Plan perfecto, esta vez de verdad

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Muchos se preguntarán, y qué pasó con ese chico de ojos azules que se llamaba Lucas. Pues no he vuelto a saber nada de él, ni siquiera le he visto por los pasillos o el comedor. Otros también se preguntarán, por qué no miras su destino, pues muy sencillo, necesito saber sus apellidos, no es que me importe su privacidad, ni mucho menos si es lo que estabais pensando. Necesitaba sus apellidos, así que ideé un plan:
Primero: me colaría en la enfermería.
Segundo: como no creo que pueda colarme sin ser pillada tendré que caerme o algo por el estilo, cosa que se me daba muy bien.
Tercero: hacer que la enfermera se fuera.
Cuarto: cuando la enfermera se fuera miraría los apellidos.
Era un plan increíble, además, que era lo peor qué podía pasar. Ya sé que la ultima vez que puse en práctica un plan increíble, salió increíblemente mal, pero tenía que intentarlo, de qué sservía tener un poder tan alucinante si no podía usarlo.

Era lunes, volvieron los exámenes, los nombrecitos estúpidos, la literatura y los planes fantásticos.
Acababa de terminar el recreo, hora de ejecutar mi plan. En el ajetreo con el que todo el mundo entra me caeré, luego, mientras están en clase, habrá menos revuelo y podré apuntar su nombre. Plan perfecto.

Caminé por las escaleras y apenas tuve que actuar, enseguida tropecé y caí, dandome en la nariz y sangrando mucho, adiós a mi jersey favorito. Entonces fui entre toda la multitud tapándome la nariz y la boca.
Segundo paso completado.

Fui a la enfermería vi a aquella enfermera que había presentado cierto interés por mis ojos. Era joven, debía de tener veinte y pocos año, becaria seguramente. Su cabello era rubio y sus ojos ámbar, y su piel, blanca. Estaba cogiendo unas jeringuillas, se dio la vuelta y me sonrió de forma adorable.
- ¿Cómo tú por aquí? - preguntó con su dulce voz.
Entonces me quite la mano de la boca y casi se desmaya, se puso más palida de lo que ya estaba, mi teoría se reafirma.
- Vale, siéntate en la camilla - dijo intentando salir del shok.
Seguí sus instrucciones. Primero me limpió la sangre e intentó parar la hemorragia a base de algodoncillos y apretarme la nariz haciendome mucho, mucho daño.
- Creo que ya estás presentable - me rozó el pómulo con ternura.
Mientras se acercaba a mi cara me di cuenta de que llevaba lentillas, después de que me hicieran millones de pruebas para verificar si mi color de ojos tenía que ver con alguna enfermedad me he hecho una experta en tonos de iris, y el suyo no es natural. ¿Qué clase de persona se pone lentillas marrones? Pues esta tía.
- Ya puedes ir a tu clase, deja que te haga el parte...
- ¡No! - la interrumpí - Es que me estoy mareando un poco - mentí.
- Debe de ser el olor de la sangre, pero te revisaré igualmente.
Sacó una linterna del cajón blanco y me la acercó a la cara. Me alumbró diciendo que mirara a un lado y al otro, arriba y abajo.
- ¿Tienes algún tipo de enfermedad óptica?
- No, pero me han hecho muchas pruebas, porque los ojos violetas solo se dan si se tienen niveles muy bajos de melanina, pero mi cantidad de melanina es superior a lo que debiera.
- Interesante - contestó con una cara de la que no estoy segura de poder describir, era una extraña mezcla entre una asesina y una madre.
Debía pensar en algo para que la enfermera se fuera y poder apuntar los apellidos. Entonces le tiré la linterna como si hubiera sido un acto reflejo.
- Lo siento, la luz me ha hecho daño en los ojos - dije inocentemente, pero que bien se me da mentir.
Se agachó y cogió la linterna.
- Está destrozada, iré a buscar una nueva.
- Lo siento.
- No pasa nada.- dijo cerrando la puerta.
Tercer paso completado.

La Chica De Los Ojos Violetas #NDAWARDS2016 #ColorFulAwards Donde viven las historias. Descúbrelo ahora