Capítulo dieciséis. Empecemos por el principio.

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Narrado por Anastasia.


—Recuerdo que yo vine de viaje con James a los tres o cuatro meses de conocernos y fue aquí donde más lazos unimos, supongo que las borracheras son la razón de las grandes amistades. —Me contaba Marcos. —No te voy a mentir, gran parte de mi memoria en esa época está borrada, no sé a causa de qué, la razón más lógica es debido al alcohol pero... ¿tanta fuerza tiene el bourbon?

—El alcohol puede hacerte olvidar algunos acontecimientos pero no la mitad del viaje. —Le dije mientras que le prestaba toda mi atención a la historia.

Habíamos conseguido librarnos de James y Álex diciéndoles que habíamos encontrado pistas de una gran bruja que podía deshacerlo todo. Se quedaron tranquilos, bueno, James no mucho, por lo que se ve no es tanta la confianza que tiene en Marcos...

Estábamos en un viejo edificio abandonado donde, según Marcos, se hospedaron cuando vinieron James y él. Hubo un incendio que arrasó con todo y nadie tuvo interés en él de nuevo, aunque la razón más oculta y la verdadera es que, por lo visto, supuestamente el edificio estaba encantando. Yo creo mucho en los espíritus y les tengo respeto, ¿pero eso no es excesivo ya?

—Estoy seguro que no fue cosa de ningún hechizo. ¿Y si nos dieron una droga para olvidar ciertas cosas porque había alguien a quien no le convenía saber la verdad? —Preguntó.

—Pero Annabel dijo que sí que había un hechizo y ella viene mandada por Jenna. —Dije dando por descartada su hipótesis.

—Annabel no es de fiar Anastasia. Seguramente esto no lo hizo ni por Jenna, algún día aparecerá pidiéndonos un favor porque ella es de esa forma de ser. No puede dar algo de manera desinteresada. Nunca lo ha hecho y las personas no cambian.

—Jenna nos ayudó, si realmente pensase que Annabel no fuese de fiar, no nos la hubiese mandando. —Reafirmé yo.

—A este paso no me extrañaría nada que Jenna estuviese implicada en todo el lío que nos está ocurriendo. Si lo piensas, es ella la única sabe toda la historia y no nos quiere contar nada.

—Porque prefiere que lo descubráis vosotros.

—¿En serio? —Enarcó sus cejas. —Si fuese una amiga de verdad como todos creen (incluso ella) nos hubiese ayudado, nos hubiese contado las cosas y nos hubiese dejado solucionarlas. —Añadió levantándose de una vieja caja de madera en la que se encontraba sentado.

—¿Y que se supone que debemos hacer ahora? —Interrogué imitando sus actos.

—Debemos desconfiar de todo el mundo. —Contestó girándose hacia a mí.

—Eso no es un problema, igualmente no me fío de nadie. —Asentí.

—Pero tenemos que ir a hablar con Jenna, aunque no sea de fiar es a la única que podemos sacarle algo. —Dijo mientras que bajábamos las escaleras de aquel edificio.

—No sabremos si nos dice la verdad o nos miente, o sea que no tiene sentido hacer eso. —Manifesté mientras que me ponía delante de él antes de salir por la puerta del edificio.

—No tenemos más opciones, tenemos que empezar por ella y luego ir desenredando la cuerda hasta dar con la verdad. Y ésta nos llevará a Ana porque sabremos quiénes son los secuestradores. —Me contó mientras que me apartaba y salía de aquel sitio lleno de escombros.

—¿Por qué quieres salvarla? No la conoces. —Curioseé mientras que subíamos al coche.

—No lo sé. —Se encogió de hombros. —Después de todo soy una buena persona ¿no? —Me lanzó una sonrisa lasciva y metió las llaves en el orificio del coche, encendiendo el motor y poniéndonos en marcha hacia el bar de Jenna.

Creo que me he enamorado... (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora