Capítulo veintisiete. Respuestas.

425 31 2
                                    


Después del rato que estaba pasando con Anastasia, los besos, los abrazos y las risas, no podía preguntarle qué había hablado con Marcos. Lo estropearía todo y, por lo que había podido ver, había conseguido que estuviera bien y alejase cualquier pensamiento que tuviera en mente. Lo que menos quería en estos momentos es que la angustia y el mal estar que estaba sintiendo minutos atrás, volviese; opte por lo más razonable. Habar con Marcos.

Era mi amigo ¿no? Los amigos se cuentan todo, incluso cuando meten la pata con la chica que te gusta por decir algo que debería haberse callado.

Y sí, me gusta Anastasia. Lo admito de nuevo por si no había quedado claro.

Volviendo al tema en cuestión. Me mataba más la duda de qué le había dicho a Anastasia para que estuviera tan ausente y si era algo tan sumamente malo del cual debería preocuparme excesivamente. No me iba a enfadar fuese lo que fuese. Creo. No, no me enfadaría, soy una persona adulta.

O al menos intentaría no enfadarme, eso significa que no es un no rotundo o un sí, sino que intentaría no hacerlo.

—Voy a hablar un momento con Marcos ¿vale? —Le comenté a Anastasia después de morder con delicadeza su labio inferior. Los pensamientos me estaban consumiendo, así qué mejor solucionar el tema cuanto antes.

—Vale. —Susurró con una sonrisa en sus labios y un leve asentimiento de cabeza.

—Intenta no desaparecer. —Bromeé mientras que le dejaba un beso en la mejilla.

—¿Me buscarías? —Añadió sin dejarme ir.

Me lo estaba poniendo bastante difícil. Si fuera por mí, no me separaría de ella ni un minuto, pero tenía que saber qué había hablado o acabaría volviéndome loco, es más, lo hacía por ella, para buscar una forma de ayudarla porque se veía a kilómetros que no estaba conforme con nada. Podía entender que fuese el tema de Ana y Emily y todo el caos que había a nuestro alrededor, pero sabía la forma de ser que tenía la chica de las pizzas y, por lo tanto, había algo más que le rondaba la cabeza y eso había ocurrido después de hablar con mi amigo.

—¿Lo dudas? —Cuestioné mientras que alzaba mis cejas.

—Quizás te sale algo más importante. —¿Me lo debía tomar con segundas?

—Te equivocas. —Comenté mientras que me volvía a acercar a ella. —Ahora mismo, aunque te sorprendas, dejaría todo por ti. Y lo sabes, no me hagas repetirlo. —Anuncié mientras que la señalaba. —Aún tenemos una cita pendiente. —Agregué antes de levantarme y sin darle tiempo a decir nada más. Si empezábamos a hablar de nuevo, nadie podría separarme de ella y sacarme de allí, así qué, no iba a atrasarlo más.

Miré por toda la habitación y no podía ver a Marcos. Álex y Annabel estaban hablando en un rincón, aunque bueno, parecía más tonteo que hablar, pero si él quería irse por esas ramas teniendo a su mujer secuestrada... No iba a intervenir. Cada vez que me metía en algo, acababa yo mal parado, la vida me ha hecho aprender. Pero un detalle que no se me pasó por alto es que Jenna tampoco estaba, así qué, ¿dónde estarían? No podían estar en el bar, los tíos esos estarían buscándonos como locos y más teniendo a la hermana de Emily como rehén. Que por cierto...

—¿Dónde tenéis a la loca? —Le pregunté a Álex. Éste me miró un poco desconcertado, como si no supiese de lo que hablaba, hasta que su cerebro comenzó a funcionar.

—Tenemos un garaje alquilado, hemos pensado que meterla allí era lo más seguro. —Contestó con indiferencia.

—¿Dónde están Jenna y Marcos? —Alomejor Álex lo sabía, después de todo, él era, técnicamente, un vigilante. Siempre estaba al tanto de dónde estábamos cada uno de nosotros.

Creo que me he enamorado... (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora