Capítulo veintiocho. Chica de las pizzas.

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Habían interrumpido mi conversación con Marcos innecesariamente. Álex nos había estado contando que la hermana sicótica de Emily había hablado, argumentando que estaba cansada de estar allí encerrada y que necesitaba estirar las piernas y que, después de todo, esos eran problemas de su hermana y solo la ayudaba porque bueno, es su hermana. ¿Quién no haría algo así? Al menos había sido de gran ayuda al decirnos donde estaba Ana y cuando podíamos ir a buscarla. Por lo visto, la tenían en una iglesia abandonada (muy típico de películas en las cuales todos acaban muertos) y que esa iglesia quedaba ''despoblada'' el viernes. Todos los guardias de seguridad—o casi todos—iban a un evento que organizaba su hermana y las otras personas con las que se relacionaban. Auténticos desquiciados mentales.

Ni Marcos ni yo nos fiábamos mucho de la declaración de ella, estamos hablando de la hermana de una mujer totalmente demente, probablemente, ella siguiese los genes y estuviese igual o peor que su hermana mayor. De todas formas, ¿qué hacer? Solamente teníamos esa pista, mejor seguir eso a seguir dando palos de ciego.

Jenna, visto el rumbo que había tomado todo, nos contó de qué nos conocíamos. La unión que Álex y yo tuvimos a Emily, hizo que nos encontrásemos aquí, bebiendo y emborrachándonos, encontrándonos con Marcos, que resulta ser el primo de las hermanas perturbadas. La verdad es que, ahora fijándonos bien, sí que daban un aire. Lógico que Sam reaccionase de aquella manera cuando vio a Marcos (según me había contado Annabel, saltó a sus brazos y lo llenó de besos). Cuando nos enteramos de que eran familia, nos quedamos estupefactos y confusos, tardamos en reaccionar al menos quince minutos, sin exagerar. Jenna continuó como si no estuviésemos en un momentáneo shock diciéndonos que estuvimos planeando en cómo bajar a la reina del trono. Probablemente eso fue lo que causó que Emily nos cogiese tanto asco y atentase contra nosotros. Esa historia no me sonaba para nada surrealista—dentro de lo que resultaba todo esto— porque yo era mucho de tomar represarías y vengarme cuando algo no me agradaba y estaba enfadado. Álex, por lo que había podido comprobar, coincidía conmigo en eso.

Las muertes, la venta de droga y la prostitución de Marcos (lo cual nos quedó bastante asombrados a todos) fueron irrelevantes en nuestro pasado. Preferíamos dedicarnos y meternos en líos como esos a morir a manos de una rubia loca. Escuchando detenidamente la historia, si tuviese que volver a elegir, actuaría de la misma forma. ¿Quién querría cerca a la chalada de Emily o de su hermana? ¡Incluso Marcos que era de su familia había huido de ellas!

—¿Nosotros matamos a alguien? —Balbuceó Álex. Quizás yo sea demasiado malo, pero si tuvimos que matar a una persona en defensa propia, no iba a sentirme arrepentido de ello.

—No, cielo—contestó Jenna con una sonrisa reconfortante—. Marcos no dudaba en hacerlo cuando fuese necesario, pero debido a tu gran corazón no fuisteis responsables de muchos actos impetuosos.

—¿Y la droga? —Pregunté confuso. Esta historia estaba siendo demasiada información para mi cabeza y no era capaz de poder asimilarla toda.

—Álex ha estado metida en ella hasta hace poco. —Le señaló la mujer con la cabeza. —Antes de empezar una relación con Ana, para librarse de Emily, se metió a la venta de ésta. —Todos lo miramos interrogativos.

—Emily estaba obsesionada conmigo y no me dejaba irme feliz. —Contestó mientras que se pasaba sus manos por la cara con frustración. —En estos momentos me gustaría tener menos atractivo. —Fuimos conscientes del intento de burla que hizo Álex. Todo por intentar bajar el nivel de tensión y desconcierto que estaba instaurado en el aire.

—No entiendo cómo se fijó en ti teniendo un primo tan atractivo. —Comentó Marcos siguiéndole la broma.

—La prostitución normalmente se llevaba a cabo cuando estabais drogados. —Explicó Jenna.

Creo que me he enamorado... (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora