Capítulo veinte. Las buenas noticias compensan las malas.

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 Habíamos vuelto todos juntos al hotel dónde nos quedábamos para hablar de cómo vamos a sacar a Jenna de allí. En realidad, sin ella íbamos a hacer poco porque, por lo que pudimos ver, es la llave para poder saber todo nuestro pasado y eso nos llevaría a Ana y así a poder volver de vuelta a nuestras vidas. Que ya eran bastante interesantes.

—¿Qué vamos a hacer? —Preguntó Annabel a punto de darle un ataque de ansiedad.

Sinceramente aún no sabía porque había venido con nosotros si ni si quiera nos caía bien a ninguno. A la larga, seguro que nos da más de un problema, o como mínimo nos deja tirados en un momento clave. Es mucho de huir de sus problemas, literalmente.

—Tenemos que ir a buscarla. —Dijo Álex mientras que daba vueltas por la habitación.

—¿No me digas? —Preguntó de forma irónica la rubia.

—Yo tengo una idea. —Intervino Marcos, haciendo que todos girásemos nuestras cabezas en su dirección. —¿Por qué no nos emborrachamos?

—¿En serio saltas con eso ahora? —Contestó enfadada Anastasia. —¡No es el momento para irse de fiesta y cogerse una borrachera!

—¿Qué pasa? Yo pienso mejor con resaca. —Dijo ofendido.

—Creo que mañana deberíamos ir a buscarla. —Dije haciendo caso omiso a los estúpidos comentarios de mi amigo.

—Es lo mejor, si tenemos suerte no la habrán matado. —Apoyó Álex mientras que cogía una hoja y un bolígrafo. —Tenemos que planear cómo entrar ahí de nuevo.

—Las puertas tendrán más seguridad, tendremos que buscar alguna forma de distraerlos. —Dije yo.

—Siempre he sido yo la distracción. —Comentó Annabel.

—A ti ya te han visto, no servirás para esta misión. —Contestó Álex pensativo. —¿Anastasia a ti te importaría hacerlo?

—¡Anastasia no! —Exclamé antes de que la chica de las pizzas pudiese mediar palabra. —Mejor Marcos. —Dije bajando mi tono de voz, mientras que Marcos escupía el agua que estaba bebiendo.

—De acuerdo, entonces Marcos pero tendremos que ponerle una peluca y unos tacones. Annabel te puede dejar alguno de los suyos. —Secundó el moreno mientras que escribía.

—Espera, espera, espera. Yo no pienso hacerme pasar por tía. —Intervino alarmado Marcos.

—No es tan difícil, solo tienes que bailar un poco. —Le contestó Annabel haciendo un ademán con la mano y quitándole importancia.

—¡¿Pero alguno de vosotros estáis bien de la cabeza?! —Voceó el susodicho. —Yo no voy a hacer nada de eso, es más, me voy de copas. —Antes de que pudiese salir por la puerta, Álex intervino en su momento de fuga.

—Esto es importante Marcos, piensa que te vas a disfrazar para carnavales.

—¡Ni de coña! —Se negó.

Entre tantos gritos y caos, me acerqué a Anastasia. La razón por la que no quería que ella se involucrase en esto era porque no iba a participar, no iba a permitir perder a una persona tan importante para mí. Demasiado teníamos ya con haber perdido a Ana como para perder también a mi chica de las pizzas.

—¿Podemos hablar? —Le dije.

Ella simplemente asintió con esa sonrisa tan dulce que pone, parecida a la de una niña pequeña cuando le regalan golosinas, y me la llevé al baño. Sí, no es un sitio muy bonito y con un ambiente nada romántico para estar a solas, pero sí era silencioso y podría haber de una forma seria y razonable con ella.

—No quiero que participes en la misión de mañana. —Le solté rápidamente. Al principio pude ver como intentaba procesar las palabras por su cara de confusión, pero después, simplemente frunció el ceño de manera confusa. —Hablando parezco 007. —Añadí, de buenas a primeras, recordando la frase tan estúpida que le había dicho.

Me excuso diciendo que en mi cabeza sonaba bien.

—¿Por qué? Yo quiero ir, he venido aquí a ayudar. —Contestó omitiendo mi comentario ''gracioso'' para aliviar tensiones.

—No quiero que te pase nada y mira lo que le pasó a Jenna. —Volví a negarme.

—Pero ella ya estaba en peligro antes, a mí no me conocen. —Contraatacó.

—¿Te recuerdo que te tuvieron encerrada? Te conocen. —Le mencioné.

—Los de la puerta trasera no. —Contestó alzando las cejas.

—Anastasia que no vamos a contar contigo para ir. —Zanjé seriamente.

—Sé cuidarme sola James. —Se cruzó de brazos.

—Lo sé. Sé que no necesitas que nadie te cuide, pero me gusta cuidarte igualmente. —Dije mientras que agarraba sus manos. —No quiero que te pase nada y menos por mi culpa, esto no es asunto tuyo y contra menos implicada estés, mejor. Es peligroso, por lo que hemos podido ver, y no me perdonaría que te ocurriese algo. Sabes de más lo que siento por ti. —Dije sonriendo. —No me hagas decirlo. —Supliqué. —Hoy me siento pudoroso. —Ella soltó una carcajada a mi comentario.

—Algún día conseguiré que me lo digas. —Avisó mientras que me señalaba.

—Algún día. —Confirmé. —Pero como quiero que ese día llegue, por favor, no te metas más en esto. —Pedí.

—De acuerdo. —Asintió mientras que rosaba los ojos. —Pero quiero algo a cambio.

—¿En serio intentas hacer un trato cuando lo único que quiero es protegerte? —Pregunté de forma divertida. Esto era el colmo.

—Sí, es que yo soy especial. —Dijo encogiéndose de hombros. —¿Aceptas?

—A ver, dime. —Dije renegado.

—¿Qué te parece una cita? —Propuso sonriendo de oreja a oreja.

—¿Quieres que tengamos una cita en medio de este problema tan exagerado? —En serio, creo que no he oído nada tan surrealista en mi vida. Por eso mismo me gustaba esta chica.

—Tú me has dicho que intente meterme en esto lo menos posible. —Esta vez fue ella la que consiguió sacarme una carcajada a mí.

—Tendrás tu cita. —Acepté. —No hay nada que me pueda alegrar más. 

—Pide pizza. —Sugirió mientras que me guiñaba un ojo y desaparecía por la puerta del baño.

¿Está mal que me sienta tan sumamente feliz en estos momentos? Las buenas noticias compensan las malas. O mejor dicho, las superan y haces que te olvides de todo. 

Ahora soy un asqueroso romántico. Más de lo normal. 


LO SIENTO POR ESTE CAPÍTULO TAN CORTITO, INTENTARÉ QUE EL DE MAÑANA SEA MEJOR. ;)

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Creo que me he enamorado... (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora