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Siente la cara arder, aunque es pleno Diciembre y ha parado de nevar hace una hora. El latido de su corazón retumba en sus oídos como un tambor, sin embargo ella está completamente idiota, mirando al chico que acaba de darle, claramente, el mejor beso de su vida. Hasta ahora. Un copo de nieve cae sobre su nariz y sólo entonces rompe el contacto visual con aquellos ojos grises, secretamente sus favoritos, para mirar al cielo y recibir otro copo, pero en la frente.

- El cruel invierno. -Comenta Sirius, imitando a la chica.- Será mejor que vuelvas a tu casa, en El Profeta de hoy leí que iba a haber una fuerte tormenta de nieve. Corta pero intensa. No querrás que te pille en la calle. Ni yo tampoco. -le dice y deja una leve caricia en su mejilla.- Iré a buscar un abrigo. Para ambos, que te vas a poner mala. Anda, vamos.

Ella asiente y se pone de pie, sacudiendose la nieve que había caído en sus hombros y su regazo.

- ¿Tengo que volver a entrar o puedo esperarte afuera? -pregunta mientras cruzan la calle en dirección al departamento número doce.

- ¿Quieres entrar y conocer mi habitación? -pregunta esbozando una sonrisa sugerente.

Ella le da un leve empujón.

- En realidad no quiero volver a hablar con tu divina madre o encontrarme con el seguramente igual de encantador padre que tienes.

El moreno suelta una carcajada y niega varias veces.

- Da más miedo Walburga, te lo juro. Y si te quedas fuera, pegada a la puerta. Que a ésta hora no hay un alma y ese parque es un juntadero de vagos.

- Si, PAPÁ. -Remarca la palabra, dándole a entender que estaba siendo un pesado con el abrigo, y la tormenta y los vagos.

Aunque en el fondo, muy en el fondo, le causa ternura que se preocupe por ella.
El joven entra y ella se queda mirando como el verde del césped del parque comenzaba a cubrirse de blanco. Luego de unos minutos, Sirius vuelve a salir, con un sobretodo negro y a ella le tiende la chaqueta de cuero que había llevado a Hogsmeade.

- Todo lo demás va a quedarte enorme, mides lo que el elfo. -Dice alzando la cabeza para mirarla (aún más) de arriba.

- Gracias. -Dice y se envuelve en la chaqueta que automáticamente la impregna del perfume del chico. No le molesta para nada.- Y vete a la mierda, por cierto. Lo bueno viene en frasco chico.

- También el veneno. -Responde con una risa.

- Idiota.

- Te encanto así de idiota y todo.

- Tsk.

- Oye McKinnon..

Ella voltea la cabeza con fastidio fingido.

- ¿Qué quieres?

- Dos cosas. La primera: ¿Donde coño vives? Estamos caminando a ningún lugar. La segunda cosa, y no te enfades: esa chaqueta te queda condenadamente sexy.

Ella se sonroja hasta el cuero cabelludo, pero bufa, guardando las apariencias.

- Vivo en el barrio St. Patrick. No es lejos. Y respecto a la chaqueta...-se mira en el reflejo de una ventana.- Sí, me queda muy sexy, sobre todo la parte en la que me queda larga casi hasta las rodillas. -Ironiza y rueda los ojos.-

- MARLENE POR FAVOR NO ME HAGAS IMAGINAR COSAS. BASTA YA.

- ¿Qué te pasa? No me grites o te comes una hostia en toda la cara, que no traigo varita.

El merodeador niega con la cabeza y la mira de arriba a abajo sin ningún recato.

- Podrías no tener nada abajo que igual te cubre muy bien.

Blackinnon StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora