La Chica De Los Ojos Violetas #NDAWARDS2016 #ColorFulAwards

Copias no por favor

Fui a clase como si lo de que tengo hermana ya lo supiera. Al fin y al cabo, esto era otra realidad, puede que mis padres hayan tenido otra hija, o la hayan adoptado, hay millones de posibilidades. Si habían cambiado tantas cosas, por qué no el número de niñas en esta casa.

Llegué al instituto y me senté en mi habitual sitio, bueno, en mi antiguo habitual sitio.
Entonces ocurrió algo extraño, muy extraño.

- Amatista - era Marta - ¿por qué te vas a sentar allí sola?
- ¿Y por qué no? - pregunté colgando la mochila en la silla.
- ¿Es que te estás volviendo nerd? - preguntó como si de una enfermedad se tratarse - Ven aquí y siéntate con tus amigas - me llamó con un gesto de mano.

¿En serio era a mí? ¿Yo? ¿Su amiga? ¿De cuando a dónde? ¿Y lo de Negrinieves?
No entendía nada, ni ella era mi amiga, ni yo vestía como una modernita, ni existía una chica con los mismos apellidos que yo.
Igualmente le seguí la corriente, todo vale la pena teniendo por fin a mi padre.

- Ahora mismo voy - dije sin mucho entusiasmo.

Me senté al lado de Marta, detrás de Sabrina, y delante de Clara y Emily.

Empezó la clase en el preciso momento en el que apoyé todo mi peso en la silla, a pesar de ello, Marta continuó hablando conmigo.

- ¿Qué te pasa? ¿Te noto extraña? - cogió mis apuntes de matemáticas.

No sé, si de repente la chica que te acosaba fuera tu mejor amiga, creo que también estarías extraña.

- Digamos que he tenido problemas - le arrebaté los apuntes.
- ¿Menstruación? Entiendo, no hace falta que lo ocultes con "problemas" - volvió a coger los apuntes -, que son los que yo tengo con las mates, ah, tampoco la llames "mi amiga la pelirroja" - se señaló el cabello anaranjado.
No pude evitar reir por la estúpida ocurrencia.

Tras la clase de matemáticas, en la que sólo podía intentar asimilar lo ocurrido, salí una de las primeras, pequeña ventaja por ser ¿guay?

Siempre salía la última, así que nunca había sabido lo que era un verdadero cambio de clase.
Por si no había quedado claro, no es como en las películas, a penas puedes caminar y no paras de chocarte con todo el mundo, sobre todo si estás en un instituto de más de mil alumnos y con, solamente, novecientos ciencuenta metros cuadrados, cada alumno no tiene ni un metro cuadrado.

Mientras caminaba intentando abrirme paso entre la multitud, oí mi nombre en mi oído. Era una voz dulce, aunque parecía enfadada.

El pasillo se había deshabitado un poco. Conseguí darme la vuelta y vi a la propietaria de esa voz. Era una chica morena, pelo largo y castaño. Iba vestida con un vaquero largo, ojalá tuviera yo uno, me estaba muriendo de frío, y una blusa a cuadros.

- Amatista, ¿es que no sabes despertarte a tu hora? Estoy harta de esperarte y llegar tarde por tu culpa, y no hubieras salido de tu cuarto si no es porque le dije a papá que te llamara, yo lo intenté varias veces, pero era imposible, chica, si que eres dura se oído. De verdad, a veces pienso qué es lo que haces para ser tan irresponsable. A partir de hoy no voy a esperarte, por mucho que mamá me lo pida; tampoco te voy a despertar más, tienes miles de aplicaciones para chatear con tus amiguitas, pero no eres capaz de ponerte una alarma en el móvil.

Había olvidado nombrar un detalle crucial al describirla, era una copia perfecta de mí, exceptuando sus ojos, no eran violetas, sino negros. Aunque también eran extraños, el derecho tenía una raya blanca, que pasaba por detrás de la pupila, de arriba a abajo.

- Perdón - dije confundida.

Dijeron que tenía una hermana, pero no imaginé que fuera una hermana gemela.

- Perdón, perdón, perdón - se burló -. No quiero que te disculpes, quiero que me hagas caso.

Me hacía gracia como se movía y hablaba, me recordaba a un duendecillo enfadado.

Debía tener cuidado con lo que decía, debía actuar como si siempre hubiera sido mi hermana, pero, ni siquiera sabía como se llamaba.