Tengo la cara helada

5.1K 282 42
                                    

- No - sorbió por su nariz.
- Entonces continúe con el viaje sin más turbulencias, por favor.

Por fuera estaba comprensiva, como una madre primeriza que le dice a su hijo que no pinte las paredes, pero por dentro tenía ganas de estrellar yo misma el avión.

Estabilizó el avión mientras un suspiro salía de mis labios.

- Gracias - me sonrió.
- De nada - le di unas palmaditas en la espalda, se lo merecía.

Volví a mi asiento sin notar ni una turbulencia y, a la media hora, ya estabamos aterrizando en el aeropuerto de Ucrania.

Tenía los oídos taponados y algo de mareo aún, pero me sentía viva, y no porque podría estar muerta, que también, sino que acaba de salvar la vida de estas personas.

Cogí mi maleta y Olivia me acompañó a la salida.

- Espero que el viaje te haya resultado medianamente agradable, heroína - me tocó la cabeza, justo donde su tacón había aterrizado.

Lo importante es que yo había aterrizado en Ucrania, sentía el frío y humedo aire en la cara.
Me volví a poner la capucha de mi sudadera al sentir como se me helaban las orejas.

Caminé por el aeropuerto y busqué algún punto de información, no tardé mucho puesto que había uno a cada diez pasos.

- Hola - dije a la hermosa chica, casi albina, que se encontraba tras el mostrador.
- Hola - tenía un marcado acento ruso.
- ¿Sabe dónde se pueden comprar guías de teléfono?

Se sonrió por la pregunta, se esperaría que preguntara como llegar a una determinada calle.

- Hay una tienda algo antigua en la plaza de las afueras.

Sacó un mapa y me indicó los autobuses y metros que debía coger para llegar allí.

- ¿No hay algo que esté un poco más cerca? - dije al ver que eran aproximadamente dos horas de trayecto.

Negó con la cabeza y me cedió el mapa.

Caminé frustrada, arrastrando los pies. Ya eran las doce y media y yo seguía buscando la dichosa parada del metro que me llevaría a la otra punta de Ucrania.

Tiritaba de frío, me calentaba las manos con mi aliento, pero no servía de nada.
Un pequeño termostato de la parada indicaba dos grados centígrados.

Compré una entrada introduciendo la tarjeta de crédito, treinta euros me costó la broma.

Antes de coger el metro fui al baño, necesitaba defecar y ver que aspecto tenía mi cara.
Lo que pensaba, llenaba al que me miraba de una sensación de confusión.
Tenía la sonrisa tierna de una niña y en mis ojos se veía el miedo de esa niña. Las ojeras denotaban el cansancio y la piel morena, irritada por el frío, que no era de por allí.

Los sabios de mi reflejo se curvaron hacia abajo.

Fui a las vías donde debía coger el metro.

"Proxima parada: en tres minutos" pude leer en un cartel digital. Pasó un minuto, otro, y otro más, y allí estaba mi transporte.

Subí pasando el ticket por el sensor y me senté al fondo, en un asiento sin nadie al lado. Bajé la cabeza de tal forma que el gorro de mi sudadera solo dejara ver un mechón de pelo que caía.

Gente entraba y salía de aquel vehículo sobre monorail, todos evitando sentarse a mi lado y hablando su peculiar lengua.

En la quinta parada, en la que subió más gente de lo esperado, una señora se sentó a mi lado, llevaba la compra de un supermercado que no fui capaz de reconocer.

Me dolía el cuello, por ello levanté la cara y le dediqué una mirada.
No fue una mirada amenazadora, pero tampoco sonreí, sólo la miré a sus ojos esmeralda fijamente.

Ella reaccionó alejando las bolsas de la compra de mí, como si yo quisiera sus estúpidos cereales de marca blanca, o alguno de los yogures de muesli que podía ver a través del plástico.

Sentí como me rugía el estómago. Miré mi reloj digital, las dos y media. Llevaba todo el día sin comer nada.

Por fin llegué a mi parada, cogí mi mochila y salí de nuevo a la helada calle.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Os presento a Emma

Aquí nuestra preciosa Alexandra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aquí nuestra preciosa Alexandra

Y por último Amatista con sus botas militares

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Y por último Amatista con sus botas militares.
En esa foto parece demasiado buena quizás.

Y bueno, también busqué Amatista con diez años cuando pasó lo del padre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Y bueno, también busqué Amatista con diez años cuando pasó lo del padre

La Chica De Los Ojos Violetas #NDAWARDS2016 #ColorFulAwards Donde viven las historias. Descúbrelo ahora