rogué.

Nuevamente, yo había estirado y retorcido las cosas hasta hacer casi una mentira de la verdad. ¿Pero qué otra cosa podía hacer? Mencionar a la CIA y el FBI por teléfono, intentando explicar por qué yo estaba en medio, no sonaba como una buena idea. La explicación, que sonaba decididamente absurda, sería más o menos algo así:

"—Billy, necesito pedirte un gran favor. Necesito que vengas ya mismo a mi casa. Ah, y Sue Clearwater y Quil Ateara el mayor también. Verás, sucede que hay aquí un grupo de gente que conoce el secreto de los Cullen. Son de la CIA, e intentaron matar a un grupo de gente del FBI que averiguó el secreto también, porque los de la CIA quieren ser los únicos que saben la verdad. Ahora los del FBI, grupo al que por cierto pertenezco porque aunque no lo aparente soy agente encubierta, ¿nunca te lo conté? Vaya, qué descuido el mío. Como sea, los del FBI tienen, o mejor dicho tenemos, algo así como prisioneros a los de la CIA y queremos juzgarlos por intento de asesinato, pero para que el juicio sea justo se necesitan jueces neutrales, y ahí es donde entra la gente de la reserva, ya que también conocen el secreto de los Cullen. Ya ves, con un secreto de ese calibre como desencadenante de todo, no podemos llevar esto ante un tribunal común, pero hay que castigar el delito de todos modos. ¿Puedes venir? Oh, y por favor, pásame el número de Sam, que quiero llamarlo para pedirle que le ordene a todos los jóvenes que no vengan, así ellos no se enteran de nada."

No, la explicación completa tendría que esperar a que Billy los demás estuviesen aquí.

—¿Qué humanos son ésos? –preguntó Billy con sospecha.

Swan, Bella SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora