Conjeturas

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Dos semanas pasaron sin mayores novedades. La vida había vuelto al ritmo tranquilo y lluvioso tan propio de Forks.

Jake y yo habíamos roto las relaciones diplomáticas después de que él me delatara ante mi padre por el asunto de las motos. Aunque me dolía haber perdido a mi amigo, me repetí hasta el cansancio que era mejor alejarlo de mí. Mejor para él, desde luego. Cuanta menos gente hubiese involucrada en este espiral de locura que era mi vida, mejor. Jacob no tenía idea de mi vida como agente federal encubierta y era mi intención que eso siguiera así.

La torpe investigación que Sheila, Fred y yo intentábamos llevar adelante no había arrojado ningún tipo de resultados. En realidad, no existía más que en teoría, ya que no habíamos tenido oportunidad de acercarnos a un edificio federal todavía.

Alex seguía negándose a colaborar con el espionaje al espionaje que suponía nuestra investigación, y él y Sheila estaban al borde de la separación. Ella me había escrito unas cuantas veces y llamado en una o dos ocasiones, siempre triste y a veces muy enojada. La convivencia con Alex no siempre había sido fácil, como pareja habían tenido altibajos en el tiempo que llevaban juntos, pero nunca tan grave como ahora. Después de la primera discusión inmediatamente posterior a la noticia del aborto de la misión, que acabó en un silencio recíproco de cuatro días, las peleas se alternaban con los silencios ofendidos. Alex llevaba diez días durmiendo en la angosta cama de la habitación de visitas.

Intenté consolarla y animarla, pero la verdad es que yo no tenía experiencia en lidiar con desacuerdos graves de pareja y todo lo que podía darle era un oído amigo al que hablarle. A veces eso bastaba, y a veces, no.

Por otra parte, me había enterado con bastante sorpresa, algo de decepción y un poco de enojo que Sheila no creía en absoluto en mi informe. Ella estaba interesada en investigar por qué había sido abortada la investigación, pero toda la historia de vampiros era algo increíble en su opinión.

-En un principio, ni bien acabé de leer el informe, creí que quizás la demasiada presión había causado que escribieras un informe disparatado, sólo para testear las rutas de envío o como señuelo –me explicó, en una de nuestras conversaciones telefónicas, con todo el tacto posible-. Hasta intenté ver un mensaje cifrado en todo eso de vampiros que cazan animales y todo eso. Estuve segura que era algo así, y temí que estuvieses metiéndote en un problema... pero cuando llegó la orden de abortar y dejarte sin castigo por tomarle el pelo al FBI, comprendí que había algo más detrás de eso. No sé qué es, y quiero averiguarlo. Pero no puedo creer en vampiros, Bella, con todo respeto –me dijo en tono de disculpa-, para mí eso es demasiado... es demasiado -concluyó.

Después de eso, no quise preguntarle a Fred si él me creía. Aunque por una parte era bueno que Sheila no me creyera pese a todo y el secreto de los Cullen continuase a salvo, me dolía que alguien a quien yo consideraba mi amiga fuese incapaz de tomar en serio lo que yo decía, aún con toda la investigación de los archivos de décadas pasadas respaldando lo que yo afirmaba.

Jackson seguía encargado de hacer sólo trabajos de principiante, papelerío y casos bastante obvios sobre todo. Lo más emocionante que la había tocado en el mes había sido intervenir como parte del cerco policial en un caso de toma de rehenes, y eso solamente se lo habían confiado porque el lugar en que la toma de rehenes se había producido era un edificio federal y la mayoría de los agentes habían quedado adentro. Jackson estaba muy deprimido. Para un sabueso como él, ese tipo de trabajos tan sencillos eran un insulto a su intelecto y su curriculum.

Respecto a los Cullen, habían aceptado la revelación sobre mi identidad secreta sin demasiados sobresaltos, pero reaccionado diferente a mediano y largo plazo, como yo ya había conjeturado que ocurriría. Mientras que Esme y Edward preferían hacer de cuenta que no había pasado nada y que yo era la misma Bella de siempre, Emmett no perdía ocasión de hacer bromas al respecto de cuántos micrófonos ocultos había desmantelado esa mañana o de preguntarme directamente sobre mi entrenamiento o cómo había redactado tal o cual punto de mi informe final.

Swan, Bella SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora