Capitulo tres. La pizza solo me da alegrías.

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PRIMERO OS QUIERO DEJAR UNA NOTA, QUE SÉ QUE SI LA PONGO AL FINAL NO LA LEÉIS. -.-

Tengo que informaros de que, si leísteis la otra nota, sabéis lo ocupada que estoy, pero no recordaba que tengo un viaje a la nieve la semana que viene. O sea, el martes tengo un examen enorme que tengo que estudiar y ese mismo día por la noche me voy de viaje hasta el viernes. Esto conlleva a que intentaré subir capítulos tanto de este como del de 'Real o irreal' entre mañana, el viernes sobre las ocho o las nueve de la tarde y el sábado igual. Si fallo algunos de esos días ya sabéis por qué es... Y el martes antes de irme intentaré dejar otro subido, porque el viernes de la semana que viene no podré subir nada y en la nieve menos que no llevaré ni el ordenador jajaja. Pero bueno, ¡que intentaré subir entre mañana, el viernes, el sábado y el martes el mayor número de capítulos! PORQUE ME ACUERDO DE VOSOTROS MUCHO. :)


Y ahora, sin más dilación, el capítulo... 


Capítulo tres. La pizza solo me da alegrías. 



Hoy no estaba seguro si era mi día de la mala suerte o qué pasaba exactamente, pero desde que me encontré con Ana en aquella cafetería todo me había salido mal. ¡Incluso había perdido el bus! Y eso que yo siempre soy puntual y jamás en la vida lo había perdido. Sí, sí, puede sonar una tontería y quizás lo sea, pero estando en mi situación y sabiendo mis rutinas y manías, no es nada de tontería. Claro que hay cosas más importantes, como que me hayan dado un ultimátum con la historia que tengo que escribir y si tuviera inspiración pues no tendría problema, incluso vería bien esa decisión por parte de mis superiores para que no me quedase durmiéndome en los laureles, pero ¡no la tengo! No tengo ni la más mínima inspiración. Las musas no me visitan desde hace unas semanas y eso para un artista, ya sea escritor, escultor, cantante, etcétera, es lo peor que le puede pasar. Nosotros creamos, si las musas no nos visitan de vez en cuando, dejamos de crear y entramos en un periodo de paro. El peor de todos. Eso puede costarte muy caro.

A parte de todas esas cosas (y más), no me apetecía en absoluto ir esta noche a cenar a casa de Ana. ¿Qué voy a hacer allí? Claro que soy su amigo y claro que quiero saber cosas de ella y ponerme al día, pero no sé por qué, tenía un mal presentimiento. Todo aquello acabaría en desastre si iba y tampoco podía buscarme una buena excusa, Ana me conoce cuando miento y cuando no, obviamente me cogería al instante. Digamos que si tuviese que ganarme la vida como actor, moriría de hambre. Ni si quiera cuando era pequeño y tenía que mentir a mis compañeros de que no tenía chuches para no quedarme yo sin nada, era capaz. No, no era capaz. Se me notaba al instante y además me sentaba fatal tener que mentir. Luego me remordía la conciencia aunque fuese una mentira tan leve como aquella.

Mis padres me enseñaron bien a ser una persona sincera y no engañar a los demás. Que por una parte está bien, porque haces el bien y te sientes realizado y completo interiormente. Es una satisfacción; pero por otra parte, es un poco jodido. Todo el mundo puede aprovecharse de ti. Supongo que la cuestión es ser bueno y sincero hasta cierto punto, saber cuándo debes serlo.

Creo que lo único que alegraría ahora mi día es una pizza, era o eso o seguir comiéndome la cabeza sobre mis principios y mi infancia y sacarle malas cosas a todo lo que piense.

Pero...

¡A una pizza no se le puede sacar nada malo! Una pizza es una pizza. Perfecta y rica. Siempre he dicho que el amor verdadero es el que tienes hacia la comida. La comida nunca te fallará... Bueno, si tienes dinero, si no tienes dinero estás bastante mal. Es decir, jamás podrás comer pizza más. Si yo me quedase en la ruina lo que peor llevaría sería eso. ¿Podría vivir sin comer pizza? ¡No!

Creo que me he enamorado... (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora