Informe final

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Forks, habitación de Bella Swan. 16 de septiembre, día de la partida de los Cullen.

Se ha ido, repetía mi cabeza incansablemente.

Se ha ido.

Se ha ido.

No regresará.

Se ha ido...

Ahí estaba yo, en el suelo de mi habitación, frente a un reproductor de CD vacío y un álbum de fotografías mutilado. Se había llevado los objetos materiales que podrían recordarme a él de un modo inmediato. Había intentando fingir que...

Será como si nunca hubiese existido.

El dolor me recorrió, terrible, devastador. Edward no me quería, se había aburrido de mí, y ahora él y toda su familia se habían ido. Nunca volvería a verlos, a ninguno de ellos. Ni a la sonrisa torcida de Edward, ni la expresión alegre de Alice, la cálida sonrisa maternal de Esme, la expresión bonachona de Emmett, la tranquilizadora sonrisa de Carlisle, la calmante presencia de Jasper...

Me estremecí levemente. No culpaba a Jasper, yo sabía que era difícil para él luchar contra sus instintos, y después de todo, lo que había ocurrido no era más que un estúpido accidente. ¿Cuántas personas son capaces de cortarse con un papel al desenvolver un regalo de cumpleaños? Sólo a mí me pasaban esas cosas.

No, no culpaba a Jasper por intentar atacarme, del mismo modo que no podía enojarme con Esme o Alice por tener que abandonar la habitación... y del mismo modo, no podía guardarle rencor a Edward por decidir que yo no era suficiente para él.

Me encogí y temblé. No podía llorar, no podía gritar, no podía... sólo sufría.

Una sonrisa torcida que más era una mueca carente de toda alegría apareció en mi cara. Yo seguía teniendo fotografías de Edward, de todos los Cullen en realidad. Los legajos estaban escondidos en un bolsillo interior secreto de mi maleta, algo parecido a un doble fondo. La mueca se me ensanchó cuando caí en la cuenta que, de hecho, había puesto esos legajos en manos de los Cullen al permitirles dejar atrás mi equipaje cuando fue el asunto de James. Parecía que hacía años de eso, en lugar de unos pocos meses.

Pese al dolor y la confusión que me embargaban, no podía permitirle al desconsuelo que me superara. Tenía que pensar fríamente. Tenía que razonar...

Como en trance, me levanté del suelo y caminé hacia mi vieja, casi obsoleta, computadora. Con un movimiento ágil a fuerza de práctica, destrabé la carcasa metálica del CPU que rodeaba los circuitos y plaquetas que formaban la esencia de la computadora. Metí la mano sin mirar y saqué el blackberry. Volví a colocar la carcasa metálica del CPU en su sitio y la dejé sin atornillar, como de costumbre.

El interior del CPU era el escondite más reciente que había encontrado para el blackberry, sobre todo desde que el ropero había dejado de ser un sitio seguro, con Alice siempre husmeando por ahí y criticando mi vestuario. Reprimí un escalofrío de dolor al pensar en Alice, y volví a centrarme en el trabajo.

De: imswan (arroba) fbi . gov

Para: sacotton (arroba) fbi . gov

Asunto: URGENTE – mudanza de los Cullen

Perdón por molestar a estas horas pero es URGENTE. Los Cullen acaban de mudarse. La nueva dirección que dejaron en el hospital corresponde a Los Ángeles. Fue algo inesperado, no se había mencionado al respecto, al menos no frente a mí. No sé si eso significa que hayan descubierto que estaban siendo seguidos, es una posibilidad que no puede dejarse de lado.

Hablé solo con Edward. Me dijo que

Mis manos temblaban tanto que tuve que sujetar el blackberry con ambas manos para impedir que se me cayera. No había forma de que repitiera lo que Edward me había dicho exactamente. Preferí dar una versión incompleta, ligeramente distorsionada, de lo que había pasado.

Swan, Bella SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora