31

1.2K 63 11
                                    

Marlene apenas abre los ojos y los vuelve a cerrar, pues la claridad que entra por la ventana le hace daño. Sirius la rodea con ambos brazos, pero está profundamente dormido y con el pelo en la cara. Ella se estira y se revuelve en el lugar, intentando no despertarlo, pero falla completamente pues a los pocos segundos los ojos grises, somnolientos, se clavan en los suyos.

- Qué inquieta eres, McKinnon...-murmura el chico con voz más grave de la normal.

- Apenas si me he movido y ya te has despertado...Además eres tú el que se me ha pegado como la hiedra. -repone la rubia.

- Hasta durmiendo me atraes..-dice él y la suelta, para incorporarse en la cama.- James no tardará. ¿Irás con nosotros a averiguar algo sobre Mary? -pregunta.

Marlene suspira y se sienta en la cama también, para luego quitarse el cabello revuelto de la cara.

- Sí. Espero que nos digan algo, ésto de no saber nada me tiene mal.

Unos golpes en la puerta los sobresalta y la voz de la señora McKinnon se hace oír desde afuera del cuarto.

- Marlie, James ha venido a buscar el perrito...levanta, cariño.

La joven esboza una sonrisa.

- Ya bajo, mamá.

Sirius se pone de pié y ella lo sigue con la mirada.

- Vete para la casa de James cuando estés lista y de ahí nos vamos al Ministerio. -indica el moreno, antes de inclinarse para darle un beso.

Ella asiente y mira al joven transformarse en el perro negro, que se pone a dar saltos por la habitación mientras la chica se echa la bata encima y abre la puerta. "Padfoot" baja las escaleras alegremente hasta llegar con James, al que le muerde los tobillos.

- ¡Maldición! Me he asustado. -exclama James, riendo.- Buen día, McKinnon. ¿Te ha dejado dormir el chucho? ¿Tiene muchas pulgas? -pregunta, a lo que el can gruñe.

- Pude dormir bien, se ha comportado. Si tiene pulgas, no lo he notado. -responde la aludida con una sonrisita.

James y Sirius se van, y Marlene se dirige a la cocina, a desayunar.

- Buenos días. -saluda al sentarse.

- Buen día, Marlie. -su padre le sonríe.- ¿Cómo estás? ¿Mejor?

La joven asiente y se sirve café en la taza, mientras su madre le deja unas tostadas delante.

- Me duelen un poco los cortes pero nada grave. -comenta luego del primer sorbo.- Ahora voy a vestirme e iremos al Ministerio a averiguar sobre Mary.

- ¿Por qué no dejan que los adultos se ocupen de eso? Dudo que en el Ministerio le vayan a dar información a un puñado de estudiantes. Interfiriendo sólo harán todo más lento. -le dice Kenneth a su hija, con seriedad.

- Ken...-la voz de Elizabeth tiene un dejo de advertencia.

- Pues ese puñado de estudiantes ha evitado que el pequeño, ínfimo Percance con los Mortífagos se convirtiera en una masacre aún peor. Nos lo deben. -le suelta la menor.

- Peleas a ésta hora de la mañana no, por favor. -Pide Elizabeth.- El no ya lo tienen, querido. -añade dirigiendose a su esposo.-

El señor McKinnon se encoge de hombros, dando por perdida la batalla.

>

Sirius vuelve a su forma humana antes de entrar a la casa con James.

- ¿Alguna noticia de Mary? Le he dicho a Marlene que venga para luego ir al Ministerio. -informa el joven Black a su amigo.

Blackinnon StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora