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El moreno vuelve a reclinarse en su lugar, con los ojos clavados en la nuca de la rubia. Muchas veces no era consciente sino hasta que James le daba un golpe en la cabeza, de que se quedaba mirando a Marlene como si fuera una especie de acertijo que resolver.
Peter llama su atención al incendiar el geranio que tenía que transformar en piedra, haciendo que Sirius estallara en una sonora carcajada, golpeando la mesa con la mano.

- ¿Cómo mierda hiciste eso? A mi no me saldría ni a propósito.

- ¡Señor Black! Le pido por favor que ubique su vocabulario dentro del aula, o lo castigaré. -Exclama McGonagall, con gesto severo.

El mayor de los Black chasquea la lengua pero deja de reírse y se queda encaramado en su pupitre.

- Sí, profesora.

Una hora después, los cuatro Merodeadores salían del aula de Transformaciones y se dirigían a las mazmorras arrastrando los pies, nada emocionados por una sesión doble de Pociones. Sin mencionar que compartían aquella clase con los Slytherin, que El año anterior les habían robado la copa de Quidditch a Gryffindor, jugando sucio. Era una puñalada en el corazón de todos los leones pero nadie lo sufría mas que James y Sirius. Eso se notó cuando el grupito que conformaban los dos bateadores de Slytherin y su guardián, llegaron a la fila para entrar al aula, pavoneandose.

- Abran paso a los Campeones por favor. -dice Mulciber, el guardián.

- Campeones con trampa. Y esa copa estará en el estante de McGonagall al finalizar el año, como que me llamo James Potter. -Dice el Merodeador, apretando con fuerza la mandíbula.

- Si, ya lo creo, tu nombre da mucha garantía de ello. -Responde irónicamente Rosier, uno de los bateadores.

Sirius iba a intervenir con uno de sus típicos comentarios, pero alguien más se le adelantó.

- Yo que tú al menos no subestimaría al tipo que le pateó el culo al buscador de mi equipo desde tercero. -dice una voz, que Sirius no tarda en reconocer aunque la mole de Mulciber tapara por completo la silueta de la dueña.- Porque eso es lo que viene haciendo James desde que entró al equipo.

Marlene sale de detrás de Mulciber y se coloca en la fila de Gryffindor, justo al lado de Peter.

Rosier se gira para enfrentarla y una sonrisa socarrona se dibuja en su rostro.

- McKinnon, voy a darte un consejo que va a servirte de mucho en los años que te quedan aquí y para luego también: cuando alguien de mi élite o de la de mis compañeros esté delante tuyo, tú cierra la boca, excepto que sea para chuparsela a alguno.

La rubia queda descolocada un segundo y mira de reojo a James y Sirius, que eran detenidos por sus amigos para no ir a moler a golpes a Rosier. Sin embargo Marlene se recompone al instante y esboza una sonrisa.

- ¿De qué te ríes? ¿Te ha gustado la idea? -pregunta el Slytherin.-

- Al que no le ha gustado la idea es a mi, señor Rosier. Está castigado y probablemente me plantee sacarlo del equipo si así es como usted trata a sus contrincantes. -Dice Slughorn, apareciendo de la nada por un pasillo.- Por favor, todos adentro. -Añade con un gesto de la varita, haciendo que la puerta del aula se abra.

Todos entran en fila, los Merodeadores unidos por un hilo invisible como siempre.
Sirius sigue con la mirada a Marlene, que se sienta con Lily y comienzan a hablar rápido. McLaggen, el guardián de Gryffindor, se acerca a ellos y echa un vistazo a los de Slytherin.

- ¿Qué pasó con Rosier y Mar? He llegado tarde. -Explica.

- Que McKinnon le ha cerrado esa bocaza que tiene y Rosier se ha excedido.

- ¿Qué le dijo? -pregunta el guardián, frunciendo el ceño.

- Bueno...básicamente...que debe usar la boca para chuparsela y no para hablar. -Responde James, bastante incómodo por saber que se lo han dicho a una compañera.

- Hijo de puta. -Murmura McLaggen sin notar que Sirius acababa de partir su pluma en dos.- Bueno chicos, me voy a sentar. Los veo en el Campo de Quidditch.

Se despide con una palmada a James en el hombro y se va.

Remus, miraba con el ceño fruncido a Sirius y James pasaba la vista de uno a otro, para luego mirar a Peter, que se encoge de hombros.

- Lunático, ya sé que te encanto y que soy increíblemente guapo pero deja de mirarme. -Gruñe Sirius con malhumor.

El aludido rueda los ojos y niega con la cabeza.

- Me causa curiosidad qué te pasa. Pareces enojado, más que de costumbre.

- Lo estoy. ¿Qué no estabas allá afuera? -pregunta con un gesto de la cabeza.-

- Si. Pero ¿Desde cuándo eres defensor de las mujeres? Generalmente ni te importa lo que digan.

- Porque cuando estoy con una no quiero que hablen. -Responde automáticamente. Esa frase era marca registrada.- Pero bueno, vamos. Que se ha pasado muchísimo con Marlene.

James y Remus cruzan una mirada pero ninguno dice nada.

- ¿Qué? ¿Qué pasa? -pregunta Sirius con hastío.

- Nada. Sólo que creo que estás cabreado por el hecho de que haya sido Marlene quien fue insultada y no por el insulto en sí.

- Remus, mejor vuelve a machacar escarabajos y deja de leer libros de muggles locos que dicen comprender la mente. Gracias. -Espeta el moreno que se queda enfurruñado en su lugar.

Probablemente era cierto pero no por los motivos que Remus creía. Simplemente que al ver a Marlene en clase y en los entrenamientos, aunque se llevaran mal, era más cercana que cualquier otra chica.
A Sirius Black no le interesan las mujeres, al menos no en un sentido profundo. De hecho, dudaba recordar el nombre de la chica de Ravenclaw con la que se había enrollado la semana anterior.

Blackinnon StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora