«¿tu amiguita la rubia?»

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- Sí - respondió tan tranquila como yo -, he quedado con Gabriel y no me las he quitado.

Parecía interpretar un guión perfectamente planificado y practicado a más y no poder. Ya éramos dos.

- ¿Qué tal te ha ido?
- Bien, pero es difícil haciendo de ti - dijo algo apenada.

Había más verdad en esa frase que mentira, eso estaba claro. Ónix sólo quiere ser feliz, a lo mejor ni sabe que es un clon. Ella es sólo el títere, aquí el que mueve los hilos es mi padre, y estoy segura de que voy a cortar esos hilos.

- Deberías ser tú misma, dejar de fingir - la aconsejé.
- No es tan fácil - dijo saliendo de la habitación.

Volví a mi teléfono y vacié el chat como previamente había decidido.
Tenía otro mensaje.

En alguna parte tiene que estar, busca bien 10:51

Quizás Ónix fuera el títere de mi padre, pero yo era el de Emma, y no pensaba permitirlo ni un segundo más. 

Seguiré buscando 10:53

Me cambié la harapienta ropa, dándome un rápido baño antes y salí disparada al laboratorio.
Estaba a punto de abrir la puerta hasta que mi padre, si se le podía atribuir ese título, me frenó en el acto.

- ¿A donde vas? - preguntó sin darle mucha importancia a la pregunta, o intentándolo.
- Iba a dar un paseo por un parque de las afueras.

Podía haber dicho que iba a casa de Alexandra a estudiar, eso hubiera sonado mucho más creíble, pero prefería decir una verdad a medias. Creer que decía una verdad a medias hacía que me tranquilizara cuando mentía.

- ¿Te llevo?
- No hace falta, cogeré el autobús.
- No era una pregunta, hoy es día de laboratorio, hay que hacer unos últimos análisis.

No podía rechazar una oportunidad como esta, sería mucho más sencillo entrar allí con un científico de la mano que cometer un allanamiento de morada.

- Pues iré contigo - puse los ojos en blanco.
Esa hubiera sido mi respuesta si no tuviera tantas ganas de que me llevara.

Ya subidos en el Ford Fiesta azul oscuro Ónix aún tenía las "lentillas". Decidí no preguntar para que no se delatara a sí misma, eso podría levantar sospechas y ya no me tratarían como si no supiera nada del tema.

Llegamos a aquel edificio blanco. Otra vez me rodearon decenas de batas blancas, cosa que me hacía recordar mi primera vez allí. Ese pánico que sentí fue sólo mi instinto advirtiendo de lo que pasaría.

Sabía que esas "últimas pruebas" consistirían en que Ónix usara el libro, si funcionaba las pruebas abrían acabado y mi padre no usaría este gran poder para el bien común, eso estaba claro.

Entramos al laboratorio de puerta 33, pero esta vez no nos sentamos en esas camillas. Mi padre fue directamente a un cajón de su mesa lo abrió despacio.

¿Por qué tardaba tanto en abrir ese cajoncito? Sabía lo que sería, tenía claro lo que sacaría de aquella cuadrícula de plástico blanco.

Podía sentir como se me clavaban las uñas en las palmas de las manos de la presión con la que cerraba los puños.
Al ver que habían comenzado a salir unas gotas de sangre violeta decidí metérmelas en la boca y deborar las uñas.

Por fin puede ver como sacaba un librito de tapas marrones y un broche de oro.

Podía sentir como empalidecía, sudor frío corría por mi frente y de mi garganta salió un intento de grito, aunque solo se pudo oir un leve susurró que ni yo misma percibí.

Abrió el libro por una página al azar. Y sacó una pluma totalmente blanca.

- Ónix - dijo mi padre - escribe aquí tu nombre.

Tenía que hacer algo que fuera morderme las uñas.

- Esto no escribe - soltó Ónix al ver que, efectivamente, no escribía.

Claro, la pluma blanca había perdido su poder. Solo una verdadera destinyx puede darle su color dorado.

- Escribe el tuyo, Amatista.

Sentí como el pulso se me aceleraba mientras me acercaba a la mesa. Si Ónix no había conseguido usar el libro me obligaría a mí a hacer las cosas horribles que él haría.

Cogí la pluma entre mis dedos y pude ver como empezó a brillar y cambiar a dorado poco a poco.

- Escribe - repitió sin parecer impresionarse.
- No - dije rotundamente.

Le miré fijamente mostrando una clara seguridad en mi misma, aunque estaba temblando.

- Parece que sabes más de lo que pensaba - se estaba... ¿burlando?
- Has creado un clon de mí para poder manejar el libro a tu antojo porque sabías que yo no aceptaría hacer nada malo - le reproché.
- ¿Quién te ha dicho eso? ¿tu amiguita la rubia? ¿la que intentó matarnos? - seguía con ese tono irónico que detestaba.
- ¿Me vas a decir acaso que lo vas a usar para el bien?
- Sí - pronunció esa palabra tan convencido que era imposible negar su afirmación.

La Chica De Los Ojos Violetas #NDAWARDS2016 #ColorFulAwards Donde viven las historias. Descúbrelo ahora