La Chica De Los Ojos Violetas #NDAWARDS2016 #ColorFulAwards

Puede que no seas tan mala

Fui a mi habitación y cogí mi bolso violeta de mano, era del tamaño perfecto para mi libro.
Pero no había vuelto a mi habitación para eso.
La verdad era que hacía bastante tiempo que no lo usaba, tampoco me ha hecho falta.

Entonces encontré lo que estaba buscando, mi colgante.
Me gustaba mucho, me sentía segura con él puesto.

Entre eso y el libro estaba totalmente protegida.

Me dirigí a salir, Alexandra me esperaba en la puerta.
- Vamos, ¿a qué esperas? - pregunté.
Ella extendió la mano en la que tenía una venda violeta.
- Ni de broma - me reí.
- Venga Amy, tienes que ponértela, es una sorpresa.
Negué con la cabeza.
- Mira - la agitó -, es del color de tus ojos.
Puse los ojos en blanco.
Cogí la venda y me la até.

Me cogía de la mano y me dirigía tocándome la espalda.

No me gustaba nada ir con los ojos tapados, no sabía a donde iba.
Daba pasos cortos y fuertes, pero inseguros, si soy propensa a caerme con los ojos abiertos las posibilidades aumentaban cuando no veía donde pisaba.

- A ver, Amy, aquí está Lucas.

No podía verle, no sabía donde estaba.
Extendí los brazos para encontrarlo.
Pero él se adelantó, me abrazó por detrás.
Me di la vuelta y me besó.

- Vamos chicos - interrumpió Alexandra -, tenemos que irnos.

Los dos me cogieron una mano y me agarraron por la espalda, sus manos se rozaban detrás de mi.
Sentí un pinchazo en el pecho.

- Escalón - decía Alexandra de vez en cuando.
- Hacia la derecha - decía otras.

Ella me indicaba y Lucas me ayudaba cuando perdía el equilibrio, que fueron muchas veces.

Entonces comencé a oir una música muy lejana, reggaeton, cómo no.
Sentía como la música se acercaba a mí y me hipnotizaba, me hundía en su siniestra bruma y me introducía en aquel lugar.

Cuando me quitaron la venda fue cuando me percaté de que había mucha gente allí.
El lugar tenía un aire a discoteca, por las luces y eso, pero mirabas detenidamente y te dabas cuenta de que era una simple fiesta de instituto.

Los chicos y chicas tenía cara de niños, bebían Coca-Cola en vasos de plástico e iban vestidos con trajes baratos que habrían comprado con la paga de sus padres.

- Y bueno... ¿qué te parece? - me preguntó Alexandra.
- Me encanta.

Miré a Lucas, llevaba una camisa de botones violeta y unos pitillos negros.
Iba a juego conmigo.
Alexandra había pensado en todo.

- Todo a tu gusto, pasátelo bien - dijo Alexandra.
- Muchas gracias Alex, te has superado.
- Sólo he juntado las dos cosas que mejor se me dan, montar una buena fiesta y complacer a mi mejor amiga.

Le di un abrazo.

Lo primero que hice fue ir a ponerme un vaso de refresco.
Mientras caminaba, sentía como todo el mundo me miraba de arriba a abajo.

Cuando intentaba librarme de esas intimidantes miradas y no llamar la atención me choque con Marta.

- Perdón - dije esperando algún insulto.
- Ah, no pasa nada - contestó despreocupadamente -. ¿Cómo te llamas?

¿Estaba siendo amable conmigo? Claro, no me reconocía.

Bien, si le digo mi nombre me incordiará, ya he dicho que me hace gracia, pero no hoy.
Sólo debía decirle un seudónimo.
Pero, ¿cuál?

- Soy Amy.
- Encantada Amy, yo soy Marta y estas son mis amigas Clara, Sabrina y Emily - me sonrieron.

Cuando no te acosaba no era tan mala gente.

- ¿En qué instituto estudias? - preguntó Sabrina.

Era alta, con el pelo rizado y rubio.

- Pues yo... estudio... no creo que lo conozcáis, no es de la zona, además, no quiero pensar en las clases, vamos a pasarlo bien - nunca pensé que mi físico podría cambiar mi forma de pensar.

- Tienes razón - añadió Marta.

Ella era peliroja y de ojos verdes, muy guapa la verdad, por estúpido que parezca, no sé porque no tiene novio.

Vale, mi físico está cambiando demasiado mi forma de pensar.

Entonces un gran barullo interrumpió mis pensamientos.
No podía creerlo, eran los repetidores de cuarto.