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Forks, Washington. Casa de los Cullen. Sábado ocho de junio de 2006, el mismo día del intento de asesinato de Jessica, el arresto de Briscioli y la recuperación de Jackson

Hubo otro sentido reencuentro en casa de los Cullen cuando Sheila y Alex alzaron la vista y se encontraron a Jackson entrando por la puerta. Aunque Caddy y Phillips debían haberles contado, no era lo mismo que ver en persona al sabueso Jackson.

Sheila empezó a chillar de alegría y a hablar a toda velocidad, diciéndole cuánto se alegraba de verlo y que ella siempre había contado con que él regresaría. Aunque Jackson hizo como que estaba irritado, me parece que en realidad era sólo para ocultar que él también estaba emocionado. Alex no dijo gran cosa, salvo un "es bueno volver a verlo, jefe", y le dio unas palmaditas en la espalda. Jackson parecía más cómodo con eso, hasta que vio que Alex estaba esforzándose por no llorar.

Si había algo ante lo que Jackson no tenía la menor idea de cómo reaccionar y siempre lo ponía nervioso, eran las lágrimas. Yo había aprendido años antes que Jackson podía enfrentarse a una feroz organización mafiosa sin reparos en eliminarlo sin que se le moviera un pelo, pero ante el espectáculo de una adolescente llorando, él quedaba completamente desestructurado.

—¿Saben si es un buen momento para que vayamos a ver a Fred? —pregunté, tratando de romper el incómodo momento.

—Esme iba a ayudarle a bajar, él también quería estar presente –explicó Sheila, y en eso un movimiento en la escalera captó mi atención.

Esme tenía sujeto a Fred alrededor del torso, y él apoyaba uno de sus brazos en los hombros de ella. Iban bajando la escalera lentamente, un escalón a la vez, con cuidado. Aún así, en comparación con lo que yo había visto antes de Fred, esto era un progreso enorme.

Fred seguía estando demasiado flaco y pálido, pero el color amarillento había quedado definitivamente atrás, al igual que las vías intravenosas y el respirador artificial. Tenía vendados los brazos en los lugares en que durante tanto tiempo habían estado las agujas, se divisaban las vendas por debajo de la camisa que vestía, pero en comparación con el aspecto que había tenido al llegar a la casa, estaba maravillosamente bien.

—Oh, llegó el jefe —se quejó en broma Fred desde la escalera. Su voz también sonaba como si hubiese estado resfriado, posiblemente a causa de la larga intubación—. Ahora vamos a tener que ponernos a trabajar... ¡se acabaron las vacaciones!

—Más te vale trabajar, Samstag, si quieres descubrir quién te dejó al borde de ir a quejártele a San Pedro —gruñó Jackson casi con cariño.

—Veo que ya estás con energías suficientes como para hacer chistes —le sonreí, contenta de que no sólo hubiese sobrevivido, sino que también estuviese bien en general.

—Seh, bueno, qué puedo hacer, soy maravilloso —se encogió de hombros Fred con fingida indiferencia.

Esme le ayudó a llegar hasta el sofá, donde Fred se dejó caer con un suspiro de alivio. Pese a su aparente fortaleza, él estaba casi sin aliento y con las mejillas sonrojadas después de ese escaso ejercicio. Todavía no estaba tan bien como quería hacernos creer, pero intuí que era demasiado orgulloso para admitir su debilidad. Preferí dejarlo correr por el momento.

—¿Cómo vamos con los archivos de la hacker? —le pregunté a Alex, que estaba otra vez en la computadora.

—Hay toneladas de información, no tenemos procesado todo —se disculpó Alex, sin quitar los ojos de la pantalla—. Pero filtré los archivos que contienen palabras clave y estamos revisando ésos primero.

—¿Qué palabras clave estamos buscando? –quise saber, sentándome al lado de Alex.

Swan, Forks, Phoenix, Cotton, Samstag, Jackson y Stradivarius —explicó Alex, señalando en pantalla una ventana que indicaba "56 coincidencias encontradas".

Swan, Bella SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora