Swan, Bella Swan

Acción y reacción

Dormitorio de Bella. 05:08 AM del 22 de marzo de 2006, el día posterior al regreso de Volterra.

»Jackson estaba bastante decepcionado de que tu familia se hubiese mudado de un día para otro, antes que yo alcanzara a completar la investigación oficialmente –expliqué en un tono plano-. Yo sólo podía sufrir y repetirme que me merecía quedarme sola, que nunca había reunido el valor de confesarte la verdad, que estarías mejor sin mí, que yo solo era una asquerosa traidora... De alguna manera, Jackson adivinó lo que yo sentía por ti y me apartó de la investigación, aunque Sheila siguió manteniéndome al tanto.

»Encontré el CD de música y las fotos bajo la tabla suelta un día, limpiando mi habitación. Hasta ese momento había conseguido, no sé cómo, mantenerme de una pieza. Pero al verlos... fue demasiado –dije en voz baja, tratando de no acordarme del intenso dolor que me había recorrido al ver esas cosas allí-. No pude explicarme por qué habías dejado las cosas justo en ese lugar. ¿Era una especie de mensaje? ¿Una promesa? ¿Una venganza...?

-Bella, no... -tartamudeó Edward, cohibido-. Supongo que... fue una manera de dejar algo de mí a tu lado. Fue estúpido e infantil, lo sé. Te dije que desaparecería de tu vida para siempre, pero... no pude. Quizás, de algún modo... siempre supe que regresaría.

-No supe qué pensar –admití, dolida-. Fue demasiado. No pude soportarlo. Caí en una especie... de estado zombie durante algunos meses.

»Me rehice en parte, gracias a Jacob, y decidí que no podía dejar la investigación a medias. Una vez superada la etapa de amor furioso y auto-culparme, estuve furiosa contigo, y decidí que mi trabajo era lo más importante. Soy la agente más joven en la historia del FBI, y no tenía intenciones de pasar a la historia también como la más incompetente. Sólo encontré una forma de salir de este lío, y la puse en práctica.

»Edward, no bromeaba al decir que tu familia está en peligro, y es por mi culpa. Redacté el informe final, dando por finalizada la misión y delatando a tu familia con todas las pruebas posibles, hace cuatro días –expliqué poniendo énfasis en cada sílaba, a ver si él comprendía por fin en qué grave peligro estaba-. Después de enviarlo a Sheila, la coordinadora de información, fui a La Push a la mañana siguiente y salté de ese acantilado. Fue completamente premeditado, y más allá de lo que le dije a Alice, yo sí quise matarme... fue la única forma de salir de este lío. Tenía que completar mi misión, pero no podría vivir sabiendo que te metí en problemas, después de todo lo que habías hecho por mí... me habías salvado de tantas maneras, y yo te retribuía traicionándote.

»Pero sobreviví –no pude evitar un suspiro-. Por una vez, mi mala suerte fue tal que sobreviví cuando quería morir. Después de eso... todo se salió de control. Alice, el llamado, el viaje a toda máquina a Italia... fue todo demasiado. Me despierto en mi habitación, y estás conmigo... creí que me había vuelto completamente loca. Cuando me hiciste saber que habías encontrado el arma, creí que ya sabías todo, no esperé tener que explicarte. Creí que habías encontrado todas las pruebas y ya habías atado cabos. Pero me alegro de haber confesado. Es... es lo correcto.

Edward miraba al vacío con grandes ojos oscuros. Sus ojeras moradas destacaban especialmente bajo los ojos negrísimos. Su rostro de ángel estaba completamente frío y duro; nunca me había recordado más a una estatua de mármol.

-¿Éste es el momento en que me dices que soy un desastre, que no entiendes cómo alguna vez me miraste dos veces, y te marchas de un ágil salto por la ventana para no regresar nunca jamás? –sugerí con un hilo de voz.

Él siguió sin mirarme, sin moverse y sin siquiera respirar. Tanto mutismo me estaba desesperando.

-Edward, por favor, di algo -le rogué, tomando su hombro e intentando sacudirlo. Por supuesto, no lo moví ni un centímetro.