La hacker

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Forks, Washington.Casa de los Swan. Viernes 07 de julio, por la noche.

Ni bien acabó de emitirse el informe, sonó el teléfono de casa. Caddy fue a atender, y al cabo de unos segundos asomó la cabeza de nuevo al living, donde Edward y yo estábamos sentados en el sofá.

-Jessica Stanley quiere hablarte –dijo Caddy en voz baja, cubriendo el auricular con la mano.

-Me estoy bañando –respondí en voz baja, desganada-. No me pases llamadas, no estoy de humor para hablar con nadie.

Caddy asintió, comprensiva, antes de regresar a la cocina. Edward me miraba con toda atención, como si esperara que en cualquier momento me diese un ataque.

-¿Qué? ¿Tengo monos en la cara? –le pregunté, irritada.

-No, claro que no –respondió él, un poco sorprendido por mi brusquedad-. Estás hermosa, como siempre.

Resistí rodar los ojos por muy poco. ¿No se suponía que los vampiros tienen vista perfecta? ¿Cómo era posible que Edward siguiera sin darse cuenta que estaba junto a una chica de lo más simplona?

-Entonces, ¿por qué me miras así? –pregunté.

-Por... nada en especial –respondió él-. ¿Quieres comer algo?

-No, gracias, no tengo hambre. Mi máxima ambición en estos momentos es dormir hasta mañana a esta misma hora –murmuré, estirándome.

-Necesitas reunir fuerzas, Bella –me dijo Edward, serio y un poco preocupado.

-Y para eso tengo que dormir –musité, poniéndome lentamente de pie.

En la cocina, escuché cómo Caddy colgó el teléfono y empezó a ir hacia el living. No había dado más de dos o tres pasos cuando el teléfono volvió a sonar. Ella volvió al aparato y la escuché hablar con alguien, aunque no oí las palabras exactas que decía.

-Bella... -empezó Edward, poniéndose de pie con mucha más gracia y elegancia que yo.

-Edward... -le dije yo en el mismo tono, añadiendo una nota de amenaza.

-Bella, es en serio... -respondió él con algo de súplica.

-Edward, es completamente en serio. Quiero dormir como si me pagaran por eso –apunté, apoyando mi cabeza en su pecho.

-Bien –aceptó él, acariciándome el cabello-. Pero prométeme que vas a comerte todo el desayuno de mañana.

Yo conocía lo suficiente a Edward como para saber que él se las arreglaría para hacer de algo tan simple como un desayuno algo exagerado y desmedido.

-Voy a comer todo lo que pueda del desayuno de mañana –prometí.

Edward hizo una mueca, pero adivinó que no tenía sentido discutir.

.

Me fui a dormir tras darle las buenas noches a Caddy, que estaba ocupada con el teléfono, que sonaba siempre dos segundos después de que Caddy acabara de atender la llamada anterior.

-¿Me quieres decir por qué tu teléfono tenía que figurar en la guía telefónica? –gruñó Caddy, irritada, mientras el susodicho teléfono volvía a sonar.

-No había sido un problema antes de hoy –le respondí honestamente, encogiéndome de hombros, al tiempo que Caddy levantaba el tubo una vez más.

-Casa de los Swan, aquí habla Candance Frazer, agente del FBI –anunció ella con sequedad. La saludé con la mano y me escabullí escaleras arriba, donde Edward ya estaba esperándome.

Swan, Bella SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora