¿Modernitas? No gracias

6K 379 10
                                    

Ya era miércoles, y tocaba química a primera hora. El profesor nos tenía que dar una mala noticia.
- Chicos, tengo malas noticias - lo sabía -. He triturado los exámenes que hicisteis el lunes, no me va a quedar otra que repetirlo hoy.

Desde detrás se oyeron murmullos de quejas y risitas de gratitud.
Por suerte esta vez sí que había estudiado, me pase todo la tarde del día anterior estudiando.
Y había dado resultado, me sabía todas las preguntas.
Como terminé con tiempo empecé a leer poesías de mi libro, una de mis favoritas es esta:

Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.

Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.

Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.

Las tres cosas que más daño hacen, las tres cosas que no hieren y nos hacen sufrir, esas son.

- Amatista - me llamó el profesor -, no puede sacar nada con el examen en la mesa.
Se me había olvidado que estábamos en un examen.
- Perdón - dije guardando el libro en mi bolso.

Me miró riendo. Yo sabía, que el sabía que yo no copiaría en un examen.
Para eso ya está mi libro.

Llegué al comedor, como de costumbre.
Vi a Alexandra cuchichear con mucha gente, se percató de que estaba y se acercó a mí como si no me hubiera dado cuenta de que hablaban de mi cumpleaños.
- Hola - dijo con la voz entrecortada.
- Hol...
- Oye - no me dejó terminar -, luego hablamos. Oh mira, allí está Lucas. Ve y habla con él.

Se fue casi corriendo lo mejor que podía con sus botas con tres centímetros de tacón, cómo se notaba que las estaba estrenando.
Fui a la mesa en la que estaba Lucas y me senté a su lado.
Estaba estudiando geografía.

- Estudiando eh.
Se sobresaltó, no se había percatado de mi presencia.
- No me había dado cuenta de que estabas ahí - sonrió.
- Lo sé - también sonreí.
- Alexandra lleva todo el rato hablando de tu fiesta.
- Pobrecito, sé lo que es que te vuelva loco - le di una palmadita en el hombro.
- No creas, es bastante divertida.
- Sí, bueno.

¿Por qué tuve envidia? Ella será divertida, guapa, lista y encantadora, pero no tiene un libro con el que manipular a las personas.
Vale, eso no ha sonado lo que se dice bien, pero me vas a discutir que si tuvieras este poder no lo utilizarías.

- Por favor, dime que no va a invitar a las animadoras - dije viendo que hablaba con ellas.
- ¿Y si las invita qué pasa? - preguntó extrañado.
- Pues que en ese limitado grupo está Marta.
Me miró como si aún no lo entendiera.
- Ella y sus amigas no paran de incordiarme - me di cuenta de que la frase daba a entender que me importaba -. Que me da igual, pero en mi prototipo de decimoquinto cumpleaños no entra lo de ser acosada por unas tías repipis.
Soltó una carcajada.
- ¿No decías que te daba igual tu cumpleaños? - arqueó una ceja.
- Y me da igual, pero ya que lo voy a celebrar, lo celebro decentemente.
Asintió.

Entonces sonó la campana, hora de volver a clase.

Cuando por fin terminó el colegio fui a mi casa y me encontré con mi madre.
Tenía el pelo castaño y corto, y sus ojos castaños, también.
Era pecosa y delgada.
- Hola mamá - le di un abrazo.
- Hola cariño, ¿qué tal las clases?
- Bien, tuve que repetir un examen de química. Me salió bastante bien.
- Me alegro - sonrió con ternura.

Fui a mi habitación y pasé el día oyendo musica.
También comencé a cantar, desafinado mucho y con una pronunciación incorrecta parte de una canción:
It never was and never will be...



La Chica De Los Ojos Violetas #NDAWARDS2016 #ColorFulAwards Donde viven las historias. Descúbrelo ahora