Capítulo veinticinco. La servilleta.

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NARRADO POR ANASTASIA.

La información que me habían dado aún estaba hecha un lío en mi cabeza. Cada dato se me hacía más duro de dirigir. A ver, ¿cómo se supone que debo tomarme que James haya estado con Emily? Por lo visto, una loca psicótica que quería acabar con Álex por un estúpido compromiso. Esa mujer tenía un serio problema con eso de que, si no se casaba con ella, destrozaba a su hermana. ¡Una niña! Su hermana era una niña que había permanecido en coma mucho tiempo y, es despertar de éste, se pone en el mismo punto de mira que la loca esa. Y sí, Álex también tuvo que estar con ella y dejar a Ana varias veces. Por lo que puedo ver, todo esto es una historia bastante entre enrevesada.

Separándola por partes era, más o menos, que la primera se trataba de Álex y Dani (el hermano de Ana, que ni si quiera sabía que tenía uno) en Inglaterra iniciando todo el problema; la segunda parte es Álex y su planeado compromiso con Emily, dejando a Ana una y otra vez; el tercero, ocurrió cuando James llegó a la vida de Ana y se hicieron novios; y el cuarto, cuando todo se resolvió y Álex decidió contarle de una vez por todas cada cosa la muchacha.

No he visto una historia más complicada en mi vida. Y eso que se habían saltado detalles y me habían hecho un pequeño resumen, cosa que no sabía si era posible, porque si eso era un resumen no me quiero ni imaginar cómo debe ser la trama completa.

Para colmo, creo que me he metido en medio de personas a las cuales su pasado no deja de perseguirles, porque no creo que sea casualidad que ahora, en medio de todo esto, aparezca la hermana de Emily. Esa familia tiene un serio problema respecto a la vida personal de los demás. Si están aburridos que se compren un mono, pero que no escojan la extorsión como modo de diversión.

Había llegado a pensar que Emily seguía detrás de todo esto y al no haber podido casarse con Álex, había decidido eliminar la amenaza matando a Ana. Si eso era correcto, necesitaba un manicomio con urgencia.

—¿Una copa? —La voz de Marcos había conseguido que dejase mis pensamientos torturadores a un lado.

—¿Nunca dejas de beber? Empiezo a pensar que deberías ir a alcohólicos anónimos. —Respondí señalándole, pero aceptando su bebida sin ninguna duda.

—¿Quién se encargaría entonces de ofrecerte bebida cuando estás, probablemente, planeando tu suicidio? —Enarcó una ceja y tomaba asiento junto a mí.

—Esto me sobrepasa. —Suspiré renegada. —No pensaba que tuvieran tantos problemas. A ver, pensaba que tenían problemas más normales, no los de una telenovela.

—Cuando James me lo contó yo también reaccioné así. —Comentó mientras que escuchaba mis frustraciones.

—¿Cuándo te lo ha contado? —Dije entrecerrando mis ojos y frunciendo mi ceño. Estaba confusa. No había visto en ningún momento a Marcos en un momento de caos, es más, siempre estaba con las bromas y era el encargado de hacernos el ambiente un poco más ameno.

—Cuando la secuestraron. —Respondió encogiéndose de hombros.

—Pero en ningún momento te he visto extraño, es decir, has estado igual de gracioso todo el tiempo.

—¿Qué debo decir? Soy un gran actor. —Alzó su cabeza de forma orgullosa y sonrió de manera exagerada.

—No sé cómo puedes seguir bromeando o tomarte todo esto con tanta paciencia. —Refunfuñé. —Yo probablemente me quede calva del estrés.

—Mirando la parte positiva no te tendrás que gastar dinero en champú. —Lo miré sonriente. Sabía que lo que intentaba hacer era que riese y dejase de agobiarme tanto. El estrés salía por mis orejas.

Creo que me he enamorado... (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora