El colgante

5.5K 373 21
                                    

El jueves pasó con rapidez, pues estuve todo el día haciendo deberes y a penas ocurrieron cosas interesantes.
Bueno, a no ser que tu mejor amiga te obligue a ponerte un vestido que te ha comprado ella misma.
A saber que vestido me va a poner, espero que no sea muy corto, o que tenga escote. No quiero llamar la atención.

Me desperté con una sensación de paz en el cuerpo.
Me resultó raro haberme despertado sola antes de que sonara el despertador, puesto que ayer, escuchando música, me había quedado dormida a las dos de la mañana.

Cuando mis ojos empezaron a enfocar, me di cuenta de que había mucha claridad, entonces miré la hora en mi reloj.
¡Eran las ocho y media!
La hora de entrada en mi instituto es a las ocho en punto.
Genial, no hay mejor manera de empezar mi cumpleaños que llegando tarde a clase.

Fui corriendo por el camino mientras me comía una manzana por la que sustituí el cepillo de dientes.

Entré en la clase y todas las miradas se centraron en mi, no pude evitar sentirme inferior al resto.
Cada vez me hacía más pequeñita, y ellos cada vez más grande.
- Bue... bue... buenos días - tartamudeé.
- Pasa Amatista.

Por suerte hoy tocaba química a primera hora, el profedor de química me adoraba.

Me senté detrás de Alexandra, y no exactamente porque quisiera, sino porque no paraba de hacerme señas para que me sentara ahí.

Cuando me di la vuelta para sacar los libros de mi mochila y volví a mirar hacia delante vi de repente la cara de Alexandra pegada a la mía.
- Em, ¿hola? - me alejé un par de centímetros, había violado mi espacio personal.
- Feliz cumpleaños - canturreó.
El profesor nos miró y enseguida Alexandra se volvió hacia delante.

Llegamos al comedor y me encontré con Lucas y Alexandra.
- Felicidades - dijo Lucas.
- Gracias - dije sin mucho ánimo.

- ¡Amatista! - oí una voz aterciopelada desde el otro lado del comedor.

Me di la vuelta y vi a Emma, era bastante ridículo como se ajustaba esa falda blanca por debajo de la rodilla y esa americana blanca en su casi anoréxico cuerpo, pero lo era aún más su forma de correr con sus tacones.

- Hola - me acerqué a ella.
Me estaba dando vergüenza ajena, aunque aún resultava adorable.
Me dio un fuerte abrazo y me acarició el pelo.
- Feliz cumpleaños.
- ¿Cómo lo sabes?
- Miré en tus archivos - sonrió - y te he hecho un regalo.
- ¿A mí? - pregunté extrañada.
Lo de que una psicópata te dé un regalo para tu cumpleaños no es lo que se dice un momento normal.

Sacó una cajita que podía caberme entre las manos.
Primero desenlacé el lacito que tenía encima y la abrí lentamente.
Dentro había una cadeneta plateada de la cual cogaba una piedra violeta.
- ¿Te gusta? - preguntó de repente.
- Me encanta - dije con un hilo de voz.
- Es una amatista.
- Como yo - no pude evitar entristecerme.

Me entristecí porque esa mujer me acababa de recordar el día de hoy, justamente hoy, hace cinco años que murió mi padre.

Murió el día de mi cumpleaños, el día que cumplí diez años.

Él decidió llevarme al bosque porque yo no quería hacer ninguna fiesta. El sabía que una salida al bosque, en medio de la oscuridad, me haría más ilusión.

Ella lo sabía, es mi decimoquinto cumpleaños y no estoy con mi padre por su culpa.

Es una vieja bruja encantadora.

Es que encima es guapa, amable. Pero es una embustera, sigue siendo una asesina. Se manchó las manos de sangre, y sigue tan tranquila, como si no hubiera arruinado la vida de muchas personas.
Como si no hubiera arrebatado la vida de muchas personas.

Me di cuenta de que me había quedado tan profundamente hundida en mis pensamientos que el comedor estaba vacío.

Todavía tenía el colgante en la mano, era precioso, encima tenía buen gusto.
Lo guardé en la cajita y fui corriendo a clase.

La Chica De Los Ojos Violetas #NDAWARDS2016 #ColorFulAwards Donde viven las historias. Descúbrelo ahora