47

1.5K 56 19
                                    


Marlene está sentada en la sala de su casa, rodeada de personas, luego del funeral de sus padres. Decenas de Aurores desfilan por delante de ella, dándole el pésame y asegurando que estarían para ella cuando les necesite. Ella solo asiente, esboza una débil sonrisa y agradece, mientras su mano izquierda aferra con fuerza la mano de Sirius, que no se ha movido de su lado desde el incendio.
La gente del ministerio había restaurado la casa por completo, por lo que no había un solo indicio de que el lugar había sido devorado por las llamas dos días atrás.

— Marlie ¿Quieres comer algo? —pregunta Lily, apoyando una mano en su hombro con delicadeza.

Pero la rubia niega con la cabeza.

— Llevas días sin probar bocado, Marlene, te vas a desmayar en cualquier momento. Por favor, come algo. —le dice Sirius, con un leve apretón de la mano.

— Te haré un té y te traeré unas tostadas ¿Si? Al menos es mejor que nada. —propone Lily, pero sin esperar respuesta, se encamina a la cocina.

Marlene mira a Sirius y luego mira alrededor, hasta que encuentra a quien está buscando.

— Ya vuelvo. —le dice a Sirius y se pone de pié, para luego dirigirse al recibidor.

Se frena frente a una foto de sus padres que han puesto sobre la mesa cerca de la puerta de entrada. Ken y Elizabeth saludan con una amplia sonrisa, y Marlene debe respirar hondo para no echarse a llorar otra vez. Continua caminando, para encontrar a Euphemia hablando con otra mujer.

— Disculpe ¿Euphemia? ¿Puedo molestarla un momento? —pregunta intentando parecer calmada.

— Oh, cariño, por supuesto. ¿Necesitas algo? —pregunta la mujer en tono maternal.

— Es que...la verdad no quiero ser grosera con nadie, pero creo que esto se ha extendido mucho. Necesito descansar, y la verdad quiero estar sola. ¿Podría usted explicarle a la gente?

La mujer le acaricia la mejilla, y asiente.

— Por supuesto, linda. Haré que todos se retiren.

— Muchas gracias.

— Marlene, estaba pensando. Sé que esta casa te trae muchos recuerdos, asique si quieres pasar algunos días en nuestra casa, eres más que bienvenida.

— Pensaré en ello, gracias Euphemia.

La mujer sonríe y se vuelve a la anciana con la que hablaba anteriormente, con la que parece excusarse para luego dirigirse a la sala. Marlene va detrás, pero se sienta de nuevo en el sofá con Sirius, que ayuda a Lily a ordenar la bandeja que la pelirroja ha traído.

— Gracias, Lils. Huele bien. —dice la rubia, esbozando una sonrisa forzada a su amiga.

— No hay problema, si quieres algo más solo dime. ¿Has visto a James?

— Estaba con Fleamont afuera. —dice Sirius.

— Gracias. —la pelirroja le deja una caricia en el pelo a su amiga y se aleja.

Marlene dirige su atención a la taza de te y las tostadas, para luego mirar a su novio que la observa con gesto preocupado.

— Sirius, no tengo ni pizca de hambre.

El joven suspira.

— Entiendo, pero tienes que al menos comerte una tostada y beberte el te. Tiene azúcar y te hará bien. ¿Por favor?

La rubia hace un gesto de molestia pero acaba por acceder. Mientras tanto, la gente comienza a despedirse de ella.

— ¿Se van todos a la vez? —pregunta Sirius en un susurro, algo desconcertado.—

Blackinnon StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora