La Chica De Los Ojos Violetas #NDAWARDS2016 #ColorFulAwards

Sólo quiero lo mejor para ti

El lugar era gigantesco, unas veinte veces mi casa, a pesar de parecer solo la sala principal, porque había un montón de puertas que debían de dar paso a pequeñas oficinas y laboratorios.
Las paredes eran blancas, al igual que los uniformes, no pude evitar pensar en Emma. Lo único que destacaban eran enormes aparatos, como telescopios u otro tipo de cosas que no supe distinguir.
Había también en el centro un gran mostrador triangular, blanco, como no. Veía a los científicos salir de sus puestos para ir a entregar o recibir distintos documentos.

Mientras analizaba todo detalle del lugar, iba andando hacia el centro de la sala, ensimismándome cada vez más en mis pensamientos. Entonces choqué con un científico enfadado y me di cuenta de que estaba sola, entre un montón de científicos locos, perdida. ¿Dónde estaban mi hermana y mi padre?
Empecé a hiperventilar, teniendo en cuenta que yo no era lo que se dice normal, estar entre tanto científico del gobierno podía perjudicarme en muchos sentidos.
¿Y si uno de esos monstruos con bata viene y me pregunta el porque de mis ojos? ¿Y si no le contesto? ¿Y si decide diseccionarme?

Alguien me tocó la espalda.

Me di la vuelta apresuradamente, y era Ónix. Sentí como el corazón se me salía del pecho e intenté controlarlo, intenté.

- Amatista, ¿a dónde ibas? Papá tiene que arreglar unos papeles para poder pasar a su consulta, ¿nos sentamos fuera?

Solo asentí, no quería pasar más tiempo allí, entre tanto científico. Aunque mi padre era uno, pero él nunca me diseccionaría, ¿verdad?

Salimos del edificio y nos sentamos en un banco del pequeño parquecillo que había. Yo quedé mirando a un columpio al que impulsaba el viento. No sé que hacía Ónix, solo sentía que me miraba.

- Necesito ayuda - me tocó el hombro.
- ¿Ayuda para qué? - pregunté dándome la vuelta.
- Es que... bueno...

No hacía falta que lo dijera, su media sonrisa, sus mejillas sonrojadas y sus preciosos ojos negros brillantes lo decían todo.

- ¿Quién te gusta? - pregunté haciendo de hermana mayor, aunque teníamos la misma edad.
- Es un chico de mi clase de fotografía - me enseñó los dientes color marfil con una sonrisa.
- ¿Cómo se llama? A lo mejor lo conozco - le toqué el cabello castaño.
- Gabriel - dijo.

Sí, me sonaba su nombre, recuerdo que yo, bueno, mi antiguo yo, estaba en fotografía antes de ser mi ahora yo.
Desgraciadamente no recordaba su cara, porque mi ahora yo estaba en teatro.
Oh, no, y desgraciadamente estaba comenzando a olvidar mi antiguo yo.

- Me suena su nombre, pero, ¿puedes describirlo?
- Sí, tiene los ojos castaños, el pelo negro, es alto, blanco de piel...
- Espera - la interrumpí de su fantasía mental -, ¿hablas de Gabriel el que está en ese grupo? - dije con los ojos como platos
- Sí - respondió muy contenta antes se que acacabara la última palabara.
- ¿El que no hay día que salga pronto del instituto porque le castigan? - pregunté aún más incrédula.
- Sí.
- ¿El que no aprueba un solo examen?
- Si que aprueba exámenes - mencionó indignada.

La miré como si ya supiera la realidad, y la sabía, y no me gustaba.

- Bueno, solo los aprueba cuando copia - confesó.
- ¿Y cómo puede gustarte ese chico? - pregunté al borde de la desesperación.
- Amatista, te cuento algo como mi hermana que eres, la que me debe comprender más que nadie, ¿y criticas mi elección? ¿Me haces sentir despreciada y humillada?
- Ónix, ya solo quiero lo mejor para ti,y ese chico no te conviene.
- ¿Y tú qué sabrás lo que me conviene? - refunfuñó.

- Chicas - apareció mi padre de la nada -, ya está todo listo para las pruebas.

Ónix se levantó y siguió a mi padre, debía estar enfadada, y lo entendía, pero conocía a ese chico, y conocía muy bien lo que era capaz de hacer.

Me levanté detrás de Ónix y nos dirijimos al despacho de mi padre. Caminamos hasta la puerta con el número 33, mi padre introdujo la tarjeta en la ranura.